☆♡ Canciones para Hayle Jones♡☆

Las comparaciones son odiosas

~Es increíble como una pequeña acción puede cambiar totalmente la perspectiva que tenías de una persona~

-ANÓNIMO.-

 

— Entonces, Jones ¿A dónde quieres que te lleve?—mostró una perfecta sonrisa que me hizo rodar los ojos.

De no ser por que lo conocía desde hacía una barbaridad, hubiese colado y todo. 

Esa fachada de chico encantador y escalofriantemente perfecto... era realmente impecable. Sin embargo, yo había desarrollado una especie de inmunidad a su sonrisa que me permitía ver más allá. Así que por supuesto, ni por asomo iba a creer a este... apuesto chico, había cambiado en tan solo 2 años.

No. 

Me enderecé en el asiento del copiloto, respiré y carrapeé, llamando su atención por unos breves instantes.

 

—Mira, Astro... 

 

—As 

 

—¿Cómo?—murmuré sorprendida. 

 

—Llámame As. Todos los que me conocen lo hacen. Lo lógico sería que tú, conociéndome desde hace más tiempo, lo hicieras—contestó sin apartar la mirada de la carretera, luciendo serio y maduro.

¿Y si...?

No, no podía ser, nadie cambia en tan poco, así que no había "y si..." que valiera. Me sonrojé al recordar la escena del aeropuerto y sacudí la cabeza, apartando esa imagen de mi cabeza. 

 

—Está bien, As, llevame a la Universidad  de Lyon—dije en un tono burlón.—El punto es este. Agradezco que me estés haciendo de "chofer" y tal. Mi madre estará encantada de que le hayas hecho el favor, pero...

 

—¿Crees que Lorraine me pidió que viniera a buscarte?—preguntó divertido. Fruncí el ceño ante sus palabras, desconcertada por completo. ¿Había venido... porque sí?

 

—¿No fue así?

 

—Tal vez.— sonrió y se encogió de hombros. ¿Cómo se supone que debía interpretar eso? Bufé y pasé mis dedos por mi impecable cabello rizado, desordenándolo. 

 

—La cosa es que, no hace falta que finjas que te caigo bien ¿Ok? Nos llevamos mal desde que nos conocemos así que... evita hacerte el perfecto conmigo delante de mí. Por favor As, sé el mismo odioso de siempre.—me crucé los brazos sobre mí elegante camisa blanca con un escote pronunciado y crucé la piernas en un movimiento recatado, ya que llevaba una falda de tubo dorada por encima de la rodilla.

Astro miró de refilón el movimiento y sonrió de lado. 

 

—Estás hablando de algo que pasó cuando teníamos 16 años. ¿Estás segura que tu has madurado Jones?—rio suavemente, provocando que yo volviera a sonrojarme al darme cuenta de que tenía razón. —Yo solo te molestaba por que tú me odiabas. ¿Enserio crees que iba a quedarme de brazos cruzados cuando una niña de 15 años me odiaba sin razón aparente? Solo te di motivos para odiarme de verdad. Y me divertí bastante. —miré por la ventana, avergonzada.

No sabía por que, pero había conseguido lo que nadie en menos de una hora. Avergonzarme.

Nadie jamás lo había hecho ya que yo siempre había sido amable y dulce con el resto del planeta, así que me sorprendió que el pudiera hacerlo. Tal vez, la razón más coherente sería que yo he estado siendo maleducada con él desde siempre. Pero eso no quita que me sorprendiera de esta manera. 

 

—Ya no somos adolescentes, Hayle. Comportemonos cómo adultos ¿De acuerdo? — aparcó ante el enorme edificio que se erguía ante nosotros y cuando salí me lo quedé mirando embobada. Era dorado, con un revestimiento muy elaborado y tallado con paciencia. Tenía dos edificios a ambos lados adosados, que supuse que serían las residencias.

Admito que no la esperé tan... grande y luminosa.

Tan digna de las celebridades, aunque no debía olvidarme de que de aquí salieron casi los mejores directores de cine.

 

—¿Me estás escuchando Hayle?—chasqueó los dedos delante de mí cara, haciéndome sobresaltar. 

 

—¿Qué decías? —dije despertando de mi trance.

Jamás pensé que se acordaría de mí nombre, pues desde que lo conozco solo me había llamado de formas muy crueles o por mi apellido. Y admito que eso me sorprendió de una manera muy grata, así que me permití sonreír levemente, fuera de su vista. 

No quería que pensara que empezaba a caerme bien ni nada de eso. Enn sus manos sostenía mi enorme maleta, tendiéndomela. 

Entrecerré los ojos al ver que iba al encuentro de una chica de cabello castaño y ojos marrones que corría hacia el. Rasgos afilados y delicados, ropa cara... sin duda le faltaba tener un sexy acento francés y seria la típica chica de la que todos se enamoran nada más verla.

Rodé levemente los ojos y caminé hacia ellos. 

Tampoco debía tratar a la pobre muchacha con condescendientelo porque presumiera de su (indudable) belleza. Le sonreí de la mejor manera y esperé a que el idiota de Astro dejara de asfixiarla y nos presentara. 

Pero no lo hizo. 

Creo que hasta olvidó que existía. 

 

—Ejem, ¿Me devuelves mi maleta?— murmuré un poco insegura de abrir la boca con ella delante. Ni si quiera me miró cuando señaló la enorme maleta, así que la cogí con frustración y me alejé— Gracias, As-tro. 

Sentí como se separaba de ella, y avanzaba hacia mi, por lo que aceleré el paso, entrando en la recepción. Él puso de su mano en mi muñeca y me hizo voltear para que lo observara. Tuve que echar la cabeza para hacerlo y solo le mostré una cara sería, de hielo. Astro entrecerró los ojos y abrió la boca para (seguramente) soltar una estupidez. 

Pero la cerró automáticamente.

《 Si Astro, quédate callado, es lo mejor》 pensé observando como la chica morena entró a recepción con una cara de confusión notable. 

No reparé en la forma en la que todo el mundo nos mirada.  No quise ver como sus ojos se llenaron de un brillo que no supe interpretar.

¿A qué venía esa escena?

De repente, una masa de chicas empezaron a chillar y hacerle fotos y pedirle autógrafos. ¿Realmente era tan famoso? Suspiré derrotada y recogí mi llave de recepción, alejándome de esa muchedumbre que me agobiaba y transmitía recuerdos encarcelados a mi mente. 




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