Candado (la Sangre Violeta) Episodio 2

LÁGRIMAS DE ESPINAS

Entonces comenzó el plan.

—Eso es una locura.

—De por sí, todo esto es una locura, Declan.

—No lo entiendo, Hammya —dijo Europa.

—¿Hammya? —preguntó Amabaray.

—Sí, ese es mi nombre. ¿Algún problema?

—N... no —murmuró Amabaray, visiblemente incómoda.

Hammya desvió la mirada hacia el campo de batalla.

—Candado está en una etapa sensible —dijo, su voz grave y firme—. Todo lo que hace refleja la ira y la tristeza que siente.

Señaló el enfrentamiento: Odadnac luchaba contra todos los Baris.

—Está jugando con ellos, probándolos. Eso significa que aún no domina por completo su cuerpo. Hizo lo mismo aquel día, cuando esa mujer usó las raíces para atraparlo.

—¿Esa mujer? Ah, te refieres a Rucciménkagri —intervino Clementina.

—Como mierda se llame —replicó Hammya con frialdad—. Lo que importa es que él pudo haber escapado, o incluso matarla, pero no lo hizo porque Candado lo impidió.

Arturo se adelantó, frunciendo el ceño.

—¿Estás diciendo que Candado está luchando internamente con ese tipo?

—¿Luchando? No. Candado está demasiado deprimido para resistirse. Si realmente estuviera peleando, su cuerpo ya habría empezado a fallar y alguno de los Baris lo habría herido hace tiempo.

—¿Entonces qué significa? —insistió Arturo.

Hammya exhaló con paciencia.

—Significa que Odadnac no puede controlar por completo el cuerpo de Candado. Está utilizando esta pelea para probar sus límites y lograr un dominio absoluto. Lo que necesito es que Amabaray cree un campo de fuerza alrededor de nosotros dos.

Héctor frunció el ceño.

—¿Por qué exactamente vos?

Declan, más directo, dio un paso al frente y la encaró.

—Sí, Hammya, ¿por qué tú?

Por primera vez, Hammya no sintió la intimidación habitual frente a Declan. Lo miró directamente.

—Porque yo sé cómo salvarlo. Sé cómo separar a Odadnac de su cuerpo. Ninguno de ustedes puede hacerlo.

Declan frunció el ceño, su voz era un desafío.

—Eso no responde a la pregunta. ¿Por qué?

Hammya apretó los puños y respiró hondo.

—Porque yo no estuve presente ese día en su cumpleaños. Si ustedes van, Candado sólo recordará cómo reaccionaron cuando insultó a Gabriela. ¿Qué creés que pensará si Héctor se le acerca? Recordará lo que le dijo, y sólo empeorará. Pero yo no tengo esa carga. Para él, no soy un recordatorio de su dolor.

Hammya se puso de pie y enfrentó las miradas inquisitivas de todos.

—¿Van a apoyarme o no?

Viki fue la primera en levantarse, seguida por Clementina, Pucheta, Walsh y finalmente el resto.

—Bien, hagámoslo.

Hammya corrió hacia el campo de batalla. Bórrbari fue el primero en notarla y, con un gesto rápido, ordenó a los Baris que se apartaran. Sin cuestionar, obedecieron. Odadnac, desconcertado, observó cómo sus oponentes retrocedían, creando un espacio vacío a su alrededor.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando una figura se le acercó a gran velocidad. Hammya saltó con precisión felina, su rostro impasible. Lo tomó de la cintura, lo alzó por los aires y lo estrelló contra el suelo frente al árbol donde esperaba Amabaray.

—¡CÍRCULO! —gritó Hammya.

Odadnac intentó patearla mientras estaba distraída, pero ella bloqueó el golpe con su antebrazo. A pesar de esto, el impacto fue suficiente para desequilibrarla y hacerla caer. Odadnac trató de escapar, pero el círculo ya estaba cerrado.

Rodeado por sus enemigos, intentó atacar a Héctor, quien, según su lógica, era el más débil. Sin embargo, Lucas lo sorprendió escupiendo fuego, Clementina disparó certeramente, y Héctor le propinó una patada en el pecho que lo devolvió al centro del círculo.

—¡AMABARAY! —gritó Hammya.

Amabaray extendió sus alas y se elevó en el aire. Con un movimiento preciso, generó un campo de fuerza celeste que encerró a Hammya y a Odadnac, dejando a los demás fuera. Sin embargo este empezó a golpear violentamente el campo para poder salir, pero nada parecía siquiera agrietarlo.

—No funcionará —dijo Hammya mientras caminaba hacia él—. Aquí la muerte no rige, y eso me da ventaja y le de ventaja a ella.

Odadnac sonrió con malicia.

—Debí haberte liquidado cuando tuve la oportunidad.

Hammya corrió hacia él, lanzando un golpe que Odadnac esquivó fácilmente. Rodeó sus manos con llamas violetas y disparó una ráfaga de fuego, pero Hammya rodó por el suelo y evitó el ataque.

Desde el exterior, los demás observaban la intensa batalla.

—¿Qué estará haciendo? —preguntó Walsh, preocupado.

—Lo que puede —respondió Pucheta con seriedad.

Odadnac tomó a Hammya del cabello y comenzó a golpearla en el estómago y el rostro. Ella, con un movimiento rápido, sacó un facón y le hizo un corte en la mano, obligándolo a soltarla.



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En el texto hay: fantasia, romance, fantasa y magia

Editado: 07.07.2025

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