La brisa nocturna acariciaba el cementerio, llevando consigo el eco distante de hojas secas arrastrándose por el suelo. Lucas caminaba con pasos calculados, una mezcla de emoción y nerviosismo dibujada en su joven rostro. Apretaba los labios mientras sus pensamientos lo atormentaban: "Esto es por Camuel. No estoy haciendo nada malo... solo es para protegerlo."
Al llegar al corazón del cementerio, donde las lápidas se alzaban como guardianes silenciosos, divisó a Camuel sentado junto a una tumba. La lámpara, siempre brillante, descansaba junto a él, irradiando una luz cálida que parecía desafiar a la noche misma. Milo dormía cerca, sus orejas agitándose ocasionalmente con el viento, y Pluma estaba posada en una rama, con su mirada fija en el horizonte.
Lucas tomó aire, ensayando la mejor sonrisa traviesa que podía ofrecer. Sabía que tenía que actuar con naturalidad.
—¡Camuel! —gritó, rompiendo el silencio mientras corría hacia él.
Camuel alzó la vista, y una sonrisa genuina apareció en su rostro al ver al chico.
—Lucas, ¿qué haces aquí tan tarde? —preguntó, con un tono de ligera preocupación.
—No podía dormir —respondió Lucas rápidamente, con un aire despreocupado—. Pensé que podría venir a hablar contigo... además, tengo una idea increíble para ayudarte con la Hermandad.
Camuel arqueó una ceja, intrigado.
—¿Una idea? —dijo, recogiendo la lámpara con una mano y dejándola descansar sobre sus piernas.
Lucas asintió con entusiasmo, sentándose a su lado.
—Sí, he estado pensando... —dijo, inclinándose hacia adelante como si fuera a revelar un gran secreto—. ¿Y si encontramos una forma de... no sé, usar tu luz para detectar a los malos antes de que ataquen? Así podríamos adelantarnos a ellos.
Camuel lo miró, sorprendido por la sugerencia. Aunque la idea sonaba infantil, la intención era buena.
—Es interesante, Lucas. Pero la luz no funciona exactamente así. Es más para guiar y proteger... —comenzó a explicar.
—¡Claro, claro! Pero podrías adaptarla, ¿no? —interrumpió Lucas, sus ojos brillando con una mezcla de inocencia y nerviosidad. Sus dedos tamborileaban contra su rodilla, un gesto que traicionaba su impaciencia.
Camuel sonrió con indulgencia. Estaba acostumbrado a las ideas grandiosas de Lucas, pero no podía negar que apreciaba su entusiasmo.
—Tal vez podríamos intentarlo... más adelante —respondió, colocando la lámpara a su lado en el suelo.
Lucas vio su oportunidad. Mientras Camuel miraba a Milo, que comenzaba a despertarse, el niño deslizó la lámpara hacia él con rapidez, escondiéndola bajo su abrigo.
—¿Te importa si doy una vuelta por el cementerio? Quiero explorar un poco —dijo Lucas, levantándose apresuradamente.
Camuel lo miró con una mezcla de curiosidad y leve preocupación.
—No te alejes demasiado, ¿de acuerdo? Este lugar puede ser peligroso por la noche —advirtió.
Lucas asintió, retrocediendo lentamente mientras sentía el peso de la lámpara presionando contra su pecho.
—Lo prometo. ¡Nos vemos luego! —exclamó antes de girar sobre sus talones y correr hacia las sombras.
El corazón de Lucas latía con fuerza mientras se alejaba. Cada paso le parecía un desafío a la moralidad, pero repetía para sí mismo: "Es por Camuel. Él lo entenderá cuando todo esté bien."
Las sombras parecían moverse a su alrededor, como si fueran conscientes del acto que acababa de cometer. No se detuvo hasta llegar a un rincón más oscuro del cementerio, donde sabía que Eron y Valel estarían esperándolo.
—Lo tengo —dijo, con un tono triunfal, sacando la lámpara de su abrigo y extendiéndola hacia ellos.
Eron tomó la lámpara con cuidado, su sonrisa de satisfacción apenas visible en la penumbra.
—Buen trabajo, niño. Tal vez tengas más agallas de las que pensamos —dijo, inspeccionando el objeto.
Valel, por su parte, observaba a Lucas con interés.
—¿Sabes lo que significa esto, Lucas? —preguntó, su tono frío pero inquisitivo.
Lucas frunció el ceño.
—Significa que puedo ayudar a Camuel, ¿verdad? Que ahora ustedes me escucharán y lo dejarán en paz.
Eron soltó una carcajada baja, mientras Valel permanecía impasible.
—Ya veremos, pequeño. Pero por ahora, consideraremos tu lealtad... probada —respondió Eron, guardando la lámpara bajo su capa.
Lucas tragó saliva. Sabía que estaba entrando en terreno peligroso, pero no había marcha atrás.
De regreso en el cementerio, Camuel se levantó para buscar a Lucas. Fue entonces cuando notó la ausencia de la lámpara. Su corazón dio un vuelco, y un pensamiento terrible cruzó por su mente.
—Lucas... —murmuró, la preocupación comenzando a transformarse en algo más profundo. Milo, ahora completamente alerta, comenzó a olfatear el aire, tratando de seguir el rastro del niño.
Pluma descendió de su rama, emitiendo un trino agudo, como si intentara advertirle de algo.
Camuel apretó los puños. Sabía que algo no estaba bien, y las sombras que acechaban en el cementerio parecían confirmarlo. La Hermandad estaba cerca, y Lucas estaba en el centro de todo.
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Editado: 12.02.2025