Camuel Talio: La Luz Que Siente

Un Caso Único

Ro llevaba un buen rato observando desde la rama de un árbol viejo, como si fuera parte del paisaje… salvo por esos ojos verdes que brillaban con curiosidad felina.
Abajo, Camuel caminaba por el cementerio con la serenidad de alguien que había nacido para mezclar vivos y muertos en una misma conversación.
Era tan natural en él que resultaba un poquito inquietante.

Ro ladeó una oreja.

Camuel no era fantasma.
Pero tampoco era humano.
Era… algo intermedio, un híbrido extraño que ni siquiera el antiguo guardián Camilo había logrado ser.
Y eso ya era decir mucho.

El gato enroscó la cola con aire pensativo.
—Jamás había visto algo así —murmuró.

Un fantasma no debería materializar un cuerpo físico así como quien aparece un pastel de la nada.
Pero ahí estaba Camuel, caminando, respirando, existiendo.
Demasiado real para ser espíritu.
Demasiado espíritu para ser real.

Ro frunció el ceño.

Si esto seguía avanzando…
Si esa presencia física se seguía fortaleciendo…
¿Podría llegar a—

¿Volver a ser humano?

El pensamiento lo hizo parpadear con fuerza.
Un fantasma que regresa al mundo físico… eso simplemente no pasaba. Nunca.

Sacudió la cabeza como si quisiera tirar esa idea por una ventana inexistente.
Saltó de la rama con elegancia y se alejó sin mirar atrás.

No tenía todas las respuestas.
De hecho, no tenía ninguna.

Pero algo sí sabía con absoluta claridad:

Camuel era un caso único.
Y la Muerte, oh sí… la Muerte tenía que estar con los ojos muy abiertos.

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El día transcurría tranquilo en la ciudad.

Camuel había salido a dar un paseo, disfrutando del aire fresco.

Era extraño, pero últimamente notaba más las cosas pequeñas.

El sonido de las hojas moviéndose con el viento.

El peso de sus pasos sobre el suelo.

La calidez del sol sobre su piel.

Todo se sentía… más real.

Demasiado real.

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un grito.

—¡Cuidado!

Camuel giró la cabeza y vio a un niño pequeño corriendo hacia la calle.

Un camión venía a toda velocidad.

Sin pensarlo, se lanzó hacia él.

El tiempo pareció desacelerarse.

Atrapó al niño y lo empujó fuera del camino.

Y entonces…

El impacto llegó.

El sonido del golpe retumbó en el aire.

Camuel fue lanzado contra el pavimento con brutalidad.

Por un momento, todo se volvió borroso.

El mundo giraba a su alrededor.

Escuchó voces, gritos de preocupación.

Alguien lo sacudió.

—¡Señor, señor! ¿Está bien?!

Camuel parpadeó lentamente.

Y entonces lo vio.

Sangre.

Había sangre en el pavimento.

Su sangre.

El color rojo era intenso, vibrante, demasiado vivo.

Y el dolor…

El dolor era real.

Camuel se quedó inmóvil.

"Esto… esto no debería ser posible."

Las personas se aglomeraron a su alrededor.

Alguien llamaba a una ambulancia.

Y Camuel…

No sabía qué hacer.

************************************************************************************

Lucas estaba en casa, revisando su computadora, cuando su celular vibró con fuerza.

Un mensaje de uno de los chicos del pueblo.

—"¡Lucas! ¡Camilo tuvo un accidente! ¡Lo atropellaron!"

Lucas se congeló.

—¿Qué?

Antes de que pudiera reaccionar, una sombra negra cayó desde el segundo piso.

Ro.

El gato levantó la cabeza y lo miró fijamente con sus ojos brillantes.

—Dime que entendí mal.

Lucas se levantó de golpe, su silla cayendo al suelo.

—¡No lo sé! ¡Pero vamos ya!

Sin perder un segundo, Lucas invocó sus sombras y desapareció.

Ro lo siguió, deslizándose entre la penumbra como un espectro.

Cuando llegaron al lugar del accidente, la escena los dejó sin aliento.

Camuel estaba en el suelo, rodeado de personas.

Su ropa estaba rasgada.

Pero lo peor…

Había sangre.

Lucas sintió que el estómago se le revolvía.

Ro, por primera vez en mucho tiempo, se quedó inmóvil.

Sus ojos se clavaron en la herida de Camuel, en la sangre sobre el pavimento.

—…Esto no tiene sentido.

Lucas se apresuró, apartando a la gente.

—¡Déjenme pasar! Es mi amigo.

Se arrodilló junto a Camuel, con el corazón golpeándole el pecho.

—¡Camuel! ¡Ey, dime que sigues ahí!

Camuel giró la cabeza lentamente, con la mirada algo perdida.

—L-Lucas…

Lucas tragó saliva con dificultad.

—¡¿Qué demonios hiciste?!

Camuel sonrió levemente.

—Salvé… a un niño.

Lucas apretó los dientes.

—¡¿Y quién te dijo que podías morirte en el proceso?!

Ro finalmente reaccionó y saltó sobre Camuel, observándolo con intensidad.

—Esto no está bien.

Lucas se giró hacia Ro, con una mezcla de furia y desesperación.

—¡¿Tienes alguna maldita explicación para esto?!

Ro no respondió de inmediato.

Porque la verdad era simple.

Él tampoco tenía una respuesta.

Lucas mantuvo la compostura cuando los paramédicos levantaron a Camuel y lo subieron a la ambulancia.

No podía armar un escándalo.

Pero tampoco podía dejar que lo llevaran al hospital.

Si los médicos lo examinaban, descubrirían que no era normal.

"¿Y si no tiene pulso? ¿Y si su sangre no coagula como la de un humano? ¿Y si hacen preguntas que no podemos responder?"

Lucas saltó dentro de la ambulancia con él, haciéndose pasar por su acompañante.

Los paramédicos comenzaron a revisarlo.

Uno de ellos miró su equipo con el ceño fruncido.

—Es extraño… su pulso es irregular.

El otro asintió.

—Su temperatura corporal es bajísima, como si—

Lucas no esperó más.




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