Candado (la Boina Azul)

EL CONSRUCTOR Y LA MADRE LIBERTAD

Ellos son y a la vez no son humanos, siempre pensé que la luz de mi lámpara bastaba para acabar con la oscuridad, pero no es así, el mundo es oscuro y tenebroso, tanto que mi luz no alcanza para iluminar mi amado mundo. Ellos no respetan la vida, ni le guardan respeto a nuestra naturaleza, para ellos es fácil abusar de ella como siempre ha estado allí para nosotros, la saquean, profanan y destruyen. Mientras exista el hombre siempre habrá conflicto. Nuestros padres nos educan para no cometer errores, pero son estúpidos, nos enseñan un camino inexistente que hasta ellos mismos no lo siguen, nos enseñan cosas que ni ellos creen. Me he hartado de los adultos, se creen el centro del mundo, creen que pueden causar guerras, arrebatar la vida de los seres vivos y decidir que está bien y que está mal, no son nadie, se nos otorgó este don porque somos el futuro de este mundo pútrido y nada ni nadie tiene el derecho de dictarnos qué hacer con nuestro don. Por eso envió este mensaje para que sepas que no estás solo, si quieres erradicar la oscuridad de este mundo necesitaré tu luz, porque juntos podemos hacer grandes cambios por el bien de nuestros hermanos. Únete a los Circuitos y ayúdame a ayudarte, no lo hagas por mi hazlo por ti, recuerda que yo estaré allí si me necesitas. Por la paz, por la justicia y por sobre todo, por el Circuito.

Tánatos, el constructor

Hace aproximadamente un siglo, una piedra proveniente del espacio impactó en nuestro mundo. En ese momento, muchos creían que sería solo otra de las miles que caen o cruzan los cielos. Sin embargo, la realidad fue distinta, ya que este acontecimiento cambiaría el curso de la historia para siempre. Dentro del ser humano se alojó una porción de esa roca, conviviendo con la humanidad hasta nuestros días. A esta manifestación se le denominó "Segunda alma" o "Espíritu Mágico". Con la llegada de este suceso, la mayoría de las personas adquirieron poderes, y a partir de entonces, todo cambió drásticamente. Estos dones surgieron en los niños, un fenómeno inexplicable en cuanto a su origen. El mundo se sumió en la oscuridad y el peligro, mientras los niños eran fácilmente corrompidos y los que resistían eran vencidos por los más fuertes. En medio del caos y la destrucción, emergió él, una figura que había acumulado seguidores a lo largo de los años. Aunque su nombre era un misterio, se hacía llamar Tánatos. Su elocuencia persuasiva inspiró a sus seguidores a buscar orden en un mundo desgarrado por conflictos constantes. Sin embargo, todo era una mera farsa, ya que su verdadero objetivo era someternos a todos bajo su dominio. Los pequeños grupos de seguidores de Tánatos, conocidos como el Circuito, arrasaron con todo lo que encontraron a su paso. Los desvalidos ante un ejército organizado y liderado por Tánatos perdieron sus libertades y derechos. En apenas tres meses, la humanidad quedó subyugada por el Circuito, las voces de oposición fueron apagadas una tras otra, dejando únicamente el eco de Tánatos, el arquitecto de esta nueva realidad. Poco a poco, el mundo fue olvidando lo que significaba la libertad, bajo treinta meses de gobierno absoluto.

No obstante, un rayo de esperanza, que había desaparecido en todos los rincones del mundo, resplandeció en el corazón de África. Una niña anhelaba recobrar su libertad, incluso mientras era destinada a las minas donde los esclavos de Tánatos eran enviados. Su nombre era Ndereba Harambee. Su madre había fallecido al darle vida, y su padre murió cuando ella tenía once años. Las condiciones en las que vivía su padre lo llevaron a padecer enfermedades cardíacas. A pesar de ello, luchó por mantener a su única hija. Cuando la mina colapsó sobre él, nadie extendió una mano para ayudar, ni siquiera los supervisores Circuistas. Harambee gritó y suplicó auxilio a sus amos, pero estos se burlaron de ella. De rodillas, sobre el suelo rocoso y afilado, rogó que rescataran a su padre. Él era todo lo que tenía en la vida, pero los guardias continuaron burlándose. En los últimos momentos de agonía y sufrimiento, su padre reunió las últimas fuerzas que le quedaban para tomar la mano de su hija y transmitirle sus últimas lecciones. "Nunca te rindas, lucha por tu libertad, nunca... nunca uses el don que te ha sido otorgado para hacer daño, úsalo para el bien. Por favor, nunca recurras a la venganza". Con estas palabras, yaciendo en el suelo abatido, abrazó por última vez a su pequeña, entregando su último aliento en los delicados brazos de su amada hija.

Su cuerpo fue arrojado de manera despectiva en una fosa común. Harambee no pudo hacer nada para asegurar un entierro respetuoso para su padre, en su lugar recibió golpizas por parte de sus opresores. Sin embargo, las circunstancias no mejoraron para ella. Tras la muerte de su padre, su carga de trabajo se incrementó a dieciocho horas y su período de descanso se redujo de cuatro a dos horas. Así transcurrieron dos largos meses en medio de ese tormento. Lentamente, su deseo de vivir se esfumaba. Los grilletes en sus tobillos quemaban y causaban dolor noche tras noche, día tras día. No había escapatoria de ese sufrimiento. Llorando, maldecía su existencia. Mientras dormía, hablaba con su difunto padre, expresando que ya no podía continuar, que no soportaba el dolor, el frío, el calor, el hambre, la sed y el agotamiento. Cargaba con todo esto, ya no deseaba seguir adelante.

Finalmente, un día intentó quitarse la vida ahorcándose. Sin embargo, cuando estaba a punto de llevar a cabo su triste decisión, observó a través de la ventana de su modesta morada a una niña un poco más joven que ella, suplicando ayuda para su madre, que se encontraba gravemente enferma. La madre se había desmayado en plena calle debido a la falta de alimento y los continuos trabajos forzados a los que era sometida. Y para colmo, estaba siendo golpeada en el suelo, mientras la niña intentaba detener a los maltratadores, aunque ella también era víctima de los abusos. Harambee se vio reflejada en esa niña y desde la ventana de su casa, sintió una inmensa indignación que recorrió todo su ser. Fue en ese momento que Harambee tomó una roca que sostenía con su mano izquierda y, con la fuerza de su puño, la destrozó. Esa misma roca que pensaba usar para atarla a su pierna y acelerar su propia muerte sin dolor.



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En el texto hay: filosofia, misterio romanse, misterio accion

Editado: 12.09.2024

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