Candado (la Forma de la Luz) Episodio 3

LILA

Al día siguiente. Candado estaba sentado en su cama, discutiendo con su amigo Héctor. Era por la tarde, y en casa aún se respiraba el entusiasmo por la noticia del embarazo de Europa. Tan grande era la emoción, que ella misma había llamado a todos sus amigos para contarles, tal como lo había hecho otras veces, con ese tono alegre y efusivo que la caracterizaba.

Por otro lado, Héctor se ponía al día con Candado, contándose mutuamente todo lo ocurrido durante el tiempo que habían estado distanciados.

Pero la charla tomó un giro incómodo cuando Candado mencionó un nombre prohibido: Lila.

Solo con pronunciarlo, ambos parecieron venirse abajo.

—Insta Kill —murmuró Héctor, arrodillándose dramáticamente mientras se agarraba el corazón.

—Isukw (Mierda) —soltó Candado, golpeando su frente contra la mesa.

Era claro que había algo en ese nombre que les provocaba lo mismo: temor, incomodidad y una aversión profunda.

—Candado, gracias por tu hospitalidad, pero si me disculpas...

Candado lo tomó firmemente de la muñeca.

—Saltaremos juntos del puente, amigo mío.

Héctor comenzó a forcejear, intentando liberarse.

—¡Sabes que aún tengo pesadillas con eso! Y ni hablar de lo que me haría Viki si se entera...

—Lo siento, pero si eres mi amigo, saltarás conmigo para salvarme.

—Te lanzaría un yunque antes que leer esa carta. ¡Ni loco, no quiero saber lo que dice!

Candado se le abalanzó encima, inmovilizándolo contra el suelo.

—Está bien, vos ganás —cedió Héctor, resignado.

Candado lo ayudó a ponerse de pie, mientras añadía con una sonrisa:

—Pero que Joaquín lo escuche también.

Una hora después

Joaquín entró por la puerta, acompañado por Clementina.

—Vine en cuanto recibí el mensaje.

Candado y Héctor chocaron los cinco por detrás de sus espaldas, en un gesto cómplice.

—Bien, Clementina, ¿nos dejas solos?

—Claro. Nos vemos, Joaquín.

—Gracias por las galletas —añadió él con una sonrisa amable.

C L A C K

Se escuchó el seguro de la puerta cerrarse.

—¿Eh? Bueno, no importa... tu casa, tus reglas.

—¿Desde hace cuánto somos amigos? —preguntó Candado, directo.

—¿Eso es una pregunta o una respuesta con pregunta? —respondió Joaquín, desconcertado.

—Una pregunta —afirmó Candado con seriedad.

—Desde que tengo memoria he estado con ustedes —dijo Joaquín, relajando el tono.

—Nos alegra oírlo.

—Me están asustando... No hicieron nada ilegal, ¿verdad?

—Nada de eso.

Candado sacó una carta que tenía escondida detrás de su espalda.

—¿Qué es eso? ¿Renuncian? Lo siento, yo no soy quien para aceptar eso, vayan a Kanghar y llenen el formulario.

—Nada de eso —aclaró Candado con una sonrisa enigmática.

—¿Entonces qué es este secretismo? ¡Hablen ya!

—Es una carta muy especial de una vieja conocida.

—¿Glinka? ¿Lara? ¿Mariana? ¿Nancy?

—Si Ruth escuchara eso se pondría celosa —bromeó Héctor.

—Nuestra relación es terapeuta-paciente, Ramírez —replicó Joaquín con tono profesional.

—No es ninguna de esas —interrumpió Candado—. Es una carta de Lila.

Los ojos de Joaquín se apagaron por completo al escuchar el nombre.

—Insta Kill —repitió Héctor, cayendo nuevamente de rodillas y agarrándose el pecho.

—Isukw —murmuró Candado, inclinando la cabeza como si le pesara el alma.

Joaquín parpadeó varias veces y luego fingió normalidad.

—Creo que escuché mal. Tal vez se trata de otra Lila.

—Es Lila Cárdenas —confirmó Candado.

—Insta Kill.

—Isukw.

—Carajo —dijo Joaquín, bajando la mirada.

—Bien, ya que estás aquí...

—Nos vemos, tengo trabajo.

Joaquín se dirigió a la puerta, pero esta estaba cerrada con llave.

—Hijo de... lo sabías —murmuró al darse vuelta.

—Héctor ya se hundió conmigo en esta mierda. Es tu turno, Joaquín.

—¡Ni hablar! ¡Clementina, abrí la puerta!

—Lo siento, señor Barreto —respondió Clementina desde el otro lado—. El joven patrón me pidió que no la abriera hasta que él lo ordene.

—No pienso entrar en tu juego. Y si tengo que partirte la cara para salir de aquí, lo haré.

—Vamos a morir todos —dijo Héctor, con los ojos perdidos en el vacío.

—…De acuerdo. No puedo huir siempre. Tengo que hacerle frente.

—Estás temblando —observó Héctor.

—No puedo evitarlo… Le tengo miedo.

Candado aclaró la garganta.

—Veamos qué dice esta carta.

—¿Quién te la dio? —preguntó Joaquín.

—Henny.

—Oh, qué mal... Quería verlo —se apenó Joaquín.

Candado abrió la carta y comenzó a leer en voz alta:

Mis queridísimos amados míos: Joaquín Barreto, Héctor Ramírez y Candado Barret

Hace dos años que no nos vemos. Creo que ya va siendo hora. Sus cartas no me satisfacen. Quiero verlos. ¡Añoro tanto volver a verlos! Háganlo… o destruiré la prisión donde me hospedo y me encargaré de masacrar a todos sus “inquilinos”. Sobre todo a ti, Canda, mi príncipe. Ven, que tengo información importante para darte. Hécton, mi amor, también tengo algo que decirte, así que ven, por favor. Joachi, mi tesoro codiciado, tú también tienes algo que oír.
Tienen una semana para responder. Si no lo hacen… ya saben lo que les espera.

Con amor,
Lila
XOXOXO

—Esto se ve serio.

—Sí… muy serio.

—En fin, ¿qué haremos? —preguntó Candado.

—Yo no quiero verla.

—Impactantes palabras, Héctor.

—Yo, sinceramente, voto por ir a verla —intervino Joaquín.

—Estoy con Joaquín —asintió Candado.

—¡Candado!

—¿Qué? Nos hundiremos juntos.

—¡Eso no me ayuda! Acabo de volver y ya tengo que ir otra vez a Kanghar. Qué fastidio… no.

—Tienes razón. Partiremos mañana.

—Exac… ¡NO! No pienso irme otra vez.

—Tienes un día. Soy bondadoso.

—Candado, no me hagas esto…

Toc, toc, toc.

—Estamos ocupados. ¿Quién es?



#1217 en Fantasía
#200 en Magia

En el texto hay: romance, fantasía drama, fantasa drama

Editado: 06.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.