Canciones en Paris

Siete

Cuando nos conocimos, Sienna era muy joven, joven e inocente, dos cualidades que fue perdiendo a mi lado. Gaby, no soy un ser tocado por las poesías, ni mucho menos recito Shakespeare cuando una mujer me atrae físicamente, pero sé que Sienna era especial. La primera persona que me hizo sentir que esta miseria de vida tenía algún sentido.

Fuimos la primera vez de ambos, y también el castigo del otro durante seis años.

¿Qué sucedió después, cuando se suponía que todo marchaba bien? aquí solo puedes contar con mi versión, y no sé si es confiable o no, pues estuve borracho la mitad de la relación, y la otra mitad, inconsciente.

Cuando nos graduamos cada quien escogió la carrera que le resultó más conveniente. Sienna eligió Bellas Artes, porque a ella le impresionaba todo lo que tuviera un proceso poético detrás.

Verás, fue ella quien me obligó a leer a Víctor Hugo, después, a sabiendas de la influencia que tenía sobre mí, me indujo sin que yo me diera cuenta por un camino extraño. Si ella estuvira aquí con nosotros, te diría que yo tengo, en parte, la culpa.

Al escoger yo la abogacía y poseer menos dinero, terminé en una universidad alejada de la suya que nos obligaba a planear por meses los días en que nos veríamos.

Antes lo habíamos discutido, la situación no nos cayó por sorpresa. Apenas culminar la preparatoria nos sentamos a hablar sobre nuestro futuro, sobre todo en el rumbo que tomaría lo nuestro, y ambos estuvimos de acuerdo que nuestros sueños eran más importante que cualquier instituto de bajo nivel donde pudiésemos vernos todos los días. Escogimos lo mejor para nuestras vidas, después de todo, nunca le habíamos dado motivos de sospecha al otro y sabíamos que con confianza y comunicación, nada nos sería imposible.

Iniciamos la universidad.

El primer año fue fantástico para ambos, ¡las mejores notas de la facultad! ¡Había que celebrarlo! Organizamos una fiesta en mi casa. Aquí en el departamento, e invitamos a nuestros compañeros de carrera. Iba por mi segundo tatuaje cuando la reunión tuvo lugar.

No recuerdo exactamente qué sucedió (aquí es donde me tienes que tener paciencia) sé que, cuando la noche acabó, Sienna me reclamaba furiosa por un beso que me había dado con alguna compañera del semestre pasado. No sé cómo se enteró, o quien se lo dijo. La cosa es que, tuvimos un pelea por ello. Uno enorme. Y como yo fuí tan imbécil que no negué el beso, pero le aclaré mil veces que jamás tuve intenciones de hacerlo: la chica me tomó por sorpresa. Sienna molesta no recibió bien mi explicación, y siete días más tarde me confesó que lo que realmente le había dolido era que yo no se lo había dicho con anterioridad.

¿Qué pasó con la confianza, entonces? me preguntó, herida de tanto llorar. No supe que responderle. Gaby, y siendo honesto, nunca pensé en decírselo, de alguna manera intuía que si era sincero con mi novia eso podría ocasionarnos más problema.

Tiempo después, olvidamos el tema, o eso pensé yo.

Sienna me amaba, era él primer chico con quien había estado y también él primero a quien presentaba a sus padres. Era un partido tentador, un hombre agradable y sociable al que su padre no le puso tantos obstáculos. Su intención siempre fue quedarse conmigo, o tenerme todos los años que pudiera. Me tuvo seis.

Después de aquel incidente, algo cambió en nuestra relación. Sienna me llamaba a todas horas, sin importarle si estuviese en clase o realizando un examen importante. No le gustaba que no le respondiera, y si pasaba tres minutos sin contestar, me enviaba un montón de mensajes extraños aludiendo que le andaba montando los cuernos con alguna profesora pervertida o una ramera cualquiera de mi clase.

No buscaba asustarla, o peor aún, hacerle llorar, me mantenía atento al teléfono, y cuando por razones del azar, no podía hacerlo, me sentía terriblemente culpable.

¿Por qué me sentía culpable de algo que no hacía?

Y de una noche a la mañana, solo vivíamos de pleitos, discusiones y gritos sin sentido. No sé cuánto tiempo estuve aguantándole, cuantas noches me quedé en casa y desistí de la compañía de mis amigos solo para no hacer enfadar a Sienna. Yo no tenía vida social, tampoco conversaba con personas por las redes, y aun así, todo seguía saliéndome mal.

¿De verdad era tan mal novio que cualquier cosa que hiciese, era motivo de discusión?

Al tercer año me enteré que Sienna tenía un amigo, pero no cualquier amigo ¿okey? Sino el clásico tipo que anda tras las faldas de una muchacha a la que por alguna extraña razón, sabe que puede consolar llegado el momento. ¿Y llegó el momento? ¿Estaba yo tan desatado que incité, por no decir obligar, a mi pobre novia a sucumbir a los brazos de un maldito infeliz que solo buscaba aprovecharse de su pena?

Aquí solo tienes mi versión.

Sienna, criatura de misterios, nunca fue de decirle nada a nadie, aun así, desconozco que le habrá motivado a contarle sus problemas a ése hombre.

La infidelidad me atravesó como una saeta. Lloré un mes entero, y con la ayuda de mis amigos, que habían regresado al verme comportarme desolado por los pasillos, me trajeron de vuelta a punta de bebidas alcohólicas, drogas y en fin, todo lo que pudiese volverme mierda.




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