Candado (la Boina Azul)

LOS ÚLTIMOS DOS

Te lo vuelvo a repetir, ¿qué diablos quieres?

—Relájate, solo quiero que sepas que tu Borrador está en mi casa.

—¿Quieres que pague un rescate o qué?

—No me hables en ese tono, pedazo de basura. Quiero que sepas que unos malnacidos me han atacado a mí y a tu amigo.

¿Qué amigo?

—Tu amigo Addel Schrödinger.

¿Harry? Dios mío, ¿Está bien? ¿No le ha pasado nada?

—De hecho sí, una mujer le lanzó una bolsa de plástico en la cara. Eso hizo que se sintiera mal y perdiera su "máscara" de humo.

Rayos, le dije que no fuera tras su captura. Se lo dije, pero no me escuchó. Yo sabía que esto le iba a pasar, lo sabía. Lo tenía muy en claro —decía Esteban mientras golpeaba su escritorio.

—Deja de hacer tanto alboroto. Hipólito le está creando una vacuna para que mejore. No pasa nada.

Es que tú no lo entiendes. Solo un Bailak puede curar a alguien como él. Su cuerpo es diferente al nuestro, por lo tanto, es inmune a nuestras enfermedades y drogas para el bienestar. Pero eso no implica que ellos no tengan sus propias enfermedades. Seguro que esa perra le lanzó sustancia carbónica.

—Espera un momento, los Bailak ya no existen. ¿Cómo es posible curarlo entonces?

¿Tú, un representante de la O.M.G.A.B., no tienes idea de que aún quedan dos Bailak vivos? Me da una tremenda pena que su líder sea un ignorante en ciertos temas de la historia.

Candado se enojó y encendió sus ojos de un color violeta.

—Voy a desollarte y tiraré tus malditas partes al río Pilcomayo.

Ya tendremos un momento y un lugar para pelear, pero ahora uno de mis camaradas está grave, así que te voy a pedir un favor de caballero a otro. Quiero que encuentres a Martina Gómez.

—¿Quién es ella? —preguntó Candado mientras se calmaba.

—Es un Bailak, como lo dije antes. Ella es la única que puede curarlo. Lamentablemente, no sé cuál es su ubicación, pero podrías preguntarle a él.

—Bien, buscaré la forma de despertarlo.

Ten cuidado con lo que le vas a hacer, porque si algo le llega a pasar, seré yo quien te desollará.

—Quisiera ver que lo intentes. Luego, Candado colgó el teléfono, sin saber demasiado de lo que le habían hablado.

Decidió consultar con su mejor amigo, Héctor. Después de todo, él es el único que estudia esas cosas, incluso hasta el color de corbata que llevó Iván Crusoe para la apertura de las naciones en 1920. Tomó el teléfono y marcó su número de móvil.

Por otro lado, Héctor se encontraba en el gremio firmando documentos para la reparación de la casa de Pio. Su rostro reflejaba satisfacción, ya que leía con cuidado cada uno de los documentos. Cuando sonó su celular, Héctor lo agarró sin dejar de leer los papeles.

—¿Diga?

—Soy yo, Héctor.

—Ernest Barret, ¿Cómo van tus vacaciones?

—¿Por qué me llamas por mi nombre?

—Ya sabes, aunque tu nombre sea Candado, sigue siendo un título de líder en este gremio. Pero ya no eres líder, así que puedo llamarte por tu nombre, por tu primer nombre, ¿si quieres?

—Me han llamado tanto por ese nombre que terminé aceptándolo.

Bueno, ¿qué necesitas de mí?

—Quisiera que me hables un poco de los Bailak.

—Espérame un momento.

Héctor se puso de pie y se dirigió a un librero, pasó su dedo índice por cada lomo de los libros hasta que llegó a uno que era negro, lo sacó y leyó el título, "Descendencia Arcaica". Héctor asintió con la cabeza y se lo llevó, luego volvió al escritorio y comenzó a hojearlo, pasando cada página del libro. Cada una de esas hojas hablaba sobre los poderes de cada ser en el universo, el espíritu de cada humano, el manejo adecuado de la magia, etc. Pero lo que importaba era lo que Candado le había preguntado a Héctor, y lo encontró.

—Aquí está.

—Por fin, estaba empezando a aburrirme.

—Según este escrito, dice que la palabra "Bailak" proviene de la palabra "Balcanes", ya que este raro tipo de personas fueron encontradas allí. Estas personas se caracterizaban por manejar todo tipo de poder. De hecho, ellos compartieron sus enseñanzas sobre cómo manejar su poder en 1918. Iván Crusoe, el representante de la O.M.G.A.B., fue personalmente a solicitar su ayuda. Se estima que había más de 8.000.000 de Bailak en todo el mundo, pero a lo largo de los años fueron cazados por todos debido a su magnífico don. Por lo general, eran pacíficos y siempre buscaban el bienestar de los demás. A pesar de ser inmortales, sus espíritus se les arrebataban para conseguir sus poderes, dejando un cascarón frío y doloroso, que generalmente provocaba la muerte al año siguiente. El último Bailak que quedaba vivo se suicidó en 2002, siendo este el último de su especie.

—Ya veo.

—Ahí lo tienes. Los Bailak se extinguieron hace diez años, dudo mucho que alguien esté vivo hoy en día. Candado miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo escuchara y dijo.

—Creo que hay un sobreviviente.

—¿¡QUÉ!?

—Créeme, lo es. Esteban me lo dijo.

—¿Y crees lo que te dice un Circuista? Más bien, ¿crees lo que te dice tu enemigo?

—No creo que me mienta, sobre todo si uno de sus colegas corre un gran peligro —dijo Candado mientras veía a Addel.

—Creo que tienes razón, más allá de que sean nuestros enemigos, él nunca dejaría atrás a sus compañeros.

—Por eso necesito tu ayuda.

—¿Qué quieres exactamente?

—Atacaron mi casa, uno de los subordinados de Esteban me ayudó a pelear contra ellos, pero se distrajo y ahora está envenenado. Según lo que me dijo Esteban, un Bailak puede curarlo. Pero, ¿Cómo puedo distinguir a un Bailak de una persona?

—Es sencillo, los Bailak tienen una marca tatuada de una media luna en sus frentes. —Podría empezar por ahí entonces.

—Espero que tengas éxito. Cuéntame la historia completa más tarde, ¿sí?

Después de decir eso, Héctor colgó, y Candado fue al living para intentar despertar a Addel. Este vio cómo Hipólito trataba de curarlo, pero no funcionó, ya que cada vez que le inyectaba la vacuna, la jeringa se destruía o simplemente no atravesaba su piel. Era como si tuviera algún tipo de protección fuera de su cuerpo.



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En el texto hay: filosofia, misterio romanse, misterio accion

Editado: 19.06.2025

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