Candado (la Boina Azul)

TESTIGOS DE UN CAOS

Él estaba en frente, caminando tan tranquilo como siempre. Candado era el único que podía identificarlo.

—¿Estás seguro? —preguntó Héctor.

—No hay duda.

—Espera, ¿qué está haciendo?

Candado y Joaquín vieron cómo Desza sacaba un machete y lo incrustaba en el cuerpo del policía anciano y gordo.

—¡MARIO! —gritó Joaquín.

Este grito alertó a todos los presentes.

—¿Qué sucede, jefe? —preguntó Krauser.

Joaquín volteó y dijo:

—¡TODOS, RÁPIDO! ¡HAY QUE...!

—¡CUIDADO! —gritó Candado.

En ese preciso momento, una piedra muy grande destruyó la ventana y cayó sobre Joaquín y Candado.

—¿¡QUÉ ES ESTO!? —gritó Hammya.

Krauser y Héctor corrieron hasta la destrozada ventana. Ambos pudieron visualizar al autor del ataque, un sujeto con una armadura medieval, levantando la mano hacia su posición.

—Azricam —dijo Héctor sorprendido.

La piedra barrió con todo el lugar, destruyendo no solo la ventana, sino la sala entera. Afortunadamente, gracias al escudo de Cantero, salieron ilesos. Sin embargo, Joaquín y Candado quedaron atrapados bajo la piedra.

—¡CANDADO! —gritó Clementina.

Héctor y Krauser se alertaron y volvieron su preocupación hacia ellos.

Johan corrió hacia la piedra y le metió una patada que la destruyó. Debajo de las cenizas, estaban Candado y su amigo, quien había usado su flama como escudo para protegerse a sí mismo y a Candado.

Hammya corrió hacia Candado y lo ayudó a ponerse de pie, mientras Moneda y Ruth ayudaban a Joaquín, quien tenía una herida en la frente que sangraba.

—Rápido, hay que detenerlos.

Después, Joaquín se desmayó.

Candado recuperó rápidamente su postura y corrió hacia el enorme hoyo que había provocado esa roca, con los demás siguiéndole. Ahí lo vieron: Desza, desquiciado, estaba encima del muro riéndose mientras levantaba su machete ensangrentado y gritaba.

—¡ES HORA DE QUE SEAN DESTRUIDOS! —luego fijó su vista en el enorme agujero que había hecho la piedra de uno de sus camaradas, miró a Candado, con su ropa sucia y una enorme felicidad—. ¡CANDADO, ES HORA DE QUE PAGUES POR LO QUE ME HAS HECHO! —luego bajó su machete como un general, y sus subordinados saltaron los muros, mientras otros derribaban la puerta grande.

—Desgraciados —Candado volteó y vio a sus camaradas—. Moneda, Ruth y Cantero, quédense y cuiden a Joaquín. El resto, venga conmigo. Clementina, llama a nuestros compatriotas.

—¿Qué vas a hacer, Candado?

—Cantero Agostina, confío en tus poderes de escudo. Quiero que nos bajes por ahí —dijo Candado mientras señalaba el agujero.

—Pero son como trece pisos, es una locura.

—Hazlo ahora, por favor.

—Bien, lo haré.

—Ya se ha hablado.

Cantero extendió sus manos hacia ellos y comenzó a crear una esfera amarilla a su alrededor, elevándolos por los aires.

—¿Estás seguro de que funcionará? —preguntó Rozkiewicz.

—No tengo idea, pero confío en que lo hará bien.

Las palabras de Cantero preocuparon a los demás, y sus rostros reflejaban arrepentimiento por haber escuchado a Candado. Sin embargo, Cantero seguía concentrándose, confiando en que podría lograrlo. Una vez que los elevó por los aires, comenzó a bajarlos rápidamente, como si estuvieran cayendo.

—¡VAMOS A MORIR! —gritaron Rozkiewicz y Héctor.

Pero para su sorpresa, no fue así. No murieron, y la operación fue un éxito; Candado y los demás llegaron al suelo.

—Bien, sepárense y neutralícenlos.

—No me separaré de usted —dijo Clementina.

—Ni yo —añadió Héctor.

—Bueno, bueno, vamos a por ellos.

Todos (excepto Johan) asintieron y gritaron:

—¡POR HARAMBEE!

Luego de ese grito, todos tomaron caminos opuestos y se dirigieron hacia el enemigo.

El lugar se convirtió en un campo de batalla, con niños peleando contra adultos armados y enmascarados. No podían creerlo; la agencia estaba siendo atacada, había fuego y disparos. Cada uno hacía lo que podía para retenerlos y proteger a sus camaradas.

Sofía corría hacia una multitud de sujetos armados con ametralladoras que disparaban indiscriminadamente. Lo curioso es que llevaban un águila en sus pechos. Ella, utilizando sus poderes de la naturaleza, usaba el terreno como arma. Con su báculo, golpeó el suelo con fuerza y de la tierra emergieron raíces que atraparon a los sujetos armados y los arrojaron al suelo. Luego, con gestos de sus dedos, manejaba a voluntad cada raíz de los árboles como si fuera una extensión de su cuerpo.

Sofía notó que recibía disparos por la espalda y, rápidamente, dio un fuerte pisotón en el suelo, provocando que árboles inmensos crecieran y la rodearan para protegerla de las balas. Una vez segura, enterró sus manos en la tierra, y su piel comenzó a convertirse lentamente en un mineral extraño que la cubría por completo.

—Sientan la ira de la naturaleza, perros sarnosos.

Los árboles bajaron y revelaron a una Sofía cubierta de un extraño mineral azul. Era más ágil, corría y daba puñetazos limpios. De vez en cuando, usaba su magia y su báculo para invocar las raíces y atacar a los enemigos. Finalmente, se encontró con una niña de piel roja y ojos totalmente blancos, con una capa negra y una corona.

—¿Quién diablos eres? —preguntó Sofía mientras señalaba a la niña con su báculo.

La niña mostró una sonrisa y levantó la mano, de la cual salió lava. Sofía logró esquivarla, pero también vio un charco de lava que consumía la tierra.

—Ya lo entiendo, tú eres Andrea Rŭsseŭs.

—Es hora de que te derritas, gremialista —dijo Andrea con una voz aparentemente suave y dulce.

Por otro lado, Walter Dussek corría por el lugar, ayudando a los heridos y deteniendo el ataque de los Testigos mientras todos entraban en los bunkers. Los estudiantes de rango rojo y blanco, que no todos tenían experiencia en combate, buscaban refugio. Walter recorría la zona en busca de personas que necesitaran ayuda hasta que se vio atrapado en un fuego cruzado, con los del rango verde luchando contra el enemigo. Walter se acuclilló y comenzó a recitar unas palabras en Greven, el lenguaje de los Zilido del pueblo de las montañas desiertas de Salta y Jujuy. Mientras hablaba en un dialecto extraño, una especie de armadura hecha de cactus brotó de su cuerpo, ocultando todo su cuerpo y cabeza, dejando solo su rostro a la vista.



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En el texto hay: filosofia, misterio romanse, misterio accion

Editado: 19.06.2025

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