Lucas se sentó en el suelo junto a Camuel, riendo con ganas.
—¡Cuéntame, cuéntame! Camuel, ¿qué te pasó?
Pero Camuel no reaccionó.
Solo seguía allí, inmóvil, con la mirada perdida y una expresión de total confusión en su rostro.
Lucas dejó de reír por un momento y lo observó con más atención. Ni siquiera parpadeaba.
—…¿Camuel? —chasqueó los dedos frente a su cara, pero no obtuvo respuesta.
Nada.
Silencio absoluto.
El guardián del cementerio, el ser de luz que había enfrentado a incontables espíritus, demonios y horrores del más allá…
Estaba completamente fuera de servicio.
Lucas entrecerró los ojos y lo miró con sospecha. Luego, sonrió aún más.
—Oh, esto va a ser divertido.
Y sin dudarlo, comenzó a sacudir a Camuel como si intentara reiniciarlo.
—¡Vamos, despierta, Camuel! ¡Reacciona!
Nada.
Camuel solo parpadeó lentamente, todavía con la mirada perdida.
Lucas frunció el ceño y entrecerró los ojos, analizándolo.
Esto era serio.
Muy serio.
Camuel siempre era el tranquilo, el sereno, el que nunca se dejaba afectar por nada.
¿Qué demonios le había pasado?
Entonces, Lucas sonrió con picardía.
—A ver… veamos… ¿Viste un fantasma demasiado feo?
Camuel no respondió.
—¿O fue un demonio? ¡¿Un demonio te abrazó?!
Siguió sin respuesta.
—Oh, ya sé… ¡Te convertiste en un espíritu vengativo y ni cuenta te diste!
Silencio.
Lucas puso una mano sobre su propio pecho, fingiendo preocupación.
—Camuel… dime la verdad… ¿Eres un muerto enojado ahora?
Camuel finalmente reaccionó. Giró lentamente la cabeza y le dedicó una mirada de absoluto cansancio.
Lucas soltó una carcajada.
—¡Ja! ¡Por fin una reacción!
Pero Camuel solo suspiró profundamente y volvió a quedarse callado.
Lucas apoyó los codos en sus rodillas, mirándolo con diversión.
—Esto tiene que ser bueno.
Y con una gran sonrisa, siguió con su interrogatorio.
Camuel respiró hondo y trató de organizar sus pensamientos. Lucas lo miraba con expectación, con una sonrisa que solo demostraba que estaba disfrutando cada segundo de su miseria.
Finalmente, Camuel habló.
—Mi linterna desapareció.
Lucas parpadeó.
—¿Y?
Camuel frunció levemente el ceño, aún confundido.
—Siempre la tengo conmigo. Nunca se desvanece sin razón.
Lucas levantó una ceja.
—Ajá… ¿y qué más?
Camuel apretó los labios, intentando recordar.
—Mi… mi corazón latía rápido.
Lucas abrió los ojos con dramatismo.
—¡¿Tu corazón?! ¡¿El corazón de un fantasma?!
Camuel asintió lentamente.
—Sí.
Lucas trató de contener la risa.
—Okay, okay, sigue. ¿Qué más?
Camuel miró al suelo.
—No pude hablar bien.
Lucas ya no pudo aguantar más.
Se llevó una mano a la boca para ahogar una carcajada, pero sus hombros temblaban con la risa contenida.
Camuel lo miró con sospecha.
—Lucas…
Lucas lo ignoró y fingió estar sumamente concentrado.
—Muy interesante, Camuel. Linterna desaparecida… corazón latiendo rápido… no pudiste hablar…
Camuel asintió con lentitud.
Lucas apoyó una mano en su barbilla, como si estuviera analizando un caso paranormal súper complicado.
Entonces… se llevó ambas manos a la cabeza y gritó dramáticamente:
—¡¡TE ENAMORASTE!!
Camuel se quedó petrificado.
Lucas se tiró al suelo de la risa.
Rodó por el suelo, riendo sin control.
Camuel seguía congelado en su lugar.
—¿Enamorarme…? —susurró, completamente confundido.
Lucas, aún riendo, se incorporó de golpe y lo señaló con el dedo.
—¡Sí, Camuel! ¡Te enamoraste! ¡Felicitaciones, eres un fantasma con sentimientos románticos!
Camuel lo miró fijamente, como si le acabara de hablar en otro idioma.
—Eso… no tiene sentido.
Lucas estalló en carcajadas nuevamente.
—¡¿Cómo que no?! ¡Tiene TODO el sentido!
Camuel frunció el ceño, visiblemente alterado.
—¡No puede ser eso! Tiene que haber otra explicación.
Lucas apoyó una mano en su pecho, fingiendo indignación.
—¿Acaso dudas de mi sabiduría en asuntos del corazón?
Camuel lo miró, seriamente.
—Sí.
Lucas puso los ojos en blanco.
—Vamos, Camuel, sé que has vivido más que yo, pero yo al menos he salido con chicas. Yo sé de estas cosas.
Camuel desvió la mirada, frustrado.
Lucas sonrió con burla.
—Apuesto a que en este momento estás recordando sus ojos ámbar, su cabello negro, esa dulce sonrisa.
Camuel se tensó.
Lucas se inclinó más cerca, con una gran sonrisa de victoria.
—¡Te la estás imaginando ahora mismo, ¿verdad?!
Camuel se levantó de golpe.
—¡Voy a dormir!
Y desapareció en dirección a su cuarto.
Lucas se quedó en el suelo, mirando la escalera con incredulidad.
Luego, sonrió con picardía.
—Ja… lo supe.
Y con aire triunfal, se acomodó en el suelo con las manos tras la cabeza.
Este iba a ser su nuevo entretenimiento favorito.
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Editado: 07.04.2025