Can't help falling in love

Capítulo 11.

Camila y Micaela seguían agarradas de la mano, estaban quietas y sorprendidas por la aparición de la mujer mayor.

—Mamá... —Trataba de hablar, pero no sabía qué decir— ¿No te habías ido con papá? Pensé que iban a llegar un poco más tarde.

—No, bebé —También trataba de decir algo, estaba procesando la escena que estaba viendo—. Mi amor, como te dije, tu amiga te está esperando en la calle.

—De acuerdo —Soltó la mano de Camila y la miró fijamente—. Tú quédate aquí. Yo iré a hablar con María.

—Sí. Te espero.

Micaela salió de su casa un poco cansada de la situación.

Cuando estaba por abrir el portón de su casa, vio a María en medio de la calle. Se asustó y abrió rápido el portón porque vio a su padre.

Él estaba hablando con María y no sabía de qué.

—María, ¿qué haces aquí? —preguntó con angustia.

—Vine a verte —dijo con una sonrisa muy radiante—. Estaba hablando con tu padre sobre como vas en el colegio y que sos una excelente alumna. De diez, ¿no?

—Padre, por favor, déjanos a solas.

Su padre se fue adentro con una expresión de confusión. No entendía por qué su hija estaba enojada.

—Muy bien, María —dijo, cruzándose de brazos—. ¿De qué quieres hablar?

—¿No crees qué ya es muy tarde para estar con el uniforme del colegio y que hace mucho frío?

—Eso no te incumbe —Trató de comportarse muy agresiva y fría—. ¿Qué haces aquí, María? ¡Responde!

—Vine a querer arreglar las cosas con vos —Trató acercarse a Micaela, pero esta dio un paso atrás—. Quiero que volvamos a ser las amigas de antes, ¿te acordás?

—No, no quiero volver a ser tu amiga —Una lagrima resbaló de su ojo izquierdo—. Te supliqué que no te fueras, te pedí perdón  por lo que pasó en el baño —murmuró para que no sean escuchadas por algún desconocido o sus padres que pueden estar vigilandola.

—Lo sé, pero tenía miedo por muchas cosas.

—¿Cuáles, María? Quiero una buena explicación para perdonarte y volver a ser amigas como antes.

—Salgamos. —Se volvió a acercar y esta vez con éxito, ya que la contraria se dejó tocar la mano.

—María, aquí no —Soltó su mano de la mano de María—. Nos pueden ver y esas personas pueden ser mis padres.

—Micaela, te quiero ver mañana a la salida del colegio. 

Micaela se sorprendió por esa invitación.

—No sé si podría verte mañana, Mari.

La chica se emocionó al escuchar su apodo, eso le hizo tener ilusión que pronto volverán a ser amigas.

—Tengo muchas cosas que hacer mañana. Por ejemplo, tengo que acompañar a mi papá a su finca.

—Mimi...

Micaela también se emocionó por escuchar su apodo.

—Por favor, dile a tu padre que vas a faltar mañana, solo mañana.

Micaela pensó si era una buena idea hablar con la chica, pero quería que todo ese dolor que sentía en su pecho se vaya.

Cerró sus ojos y suspiró.

—Está bien. Vamos a hablar mañana, pero ¿a dónde vamos a ir?

—Ya verás. Nos vemos mañana.

María se acercó a Micaela y le dio un beso en su mejilla. Micaela estaba sorprendida por esa acción que lo único que vio fue cómo su "amante" salió corriendo.

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Micaela entró a su casa para poder hablar con Camila, pero se fijó que estaba sentada en el sofá y en su mano con un vaso con agua. Al frente de ella estaban sus padres. Su madre tocándose el vientre y su padre con una copa de vino.

—Hija, que bueno que llegaste —Su madre se paró del sofá para acercarse a su hija—. ¿Por qué no me dijiste que trajiste a tu amiga a la casa para que se quede a dormir?

Micaela no sabía qué decir pero no quería correr de su casa a Camila.

—Sí, habíamos decidido hacer una noche de chicas.

Su madre se acercó hacia ella y le dijo algo en el oído. Micaela entendió lo que dijo su madre.

—Cami, vamos a arriba. Te daré ropa para que duermas más cómoda.

Camila asintió, se levantó del sofá y les agradeció a los padres de su nueva amiga por el agua.

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—Perdón por mentirles a tus padres, pero no sabía qué hacer —Llevó su mano a su boca para morder su uña—. Mis padres ya deben estar preocupados pero si regreso me van a golpear hasta llevarme al hospital.

—Pero esto es peor. No te quiero correr de mi casa pero tienes que regresar a tu casa a las 5 de la mañana.

Micaela sacó una ropa cómoda para su nueva amiga. Un camisón muy largo y unas medias que también eran muy largas.

—Ten, ponte esto.

Camila agarró la ropa y miró las cuatro paredes de la habitación de Micaela.

Micaela estaba confundida hasta que entendió y formó una "O" con su boca.

—Ya entiendo, quieres tu privacidad —murmuró y se fue hacia la puerta—. Dime cuando estés lista así entro a cambiarme.

Salió de la habitación y dejó sola a Camila.

Camila se tiró al piso de rodillas y comenzó a llorar, tapó su boca con su mano izquierda cuando había soltado un gemido por el dolor que sentía en su pecho.

Camila se sentía sola, su novio la había dejado sola en una etapa muy importante y tenebrosa en su vida.

No sabía que puede suceder en el futuro. No sabía si estaría viva para saberlo, lo único que sabía es que iba a tratar de luchar para no dejar solo a su futuro hijo o hija.

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—¿Por qué tardaste tanto en ponerte esa ropa? —preguntó mientras levantaba la sabana de su cama para poder entrar las dos en ella.

—Es que, tenía vergüenza. También, tenía vergüenza por mentirles a tus padres sobre quedarme en tu casa y más sobre esto —Tocó su vientre—, tengo vergüenza por quedarme embarazada otra vez a los diecisiete años.

Micaela le tocó su hombre en forma de consuelo.

—Oye, ya te dije. No vas a estar sola en tu embarazo —Le regaló una sonrisa sincera a Camila—. Yo voy a estar contigo.

—Yo sé que tienes algo con María —murmuró para que no sean escuchadas—. ¿Qué pasa si ella no quiere que estés conmigo?




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