Candado (la Forma de la Luz) Episodio 3

LOCURA SILENCIOSA

Jørgen Czacki caminaba por un pasillo de escasa iluminación, sus pasos resonaban en el silencio del lugar. En sus manos cargaba un ramo de flores blancas. Avanzó hasta detenerse frente a la puerta con la placa "9-D". Colocó su mano izquierda en el picaporte y la abrió.

En el interior, Ocho y Rŭsseůs estaban sentadas junto a la cama donde yacía Desza, el Profanador, sumido en un sueño profundo.

—Buenas noches, señoritas —saludó Jørgen.

Rŭsseůs asintió levemente con la cabeza, mientras Ocho se puso de pie.

—Buenas noches, Czacki.

Jørgen se acercó a la mesa de luz y retiró las flores marchitas para reemplazarlas con las frescas que había traído.

—Pueden irse a dormir, chicas. Yo me quedaré aquí.

—¿Se lo dijiste a Isabel? —preguntó Rŭsseůs.

—No lo hice, Andrea, porque sé que no le gusta la idea de que yo haga esto.

—¿Esto? —Ocho lo miró con curiosidad.

—Ha pasado un mes desde que el jefe Desza quedó inconsciente. No tenemos instalaciones decentes para tratarlo, así que me encargo de darle energía para que su cuerpo siga funcionando.

—No tienes por qué hacer eso. Todos aquí...

—No, Ocho. Yo soy el único que puede hacerlo. Sin ánimo de ofender, pero sus poderes no pueden alimentar a Desza. No saben cómo transferir energía de un cuerpo a otro.

—Te lo dije una vez y lo diré otra vez —intervino Rŭsseůs, con una mirada severa—. Tienes que dormir.

—No, no lo haré. Ahora lárguense.

Rŭsseůs se puso de pie y alzó la mano para abofetearlo, pero Jørgen reaccionó rápido y le sujetó la muñeca.

—No te culpo por tu furia, pero sabes que tengo razón —dijo con frialdad—. O acaso me dirás que no perdiste miserablemente contra aquella dríade.

El enojo de Rŭsseůs se intensificó hasta que su piel comenzó a calentarse de forma antinatural. Jørgen, al notar el cambio, la tomó del cuello con firmeza.

—Abstente de hacer una estupidez aquí. Ya tuvimos suficiente suerte de que Pullbarey nos diera esta habitación para él. No compliques nuestra situación, Andrea. Sería más inteligente que canalizaras tu ira en algo productivo, como entrenar para no volver a perder tan lamentablemente.

—¡Alto, por favor, detente! —intervino Ocho, con el rostro tenso.

Jørgen la soltó y se alejó de Rŭsseůs, mostrandose un poco alarmado.

—Lo siento... es que... lo siento.

—No, yo lo siento —murmuró Rŭsseůs antes de salir de la habitación, cargada de ira y tristeza.

Jørgen se pasó la mano por el rostro y miró a Desza.

—¿Qué estoy haciendo...? Esto es mi culpa. Volví a fracasar. No pude hacer nada.

Días atrás.

Desza se lanzó contra Ramiro, el Campeón, un hombre conocido por su fuerza descomunal. Machete contra puño. Locura contra cordura.

—¿Por qué no te quedas quieto? —se burló Desza.

Los ojos de Ramiro brillaron con intensidad antes de atrapar su muñeca y atraerlo violentamente hacia él, golpeando su frente contra la de Desza.

—Se acabaron los juegos, Profanador.

Desza quedó sorprendido. Un instante después, Jørgen corrió hacia ellos, pero fue demasiado tarde. Ramiro le fracturó el cuello a Desza. Este cayó al suelo instantáneamente, sus ojos llenándose de sangre.

Una figura sombría apareció detrás de Ramiro y posó una mano en su hombro.

—No podrás ganarle. Vámonos.

Ramiro miró a Jørgen, que se aproximaba con furia dibujada en el rostro.

—Sangre por sangre. Yo he cumplido. Que el tiempo decida su destino —luego miró a su acompañante—. Vámonos. Que el mundo sepa de esto.

Ramiro y su compañero desaparecieron antes de que el puño de Jørgen pudiera alcanzarlos.

—Desza ha muerto —susurró.

Se arrodilló junto al cuerpo de su compañero y lo tomó entre sus brazos. Su rostro se torció de dolor y dejó escapar un sollozo.

—Otra vez no... ¿Por qué? ¿Por qué no pude protegerlo?

—Vaya, esto es un desastre.

Jørgen alzó la vista rápidamente y vio a Pullbarey, acompañado de Greg.

—Me voy seis días y me encuentro con esto. Vaya, ustedes sí que son mejores perdiendo que ganando.

—¡Por favor! ¡Sálvalo! —gritó Jørgen, desesperado.

Pullbarey suspiró.

—Greg, lleva su cuerpo al auto.

—Como usted diga.

El anciano tomó a Desza en brazos y se alejó. Jørgen intentó seguirlos, pero Pullbarey le detuvo con un dedo en el pecho.

—Hay algo que quiero que hagas, Czacki.

—Tengo que estar a su lado.

—Lo harás. Pero primero, investiga a esta persona —Pullbarey sacó una fotografía y se la entregó.

—Hammya Saillim...

—Hace poco despertó mi interés, en especial su nombre. Quiero un seguimiento.

—Lo haré, pero con una condición: déjeme estar al lado de Desza esta semana.

—De acuerdo. Tienes una semana.

Presente.

—Lo lamento, señor.

Jørgen se inclinó y besó la frente de Desza. Luego sacó de su bolsillo una cartera que contenía una jeringa, la extrajo de su estuche, se arremangó la manga izquierda y se inyectó, extrayendo su propia sangre. No parpadeó al sentir la aguja perforar su piel. Con movimientos calculados, procedió a inyectársela a Desza.

Poco después, se arrodilló abruptamente y comenzó a toser salvajemente. Con la poca fuerza que le quedaba, alzó su brazo derecho y tomó la mano de Desza.

—Tienes que abrir los ojos...

En ese momento, la puerta se abrió y entró Isabel con un plato de comida. Al verlo en el suelo de esa forma, sus manos temblaron. Lentamente, bajó la bandeja sobre una mesa, derramando un poco de su contenido fuera del plato.

—¡Jørgen!

Corrió hacia él y lo sostuvo contra su cuerpo.

—Te dije que no hicieras locuras.

—Lo siento... en verdad lo siento.

Con esfuerzo, Isabel logró sentarlo en una silla.

—Debes descansar, no puedes seguir haciendo esto.

—Tengo que hacerlo, es la única manera de salvar a Desza.

Isabel suspiró, resignada.

—Eres un cabeza dura.

—Siento ser así...



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En el texto hay: romance, fantasía drama, fantasa drama

Editado: 06.12.2025

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