Can't help falling in love

Capítulo 9.

25 de mayo de 1970.

05:30 am.

Era Lunes y María se levantó de su cama, se bañó, se puso su uniforme y se peinó.

Hizo la rutina de todos los días para ir al colegio.

Bajó las escaleras, agarró su mochila que estaba en el sofá de su casa, y se salió sin despedirse de su mamá.

Eran las 06:30 de las mañanas, pero la pregunta es: ¿Qué hace María a las 06:30 de la mañana si ella entra a las 07:45 de la mañana al colegio?

Respondiendo a esa pregunta, María se estaba yendo a la casa de Micaela.

Bueno, al día siguiente después de verse de la casa de María, acordaron que ella iba a pasar a recoger a Micaela de su casa, así, iban a ir al colegio juntas.

María, por fin, llegó a la casa de su amiga.

Tocó dos veces la puerta para que alguien la abriera.

Se puso nerviosa porque la persona quién le abrió la puerta, no fue Micaela, fue su padre.

El hombre estaba con una cara de poco amigos. En su mano tenía una taza y por el olor pudo darse cuenta que era café.

—Buenos días, señor —dijo con muchos nervios—. Vengo a retirar a Micaela.

—¿Ella te pidió que la retires? —El hombre dio un sorbo de su taza.

—Sí, ella me pidió que la retire todos los días que vayamos a clases, ya que, ella dice que no se siente bien irse sola al colegio.

—Está bien, entra —El hombre le dio lugar para poder entrar a su casa—. Mi hija aún no terminó en prepararse pero en poco tiempo ya estará lista.

María se sintió extraña, sentía un nudo en su estómago, ya que, ella no le gustaba entrar a casa ajena, le tenía confianza a su amiga pero no a su padre.

—Por favor, siéntete cómoda. —El hombre de unos treinta y siete años la miraba con desaprobación.

María hizo caso y se sentó en uno de los sofás.
Junto con muchas fuerzas sus piernas, puso su mochila encima de éstas y también puso sus manos.

Trató de arreglar su cabello porque pensaba que el hombre la miraba mal por esa razón.

Por otro lado, Micaela ya estaba lista y agarró su mochila, pero su madre le llamó la atención.

—Micaela, quiero saber el nombre de la chica que está abajo esperándote. —Su madre entró a la habitación y cruzó sus brazos.

—Se llama María. Es mi amiga, mamá. —dijo Micaela e hizo lo mismo que su madre, cruzó sus brazos.

—¿Qué edad tiene la chica?

—Tiene diesciete años, es mi compañera del colegio y le pedí que me venga a buscar, ya que, tengo miedo de ir sola al colegio porque ustedes no me llevan.

La madre de Micaela la miró fijamente y con enojo. Estaba enojada con la chica porque esa mañana andaba muy desafiante.

—¿Me puedo ir? —preguntó con agresividad, no quería soportar a su madre hoy, ya que estaba feliz.

—Micaela, no me estés faltando el respeto, que soy tu madre —Se acercó a su hija y le agarró de su brazo muy fuerte—. Ni siquiera eres una adulta para poder enfrentarte a mí de esa forma.

—Suéltame, mamá —la amenazó, tratando de no mostrar ni un rastro de miedo en sus ojos—. Suéltame o te juro que te vas a arre... —Micaela no terminó de hablar porque ya estaba en el piso, su mente estaba en otro mundo. Le ardía su mejilla.

—Te dije que no me faltaras el respeto, Micaela. Te lo advertí.

Levantó su mirada y vio a su madre temblar, pudo adivinar que era por miedo.

—Me tengo que ir al colegio —fue lo último que dijo. Se levantó del piso, agarró su mochila y sin despedirse de su madre, salió de la habitación.

Micaela bajó las escaleras de su casa con mucha rapidez que casi se podía caer.

Cuando ya estaba enfrente de María, agarró las manos de la chica y salieron de esa casa sin despedirse de nadie.

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Las chicas ya habían llegado al colegio.

07:25 exactamente.

Micaela llevaba arrastrando a María de su mano. María estaba asustada.

María se dio cuenta que la estaba llevando al baño y tenía miedo de lo que podía pasar, María no quería besar a Micaela por un buen tiempo hasta poder arreglar bien lo que siente por ella.

Las chicas por fin llegaron al baño y Micaela sin soltarle la mano a su amiga, abrió puerta por puerta del baño para ver si no había nadie.

Cuando confirmó que no había nadie, entró a uno de los baños con María.

—Mimi, ¿qué tenés? —preguntó un poco asustada.

Micaela estaba mirando sus pies, quería descargar su enojo en algo, pero no podía llorar.

Sintió un toque muy suave en su mano y volvió a ver a María, como siempre, ella le dedicaba una sonrisa para todo.

Micaela sentía que perdería el control, así que, se tiró encima de María, contra la pared.

María no sabía qué hacer, nunca habían llegado a ese paso, ni siquiera, cuando estaban en educación física.

—Mimi, cálmate.

Ese "cálmate" no funcionó mucho, Micaela ya estaba besando a María, pero de una manera muy salvaje para ser verdad.

Agarró su cintura y la acercó más a su cuerpo, Micaela quería a María más cerca de ella, pero María no quería eso, quería todo con calma. No quería ser juguete de nadie.

Quería sacarse de encima a Micaela, pero no podía porque Micaela dejó de agarrar su cintura para agarrar sus dos manos. Una mano a lado de su cabeza, mejor dicho, en la parte izquierda y la otra mano la mantenía abajo.

Micaela dejó de besar a María, le estaba faltando el aire, ella nunca besó de esa manera a nadie. Vio a María un poco confundida, vio que quería llorar, pero ella no quería parar. Quería morder sus labios y meter su mano debajo de la ropa superior de María.

Lo iba a hacer, pero María reaccionó rápido y como pudo, empujó a Micaela.

—¿Estás loca? —Una lagrima resbaló de su ojo— ¿Besarme de esa manera y sin mi permiso?

—Mari... —Micaela se sentía mal, se sentía mareada y muy cansada— Lo siento, no pensé antes de actuar. —Intentó tocarla, pero esta golpeó su mano.

—No soy tu maldito juguete —Otra lagrima más—. Me tocaste de una manera que no se debe.




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