Camuel Talio

Un Encuentro en las Sombras

El aire en el cementerio cambió súbitamente. Lo que antes era un día soleado y tranquilo comenzó a sentirse pesado, como si una fuerza invisible envolviera el lugar. Camuel, que caminaba junto a Lucas, se detuvo en seco. Su cuerpo entero se tensó mientras un escalofrío recorría su columna.

—¿Camilo? —preguntó Lucas, preocupado al notar la repentina seriedad en el rostro de su amigo.

Camuel no respondió de inmediato. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de calmarse. Era una sensación que no había experimentado en décadas, pero la reconoció al instante. La energía fría, densa y opresiva que ahora invadía el ambiente solo podía significar una cosa: la Hermandad de las Sombras estaba cerca.

—No es nada, Lucas —dijo finalmente, abriendo los ojos y forzando una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos—. Pero creo que deberíamos terminar nuestro recorrido por hoy.

Lucas miró a Camuel con una mezcla de confusión y desconfianza. A pesar de su corta edad, podía leer las emociones con facilidad, y sabía que algo no estaba bien. Pero, para su sorpresa, Milo y Pluma también parecían inquietos. Milo había dejado de moverse alegremente y ahora se mantenía cerca de Camuel, con el pelo de su forma espectral erizado. Pluma volaba en círculos sobre ellos, soltando trinos cortos y nerviosos.

—¿Seguro que no pasa nada? —insistió Lucas, apretando con fuerza su linterna.

Camuel suspiró y se arrodilló frente al niño, colocando una mano en su hombro.

—Lucas, quiero que regreses a la casa, ¿de acuerdo? Ve directo. No te detengas. Milo te acompañará.

—¿Qué? Pero… ¿por qué? ¿Qué está pasando? —preguntó Lucas, su voz llena de preocupación.

Camuel dudó. No quería alarmarlo, pero tampoco podía ignorar la sensación de que algo lo observaba, algo que no había sentido desde hacía años.

—Solo necesito asegurarme de algo. No tardaré. Milo te mantendrá a salvo.

Milo soltó un ladrido bajo, como si entendiera la instrucción, y se colocó junto a Lucas. Pluma, sin embargo, permaneció cerca de Camuel, como si se negara a dejarlo solo.

Lucas frunció el ceño, claramente molesto por ser apartado, pero asintió. Sabía cuándo no debía discutir.

—Está bien, pero si necesitas ayuda, regresaré —dijo con determinación antes de comenzar a caminar hacia la salida con Milo a su lado.

Camuel los observó hasta que desaparecieron de su vista. Una vez seguro de que estaban a salvo, dejó escapar un suspiro profundo y se enderezó. La lámpara en su mano brillaba con más intensidad, reaccionando al cambio en el ambiente.

—Han pasado tantos años— pensó, mientras sus ojos recorrían el cementerio. —Creí que la Hermandad de las Sombras se había rendido conmigo, pero al parecer nunca dejaron de vigilarme. —

La Hermandad de las Sombras, antiguos rivales de los Guardianes de la Luz, siempre había buscado imponer su visión de equilibrio: un mundo donde la oscuridad dominara y las almas fueran forzadas a aceptar su destino. Aunque hacía décadas que no se encontraba con ellos, Camuel sabía que no habían desaparecido por completo. Susurros, rumores y sensaciones como esta eran pruebas de que seguían existiendo, observando desde las sombras.

—Si están aquí, no será para algo bueno —murmuró para sí mismo.

Cerró los ojos y se concentró, extendiendo su percepción más allá del plano físico. Fue entonces cuando la sintió: una presencia distante, pero inconfundible. Era como una brisa helada que pasaba fugazmente por su piel, una advertencia silenciosa de que estaba siendo observado.

Camuel apretó la lámpara con fuerza. Sabía que no podía actuar impulsivamente. La Hermandad no era un enemigo común. Si se mostraban, era porque querían algo. Y si habían estado vigilándolo todos estos años, tal vez habían encontrado una forma de aprovecharse de su presencia en el cementerio.

—Debo actuar con cuidado —dijo en voz baja, mientras Pluma descendía para posarse en su hombro, como si intentara darle consuelo.

Decidió que no podía quedarse quieto. Si la Hermandad estaba cerca, debía saber qué buscaban y por qué se mostraban ahora, después de tantos años. Era un recordatorio de que, aunque el mundo había cambiado, las sombras siempre encontraban una manera de regresar.

Con un último vistazo al lugar donde Lucas había desaparecido, Camuel comenzó a caminar hacia el corazón del cementerio, siguiendo la sensación helada que lo guiaba hacia un enfrentamiento que, quizás, había estado posponiendo por demasiado tiempo.




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