Después de los acontecimientos recientes, Candado ya no tenía la intención de hablar con Chandra; en cambio, quería dirigirse a la sede de la O.M.G.A.B. y exponer lo sucedido para que tomaran medidas. Los efectos de lo ocurrido no se hicieron esperar y repercutieron en los Gremios y los Semáforos. Las familias de las víctimas exigían respuestas, incluyendo a los responsables. Sin embargo, lamentablemente, se tuvo que dar una versión parcial de la verdad, ocultando ciertos detalles a las familias afligidas.
Se difundió la historia de que se trataba de unos asaltantes que habían escapado de los Gremios y que buscaban provocar la ira de los Semáforos. Pero nadie creyó esta versión; las familias sabían o creían saber que los verdaderos culpables eran los Circuitos. A pesar de esto, Candado decidió contar toda la verdad y revelar la identidad de los Testigos, con la esperanza de que no se cargara toda la culpa sobre los Circuitos. Expuso todos los detalles relacionados con el incidente, pero los resultados no fueron alentadores. Solo un puñado de personas escucharon y creyeron su versión, mientras que la mayoría, incluidos los que lucharon ese día, culparon a los Circuitos, a pesar de la presencia de Esteban para ayudar.
Candado se encontró impotente para demostrar su inocencia en estos hechos, y el sentimiento generalizado apuntaba hacia los Circuitos. Los familiares de las víctimas avivaron las llamas de los malentendidos, exacerbando la hostilidad hacia los Circuitos. Lamentablemente, los indicios de una nueva guerra en Argentina comenzaron a surgir. Esteban se vio incapaz de limpiar el nombre de los Circuitos, y sus superiores comenzaron a desconfiar de su liderazgo en el F.U.C.O.T. Además, se consideraba seriamente destituirlo de su cargo, con la idea de convocar a elecciones para elegir a un nuevo Mariscal Íntegro.
Todos los candidatos a la posición mantenían firmemente las ideas de Tánatos, que consistían en destruir a los Gremios y evitar cualquier posible diálogo con sus enemigos. La facción ortodoxa del partido de los Circuitos tenía una alta probabilidad de ganar las elecciones. El favorito de Esteban, Morfeo Cristopher, conocido como Póker, era alguien a quien Esteban despreciaba profundamente, pues no soportaba la idea de que alguien con una mente tan cerrada asumiera el liderazgo del F.U.C.O.T.
Las cosas no mejoraron como se habría esperado. En los Semáforos, un clima de temor se apoderó de la población. El día de la tragedia, las víctimas eran personas que apenas comenzaban a descubrir sus poderes, lo que había debilitado significativamente la eficacia de la guardia local. Se reforzaron las filas de la guardia Roja, Amarilla y Verde, compuesta por individuos experimentados y altamente especializados, quienes permanecían alerta las veinticuatro horas del día.
Rozkiewicz se aseguró de que sus compañeros recibieran entrenamiento intensivo en combate, con la esperanza de estar preparados para un posible segundo ataque. Joaquín, por su parte, se vio obligado a viajar a Nepal para dar explicaciones sobre la exoneración de la investigación sin consultar a Julekha Chandra. Walter Dussek regresó a su pueblo natal y proporcionó todos los detalles de lo sucedido, repitiendo constantemente la palabra "Testigos".
Sofía hizo lo mismo y regresó a su ciudad natal, evitando hablar de los eventos en los Semáforos y centrándose en su enfrentamiento con la mujer que la había humillado, Rŭsseŭs. Johan se dedicó a viajar por el mundo en busca de información sobre los individuos que habían intentado asesinarlos. Por último, Cantero, un individuo que se negaba a causar daño a cualquier ser humano, permaneció en Resistencia, buscando soluciones para prevenir otro posible ataque.
Por otro lado, Candado también enfrentaba sus propios problemas. Un día después de los acontecimientos, las demandas de los Gremios de Argentina dirigidas a la O.M.G.A.B. comenzaron a multiplicarse de manera alarmante. En tan solo veintiocho horas después del incidente, la nación entera estaba clamando por una acción por parte de Candado. Sin embargo, él no tenía conocimiento de esta creciente presión, ya que vivía en un pequeño pueblo donde solo había dos gremios, uno de los cuales era liderado por él, y el otro por Tarah. Además, un Circuista, obviamente bajo el mando de Esteban, también estaba presente en el pueblo.
Mientras tanto, los presidentes de la O.M.G.A.B. estaban sumidos en la desesperación al tratar de encontrar una respuesta adecuada. Candado había sido sancionado previamente por su comportamiento violento hacia un representante gremial, y para evitar que Yuuta, quien había asumido temporalmente el cargo de presidente, se convirtiera en el blanco de las iras de la población, se mantuvo la apariencia de que Candado seguía en el poder, aunque en realidad había sido destituido temporalmente. A pesar de que llegaban cartas y solicitudes de reuniones con Candado a la sede de la O.M.G.A.B., no se podía hacer nada al respecto. Yuuta no ofrecía explicaciones coherentes y solo ensayaba respuestas poco convincentes.
La situación continuó sin cambios durante dos días, hasta que Candado recibió una llamada de Jacqueline Crusoe, quien le instó a acudir de inmediato para evitar una confrontación. Candado aceptó la invitación y, como había prometido, se dirigía a la Organización Mundial de los Gremios Adjuntos Bernstein ese mismo día. La llamada se produjo a las 17:42 de la tarde, y Candado se preparó apresuradamente, con la intención de identificar a los verdaderos responsables del atentado y encontrar una solución al problema. Ajustándose la corbata roja, salió de su casa en dirección al gremio, donde se reuniría con Héctor para cumplir con sus deberes como Candado o presidente del Gremio Roobóleo.
Cuando Candado llegó a la entrada de la casa, se ajustó su chaleco negro y abrió la puerta. En el interior, encontró a Anzor y Lucas jugando al truco, tan absortos en su juego que no notaron su llegada. Candado sacó una moneda de un peso de su bolsillo y la arrojó sobre una mesa cercana para llamar su atención. Fue entonces cuando ambos se pusieron de pie y lo saludaron, colocando sus brazos en forma de escuadra sobre sus pechos.