Camuel Talio

Aventuras del Guardian I: La Fiesta de los Fantasmas

El parque de diversiones parecía tranquilo, pero el Guardián de la Luz sabía que esa calma era engañosa. Después de resolver el enigma en la Casa del Terror con Tommy, la energía sobrenatural del parque no había desaparecido. Si acaso, ahora se sentía más intensa.

El Guardián caminaba por los pasillos del parque, iluminado solo por las luces de neón parpadeantes. Decidió dirigirse a la atracción que parecía tener mayor actividad paranormal: la rueda de la fortuna. Desde lo alto, podía ver sombras que se movían de manera errática, risas espectrales que se mezclaban con el sonido de las cadenas oxidadas.

Al llegar, notó que la rueda giraba lentamente, aunque no había electricidad que la impulsara. A su alrededor, aparecieron figuras traslúcidas, todas luciendo uniformes antiguos de trabajo del parque.

—Así que aquí es donde está la verdadera fiesta —murmuró el Guardián con una media sonrisa.

De repente, una mujer espectral con un vestido de supervisora se materializó frente a él. Su apariencia era elegante, pero su mirada era dura y llena de autoridad.

—¿Quién eres y por qué interrumpes nuestra reunión? —preguntó con voz firme.

—Soy el Guardián de la Luz —respondió él, levantando ligeramente su lámpara para iluminar su rostro—. Estoy aquí para ayudar a restaurar el equilibrio.

Los fantasmas se miraron entre sí, como si evaluaran la credibilidad del recién llegado. Finalmente, la supervisora habló.

—Somos los trabajadores originales de este parque. Cuando cerraron nuestras atracciones, decidimos seguir operándolo en nuestro propio turno nocturno. Aquí seguimos trabajando, porque este es nuestro hogar.

El Guardián inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Entiendo. Pero sus acciones están perturbando a los vivos. Las luces, las risas, todo esto los asusta. Deben encontrar la paz y dejar que este lugar siga su curso.

Un hombre fantasma, con un uniforme de operador de atracciones y un cigarro que flotaba cerca de su boca, dio un paso al frente.

—¿Paz? —dijo con una carcajada ronca—. No estamos listos para eso. ¿Por qué descansar cuando podemos seguir disfrutando? ¡Mira a nuestro alrededor, somos una familia!

Los demás fantasmas asintieron y comenzaron a murmurar en aprobación.

La supervisora levantó una mano, silenciando a los demás.

—Hay una manera de resolver esto —dijo—. Demuéstranos que eres un verdadero Guardián del Parque. Si puedes manejar nuestras atracciones y demostrar que entiendes lo que significa ser parte de nuestra familia, consideraremos tu oferta.

El Guardián sonrió. Sabía que no sería fácil, pero no podía retroceder.

—Muy bien. ¿Por dónde empezamos? —preguntó, ajustándose la chaqueta.

La supervisora chasqueó los dedos, y el entorno cambió. Ahora estaba dentro de una versión espectral del parque, donde todo brillaba con una luz fantasmagórica.

Prueba 1: El Tren Fantasma

El Guardián fue llevado al tren fantasma. El operador fantasma le lanzó un sombrero de conductor.

—¡Tu primera tarea es dirigir el tren! Pero cuidado, no es tan sencillo. Los pasajeros son fantasmas traviesos que intentarán descarrilarlo. Debes mantenerlos en línea mientras atravesamos los túneles.

El Guardián subió al tren, que comenzó a moverse por sí solo. Dentro, las figuras espectrales se reían y lanzaban objetos al aire. Uno incluso comenzó a jugar con los controles.

—¡Oye, las reglas dicen que no puedes tocar los botones! —exclamó el Guardián, mientras intentaba evitar un choque.

Decidió intentar algo diferente. Se transformó en un niño, esperando que los fantasmas lo tomaran más en serio al verlo como uno de los suyos.

—¡Vamos, amigos! ¡Solo queremos divertirnos, pero sin romper las cosas! —dijo con voz infantil.

Sin embargo, esto solo los animó más. Los fantasmas comenzaron a jugar con él, poniéndole un gorro de payaso y lanzándole confeti fantasmal.

—¡Esto no está funcionando! —murmuró, volviendo rápidamente a su forma adulta para recuperar el control del tren justo antes de que se descarrilara.

Finalmente, logró llevar el tren fantasma a salvo a su destino. Los pasajeros fantasmas aplaudieron.

—Nada mal, pero aún te falta mucho por aprender —dijo el operador con una sonrisa burlona.

Prueba 2: La Torre de los Sueños

La siguiente prueba fue la torre de caída libre. La supervisora fantasma lo guio hacia ella.

—Esta atracción mide tu coraje. Debes subir hasta la cima y soportar la caída sin perder tu forma.

El Guardián subió a la torre. La atracción comenzó a elevarse lentamente, y las vistas del parque espectral se extendieron ante él. En la cima, sintió un momento de paz antes de que la torre cayera a toda velocidad.

—¡Waaaaaah! —gritó, mientras trataba de mantener su lámpara encendida.

En un intento por calmarse, se transformó en un anciano una vez más, pero esto solo hizo que los fantasmas comenzaran a llamarlo "el abuelo temerario". A pesar de los chistes, logró mantener su compostura hasta el final.

Al bajar, todos los fantasmas aplaudieron. Incluso la supervisora parecía impresionada.

Después de superar ambas pruebas, la supervisora fantasma se acercó al Guardián.

—Has demostrado que entiendes nuestro espíritu de comunidad. Pero también tienes razón. Es hora de que dejemos este parque y encontremos la paz —dijo con un tono solemne.

Los fantasmas comenzaron a desvanecerse uno por uno, dejando atrás un parque más tranquilo. Sin embargo, antes de irse, la supervisora entregó al Guardián un pequeño amuleto que brillaba con una luz suave.

—Llévalo contigo. Te recordará que incluso en la muerte, la familia y la diversión pueden perdurar —dijo antes de desaparecer.

Con la rueda de la fortuna libre de perturbaciones, el Guardián continua su búsqueda por el parque. Al reflexionar sobre su experiencia, no pudo evitar sonreír al recordar sus desventuras.




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