Candado (la Boina Azul)

LA MARCA DE LOS PROFANADORES

Después de los acontecimientos, Desza y su grupo de secuaces encontraron refugio en un bosque alejado de Resistencia, en una casa abandonada. Allí aguardaron hasta que cayó la noche, habiendo logrado eludir al escuadrón de captura de Almirón después de una tarde llena de intentos. La suerte estuvo de su lado, ya que perdieron a treinta y ocho de los cuarenta hombres que habían enviado para eliminarlos. Fue sencillo recompensar a los supervivientes con diez millones de dólares cada uno, quienes se marcharon con una maleta llena de dinero. Desza estaba eufórico por haber obtenido los documentos secretos de los Gremios, los cuales habían buscado durante mucho tiempo para traer de vuelta a Tanatos y purificar el mundo corrupto.

Cuando la noche se cernió sobre ellos, Rŭsseŭs proporcionó la luz necesaria para que pudieran ver, habiendo pasado de mil a tan solo once miembros en el grupo. Desza se acomodó en una silla de madera deteriorada por la humedad.

—¿Quién habría imaginado que esta casa sería nuestro refugio? —comentó Dockly mientras limpiaba su rifle.

—¿Viviste aquí antes, Desza? —preguntó Jørgen mientras miraba por la ventana.

—Por supuesto que sí, aquí pasé hambre.

—Suena triste —mencionó Jørgen.

—Ja, lo sería si importara, ¿no? —respondió Desza antes de soltar una risa salvaje que dejó a todos perplejos. Jørgen, curioso, se volvió para ver qué le hacía reír de esa manera.

—La vida puede ser una caja de sorpresas; solo depende de cómo le demos significado, ya sea bueno o malo.

Todos prestaron atención a las palabras de Desza, hasta que decidió poner fin a la charla.

—Basta de palabrería. Hoy celebraremos el logro de nuestros camaradas Jørgen e Isabel. Les pido un aplauso para ellos, por favor.

Desza clavó su machete en el suelo y todos comenzaron a aplaudir con alegría en sus rostros. Isabel se sintió halagada por la adoración que recibía, mientras Jørgen, a pesar de su expresión triste y vacía, alzó la cabeza y miró fijamente a Desza.

—Señor, ¿le importaría si soy yo quien toma la primera guardia?

—No, por supuesto que no —respondió Desza, confundido por la solicitud.

Una vez obtenido el permiso, Jørgen abrió la puerta y salió de la casa. A medida que se alejaba, los ruidos de la celebración se volvían más tenues. Transformando sus brazos en metal, comenzó a cortar la maleza alta que lo rodeaba antes de sentarse bajo la luz de la luna llena, que proporcionaba suficiente iluminación. Por primera vez en mucho tiempo, Jørgen mostró una sonrisa mientras contemplaba el cielo nocturno.

Isabel salió de la casa de repente y decidió seguir a Jørgen. Caminó escudriñando la zona hasta que finalmente avistó su espalda. Notó de inmediato que Jørgen estaba en paz, lo cual era una rareza. Cada vez que lo había visto antes, siempre estaba en estado de alerta máxima. Además, recordaba las noches en las que compartían el mismo lugar para dormir; él pasaba horas mirando por la ventana al cielo nocturno, sin cerrar los ojos para descansar. Era un enigma en cuanto al sueño.

Isabel se acercó con precaución, tratando de no asustarlo, hasta que decidió tocar su hombro. Jørgen no reaccionó bruscamente, simplemente se giró para encontrarse con la mirada de Isabel. A pesar de las profundas ojeras que oscurecían sus ojos, pudo ofrecer una tenue y tranquila sonrisa.

—Buenas noches, Isabel.

—Buenas noches, Jørgen. ¿Te importa si me siento a tu lado?

—No, por supuesto que no.

Isabel ajustó su vestido y se sentó en el tronco, asegurándose de poner un pañuelo en el lugar para no ensuciarse.

—¿Por qué no estás adentro con los demás? —preguntó ella.

—Podría hacerte la misma pregunta, Isabel. ¿Por qué estás afuera?

Él la miró a los ojos durante un momento y luego volvió la vista al cielo nocturno.

—Como mencioné antes, estoy de guardia.

—Jørgen, en todas las reuniones y celebraciones, siempre te mantienes apartado o simplemente ignoras nuestra presencia. ¿Por qué? Hoy es un día especial; hemos asestado un golpe mortal a los Gremios. Por favor, celebra con nosotros.

—...

—Por favor, contéstame —insistió Isabel.

Jørgen bajó la vista, pero mantuvo su cabeza en alto.

—¿Celebrar, dices?

—Sí, celebrar.

—¿Qué hay que celebrar? ¿Celebrar el hecho de que masacramos a unos niños?

—Si piensas de esa forma, ¿por qué viniste con nosotros?

—Yo busco un mundo más justo, no quiero destruirlo para volverlo a construir. Esas criaturas, seguramente eran personas normales como tú y yo, con una familia muy unida, y nosotros les quitamos todo. ¿Eso es lo que quieres celebrar?

Isabel quedó reflexionando por lo que dijo, pero luego decidió preguntar nuevamente.

—Si piensas así, ¿por qué sigues con nosotros?

—Porque ustedes son mi familia —respondió Jørgen—. Perdí a todos los que me importaban hace cuatro años, cuando yo tenía diez años. El fuego apareció y arrasó con todo, mis hermanos, mis padres y mis madres, todos ellos, muertos por la noche y por un desconocido. Fue en ese momento que conocí a Desza, tomó mi mano cuando nadie más quiso. Él me dio un hogar y me dio a ustedes. Es por eso que decidí callármelas todas y no reflexionar por lo que hago yo o él. Sin embargo, cada vez que voy con Desza a causar problemas o a golpear a gremialistas con los que yo nunca tuve tratos, siento a la hermana Rosa en mi cabeza diciéndome que soy una deshonra a las cosas que me enseñó. Pero no puedo hacer nada, porque no quiero perderlos.

Isabel quedó perpleja por todo lo que estaba escuchando. Era la primera vez que veía a Jørgen de esa forma, arrepentido por el camino que había tomado. Decidió preguntarle más sobre él.

—¿A caso todo esto tiene que ver con el hecho de que no duermas?

Jørgen miró a Isabel, sorprendido por la pregunta, pero decidió confesarlo. Después de todo, no era un secreto.

—Verás, yo perdí a mis seres queridos mientras dormía, y hasta el día de hoy me culpo por eso. Si tan solo hubiera estado despierto, ellos aún estarían vivos y yo no me hubiese convertido en lo que soy ahora. Pero cuando los conocí a ustedes, sentí que una puerta se abrió ante mí, dándome otra oportunidad de proteger lo que yo no pude proteger. Y desde ese día, cuando estreché las manos con Desza, me hice una promesa a mí mismo de jamás darme el placer de dormir, para estar alerta de cualquier peligro que pudiera perjudicarlos.



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En el texto hay: filosofia, misterio romanse, misterio accion

Editado: 19.06.2025

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