Camuel Talio

El Guardián y Camuel: La Revelación

La noche estaba teñida de una calma inquietante, rota solo por el resplandor tenue de la lámpara del Guardián de la Luz. Camuel observaba al Guardián con expectación, esperando las respuestas que cambiarían su perspectiva.

—Camuel —comenzó el Guardián, su voz grave pero cargada de paciencia—. Es hora de que sepas algo que hasta ahora había mantenido oculto. No porque no confiara en ti, sino porque quería protegerte del peso que estas verdades conllevan.

El joven espíritu, aún lleno de emociones por sus recientes aprendizajes, asintió con nerviosismo.

—¿A qué te refieres, Guardián? ¿Qué es tan importante que no podía saberlo antes? —preguntó.

El Guardián hizo una pausa, sosteniendo su lámpara con ambas manos mientras sus ojos se perdían en la luz oscilante.

—La Hermandad de las Sombras, Camuel. Son espíritus como nosotros, pero han elegido un camino diferente. Alimentan su existencia con las emociones más oscuras de los vivos: miedo, desesperación, ira. Se organizan para romper el equilibrio entre la luz y la oscuridad, buscando dominar ambos mundos.

Camuel retrocedió un paso, sus ojos reflejando incredulidad.

—¿Espíritus como nosotros? Pero... ¿cómo pueden hacer tanto daño? ¿No sienten remordimiento por las almas que corrompen?

El Guardián suspiró profundamente, como si el peso de siglos de batallas estuviera sobre sus hombros.

—Al principio, muchos de ellos eran como tú y yo, guardianes de la luz. Pero la desesperación, la ambición o el rencor los llevaron a creer que podían controlar las sombras sin ser consumidos por ellas. Ahora, son parte de algo que no pueden abandonar, y su propósito es expandir su influencia a cualquier precio.

Camuel apretó los puños, sintiendo una oleada de ira.

—¡Entonces tenemos que detenerlos! No podemos dejar que destruyan el equilibrio ni que sigan haciendo daño a tantas almas.

El Guardián negó con la cabeza lentamente, sus ojos reflejando tanto sabiduría como tristeza.

—No es tan simple, Camuel. La Hermandad es poderosa, y enfrentarlos directamente no solo pone en riesgo nuestras misiones, sino también a los vivos y a las almas que intentamos proteger. Mantenernos al margen no es una señal de debilidad, sino de estrategia. Nuestra luz no puede extinguir las sombras por completo, solo puede guiar a quienes están dispuestos a seguirla. Pero debes entender algo: la Hermandad también se hace cargo de las almas que no podemos controlar, de los espíritus malignos. Ellos los absorben o los eliminan, aunque el precio siempre es alto. Sabes tan bien como yo lo difícil que es exorcizar un espíritu maligno. Tiene que haber un equilibrio entre la Hermandad de las Sombras y los Guardianes de la Luz. Sin embargo, han cruzado la línea, Camuel. No buscan el balance; nos quieren eliminar. —

—¿Entonces, solo los observaremos? ¿Dejaremos que sigan extendiendo su oscuridad? —preguntó, su voz cargada de frustración.

—Aún no lo sé —respondio, la voz cargada de incertidumbre—. Pero esto ya no es solo una cuestión de luz contra sombra. Es nuestra existencia misma la que está en juego.

Camuel bajó la mirada, luchando por aceptar lo que había escuchado.

El Guardián se acercó y colocó una mano firme en el hombro de Camuel.

—Camuel, nuestro propósito no es luchar contra la oscuridad directamente, sino ser un faro para quienes desean encontrar la luz. No todos los barcos buscarán nuestra guía, pero aquellos que lo hagan merecen toda nuestra fuerza y dedicación.

El joven espíritu cerró los ojos, respirando profundamente. Aunque entendía las palabras del Guardián, el peso de la impotencia lo invadía. Pero dentro de esa mezcla de emociones, algo más comenzó a crecer: una resolución firme.

—Entonces, necesito ser más fuerte —dijo finalmente, levantando la cabeza—. Si no podemos luchar contra ellos ahora, quiero estar preparado para cuando llegue el momento. Quiero ser alguien que pueda proteger a las almas, incluso si eso significa enfrentarme a la sombra misma.

El Guardián sonrió levemente, viendo en Camuel una chispa que había creído perdida en el mundo.

—Eso, joven Camuel, es lo que significa ser un Guardián de la Luz. No buscar el conflicto, sino prepararse para enfrentar cualquier desafío sin perder quién eres.

Camuel asintió, su mirada llena de determinación mientras el resplandor de la lámpara del Guardián iluminaba sus rostros. La noche continuaba, pero en su interior, una nueva fuerza comenzaba a arder, lista para iluminar incluso los senderos más oscuros.




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