Candado (la Sangre Violeta) Episodio 2

ALIANZA PROFANA

Cae la noche sobre la ciudad de Montevideo, acompañada de una tormenta que inunda las calles con su estruendo. Gritos desgarradores resonaban desde todas partes. Una madre acababa de ver el cuerpo descuartizado de su hijo: sin ojos, sin lengua. Desza había sido el autor de esa atrocidad, y ahora toda la ciudad estaba como loca, buscándolo desesperadamente. Pero en el viento solo se oía la risa de un demente, retumbando en los ecos de la tormenta, alarmando a las autoridades. Los policías corrían de un lado a otro, intentando seguir esa risa siniestra, pero siempre que se acercaban, la carcajada parecía alejarse más y más. Desza estaba jugando con ellos. No había disfrutado lo suficiente con su víctima y quería seguir entreteniéndose un poco más, esquivando a la policía y a los Semáforos de la O.M.G.A.B. con astucia.

Sin embargo, el juego tuvo que detenerse. Había recibido una llamada de su compañero, Jørgen Czacki.

—El ratón cayó en la trampa —dijo la voz al otro lado.

Desza sonrió.

—Voy en seguida.

Decidido a terminar el juego, Desza se dejó ver por los agentes, su machete en la mano. Antes de que pudieran reaccionar, él se lanzó sobre ellos y los degolló con precisión.

—Qué aburridos son los policías —murmuró, limpiando la sangre de su machete en el uniforme de uno de los oficiales caídos.

Luego, guardó el machete y, con las manos en los bolsillos, se mezcló con la multitud. Las personas trataban de consolar a la madre destrozada, que abrazaba los restos de su hijo entre gritos de dolor. Mientras tanto, el culpable caminaba entre ellos, esbozando una sonrisa.

Desza llegó a un viejo edificio en construcción. Sin vacilar, abrió la puerta de una patada y se deslizó por la barandilla de las escaleras con una risa infantil.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Azricam.

—Es él —respondió Jørgen, mientras se lavaba las manos, aún manchadas de sangre.

Cuando Desza apareció, se deslizó con la gracia de un bailarín hasta Jørgen.

—¿Dónde está mi regalo, Czacki?

—En esa habitación —dijo Jørgen, señalando con el mentón mientras se secaba las manos.

Desza se dirigió hacia la puerta, parcialmente destrozada, y la abrió con delicadeza, solo para cerrarla con fuerza, haciendo que Rŭsseŭs y Dockly, quienes estaban dentro, se sobresaltaran. Frente a ellos, una joven de entre trece y catorce años, ensangrentada pero aún consciente, estaba atada a una silla.

—Jefe —dijo Dockly, en tono de respeto.

—Yeah, ¿dónde está la manada?

—Están con Ocho, haciendo un recado para la cara de metal —respondió Rŭsseŭs.

—Para Pullbarey —aclaró Dockly.

—Sí, ese.

—Pueden retirarse.

—Como ordene, señor —contestó Dockly con respeto, antes de salir junto a Rŭsseŭs.

Cuando se quedaron solos, Desza arrastró una silla hasta colocarse frente a la chica. Solo una mesa los separaba.

—Bien, ¿qué tenemos aquí? Arce Catherine Lourdes en persona. Una de las tres capaces de quitar la magia de la segunda alma.

Arce lo miró con odio y, sin pensarlo, le escupió sangre en la cara. Desza se quedó inmóvil, inmutable.

—Estoy acostumbrado a que la sangre salte a mi cara, señorita —dijo con calma.

—Eres basura, Desza.

Con una sonrisa fría, Desza puso su mano sobre la cabeza de Arce, como lo haría un padre con su hija, y de un violento movimiento la estrelló contra la mesa que los separaba.

—Es gracioso que sigas siendo valiente, incluso después de lo que te hizo Jørgen. Te dejó hermosa. No lo culpo, lo felicito. Después de todo, eres Arce, la que destruyó la vida normal de Isabel.

—No sé de qué me hablas.

—Jørgen no lo sabe —dijo Desza, soltándola y volteando la mesa para acercarse más—. Pero esos dos han estado bastante acaramelados últimamente, y yo, por supuesto, debía aprovechar la situación.

Desza la observó detenidamente, su voz tomando un tono más serio.

—Escucha bien, no es gracioso que algunos piensen que somos los Testigos de hace cincuenta años. No arrancamos almas ni implantamos otras. Es estúpido.

—Eso a mí no me interesa —respondió Arce con desprecio.

—Debería, ya que habrá una guerra entre ustedes, las cucarachas, y los Circuitos, los traidores.

—Eso no va a pasar.

—¿No? Esteban está muy ocupado buscando al asesino de su hermano marica, que por cierto soy yo. Candado, por otro lado, estaba bastante cómodo viviendo su pacífica vida mientras la O.M.G.A.B. me busca. Sus líderes están tan distraídos mirando el exterior de su sociedad, que ni se imaginan lo que pasará en su interior.

—Subestimas mucho a Candado.

—Candado es la cereza del pastel, no puedo vencerlo ahora que está en la cúspide de todo. Muy pocos saben de él, al menos físicamente, pero todo eso está por cambiar.

—Eso también está por terminar. Mi equipo irá por tu cabeza.



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En el texto hay: fantasia, romance, fantasa y magia

Editado: 07.07.2025

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