Después de su conversación con Lucas, Camuel se sintió un poco más tranquilo. No completamente, pero lo suficiente como para enfrentar lo que le estaba pasando. Por eso, cuando la noche cayó y llegó la hora de su ronda en el cementerio, decidió regresar. Caminó con calma entre las lápidas, sosteniendo su linterna de luz con naturalidad. Si Elena estaba ahí otra vez, esta vez no iba a huir.
Pero cuando la vio…
Su corazón volvió a acelerarse.
Elena estaba sentada en la misma banca de siempre, hablando con Diego. Sin embargo, esta vez fue ella quien lo vio primero. Y, como si lo hubiera estado esperando, le sonrió con calidez.
Camuel se detuvo. Respiró hondo.
"No huyas."
Diego notó su presencia y sonrió con diversión.
—¡Mira quién volvió sin correr esta vez!
Camuel ignoró el comentario y siguió caminando hacia ellos.
Elena se levantó y lo miró con curiosidad.
—Buenas noches, señor Guardián.
Camuel se aclaró la garganta.
—Buenas noches, Elena.
Diego silbó con burla.
—Wow, una conversación completa. Vamos avanzando.
Camuel le lanzó una mirada de advertencia, pero Diego solo se rió.
Elena lo miró con amabilidad.
—Me alegra que haya vuelto. Diego me ha contado muchas cosas sobre usted.
Camuel levantó una ceja y miró al fantasma.
—¿Muchas cosas?
Diego fingió inocencia.
—No sé de qué hablas.
Camuel, suspicaz, decidió ignorarlo por el momento.
—¿Y qué te ha contado exactamente? —preguntó con calma.
Elena sonrió.
—Que usted siempre ayuda a los que no han encontrado paz. Que nunca juzga a los espíritus por lo que fueron en vida… y que siempre da buenos consejos.
Camuel parpadeó, un poco sorprendido.
—¿Eso dijo?
Diego asintió con orgullo.
—¡Por supuesto! ¿O qué? ¿Pensabas que iba a hablar mal de ti?
Camuel no supo qué responder.
Elena rió suavemente.
—No es como si no me hubiera dado cuenta por mi cuenta. Usted realmente es alguien especial.
Camuel sintió que su linterna parpadeaba levemente. Pero esta vez, no desapareció.
—Gracias… supongo.
Elena inclinó la cabeza con dulzura.
Camuel sintió una extraña sensación de tranquilidad, aunque su corazón aún latía más rápido de lo normal. Tal vez, después de todo, Lucas tenía razón.
Desde la distancia, Lucas observaba la escena con una gran sonrisa. Se encontraba oculto tras una lápida, y Diego, que lo había visto a la distancia, flotó a su lado.
—¿Ves? —susurró Lucas—. ¡Te dije que esto iba a funcionar!
Diego sonrió con burla.
—Sí, sí, pero ahora hay que hacer que pasen aún más tiempo juntos.
Lucas asintió con entusiasmo.
—Exacto.
Ambos se miraron con complicidad.
—Hora de hacer que Elena venga más seguido.
Diego rió.
—Y hora de hacer que Camuel la acompañe cada vez que pueda.
Ambos chocaron los puños (o al menos lo intentaron, ya que la mano de Lucas atravesó la de Diego). Un nuevo plan estaba en marcha.
Y Camuel…
No tenía ni idea de lo que se le venía encima.
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Paso 1: Convencer a Elena
A la mañana siguiente, Diego flotaba cerca de Elena, lanzando indirectas descaradas.
—Oye, Elena, ¿sabes qué sería genial?
Elena levantó la vista de su libreta, curiosa.
—¿Qué cosa?
Diego sonrió con inocencia fingida.
—Si vinieras al cementerio todos los días.
Elena levantó una ceja.
—¿Y por qué haría eso?
Diego se llevó una mano al pecho, fingiendo indignación.
—¡Porque tu amigo fantasma favorito necesita compañía!
Elena rió.
—¿Seguro que no es porque quieres meterme en problemas con el Guardián?
Diego silbó con nerviosismo.
—No sé de qué hablas.
Elena suspiró, pero sonrió levemente.
—Bueno… supongo que no estaría mal visitarlos más seguido.
Primera fase del plan: completada.
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Paso 2: Manipular a Camuel
Por la tarde, Diego fue a informar la noticia a Lucas.
—Listo, la convencí de venir todos los días.
Lucas sonrió con satisfacción.
—¡Perfecto! Ahora solo falta hacer que Camuel la acompañe.
Diego cruzó los brazos.
—Eso es más difícil.
Lucas sonrió con astucia.
—Déjamelo a mí.
Esa noche, mientras Camuel hacía su ronda en el cementerio, Lucas apareció de la nada, apoyándose en su hombro.
—¡Camuel, amigo mío!
Camuel dio un pequeño brinco, sobresaltado.
—¡Lucas! No hagas eso.
Lucas ignoró su queja y sonrió.
—Tengo una noticia importante.
Camuel lo miró con desconfianza.
—No quiero escucharla.
—¡La escucharás!
Lucas se estiró con aire casual.
—¿Sabías que Elena decidió venir al cementerio todos los días?
Camuel se congeló.
—…¿Qué?
Lucas sonrió ampliamente.
—¡Así es!
Camuel desvió la mirada.
—Eso no tiene nada que ver conmigo.
Lucas puso una mano en su pecho con falsa decepción.
—¿Cómo qué no? ¡Eres el Guardián del cementerio! ¡Es tu responsabilidad asegurarte de que esté a salvo!
Camuel frunció el ceño.
—Ella puede cuidarse sola.
—¿Y si se pierde?
—No se va a perder.
—¿Y si pisa una tumba antigua y se cae?
—Lucas…
—¿Y si un espíritu malo la persigue?
Camuel se quedó en silencio.
Lucas sonrió con victoria.
—Ah~… Ya veo. Te preocupa.
Camuel suspiró con frustración.
—Solo… la vigilaré a la distancia.
Lucas fingió pensar.
—Mmm… no creo que sea suficiente.
Camuel lo miró con cansancio.
—¿Qué estás planeando?
Lucas se encogió de hombros con total inocencia.
—Nada, nada. Solo digo que si ella empieza a preguntar por ti… quizás deberías estar cerca.
Camuel cerró los ojos un momento. Algo en su interior le decía que esto iba a traerle problemas. Grandes problemas. Pero ya era demasiado tarde. Porque el plan de Lucas y Diego estaba en marcha.
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Editado: 15.04.2025