Can't help falling in love

Capítulo 19.

Los tres adolescentes con el adulto a cargo llegaron a la casa.

—Bueno, chicos. Sáquense los abrigos.

María se quitó su abrigo gris y lo dejó en un sofá. Micaela imitó la acción de su novia y se quitó el abrigo de color negro.

Su padre tenía razón. Ellas aún seguían con el uniforme del colegio. Sintió pena al saber que sufrieron el frío afuera.

Su hijo no tenía un abrigo, solo tenía ropa de dormir que era muy abrigadora.

—Y pensabas venir con papá con tu ropa para dormir. —Rió por cómo estaba vestido su hermano.

—¡Cállate! —Su hermano se sonrojó porque se acordó que estaba la novia de su hermana.

Sí. Nicolás sabía que Micaela y María son novias. Cuando estaban hablando sobre sus vidas, ella se atrevió a confesarle a su hermano que tenía una relación con la chica que se hacía pasar por su mejor amiga.

—Vayamos a dormir todos. Que mañana tenemos que levantarnos temprano para dejar a la señorita a su casa.

Los tres adolescentes asintieron al mismo tiempo cuando el hombre se sacó su abrigo y desató su corbata.

—María, quiero hablar con vos.

La chica se acercó y el hombre le hizo una señal para que ella lo siga hasta su habitación.

—Hija —Le señaló una silla que estaba cerca de la cama—, quería pedirte perdón por lo que te hice pasar en estos años.

—Yo... —Trataba de pensar antes de actuar— No puedo perdonarte, papá. Todavía, no. Necesito tiempo para perdonar.

El hombre asintió ante el pedido de su hija.

—Podés irte a dormir, pequeña.

María salió de la habitación de su padre para dirigirse a la sala con su hermano y su novia.

Se encontró a su hermano dormido en el sofá mientras que su novia estaba sentada en otro sofá.

—Ya van a ser las 22 —habló, llamando la atención a Micaela y provocando que su hermano menor se despierte—. Vayamos a elegir alguna habitación.

—Pero papá no nos dijo a dónde dormir —murmuró Nicolás con mucho sueño. Trataba de luchar con su sueño, pero este le ganaba.

—Creo que a papá no le importa que habitación podemos tomar. ¡Vamos!

Y eso hicieron, eligieron cualquier habitación.

ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ
 

 

Martes 23 de junio, 1970.

09:30 am.

Los cuatro estaban en el comedor comiendo un poco y luego llevarían a Micaela a su casa.

Ya estaban en el auto, Micaela le estaba indicando al hombre qué camino tomar para llegar a su casa y el hombre le enseñó a la chica que camino tomar para llegar a su casa más rápido cuando ella salga del colegio las próximas veces.

Llegaron a la casa. Todos bajaron del auto y Micaela tocó la puerta, esperó a que le abrieran la puerta.

Se encontró con su madre. La señora estaba enojada con su hija, pero al mismo tiempo aliviada, por suerte su marido no estaba en casa.

—Micaela, hija —Abrazó muy fuerte a su hija—. ¿Dónde estabas? Te estaba buscando por todas partes cuando llegué a casa ayer por la noche.

—Mami... Es muy largo de explicar, pero... —Miró a su novia y a su cuñado. Los dos adolescentes asintieron y ella volvió a mirar a su madre— quería pedirte permiso para volver a salir.

—No, Micaela —Su madre le dio una negativa—. Hoy no fuiste a la escuela y tampoco estudiaste.

Micaela se enojó, pero no lo demostró.

—Está bien, pero por lo menos, déjame invitar a mis amigos a comer.

La mujer se quedó pensando.

La chica sabía que aunque su madre sea muy estricta con ella, la mujer no podía rechazar en invitar personas a su casa porque sentía que era una mala educación de su parte.

—Está bien, pueden comer —Se hizo a un lado, dándoles espacio para que entren a la casa—. Por favor, entren.

El padre de María le saludó con un "buenos días, señora".

Todos ya estaban en la mesa con la comida servida que la madre de Micaela se tardó una hora para hacerla.

15:50 pm.

Ya era tarde. María se despidió de Micaela con un abrazo y un beso en su mejilla derecha.

Los dos hombres hicieron lo mismo y se despidieron de las dos mujeres.

Sebastián, Nicolás y María subieron al auto mientras charlaban.

—¿A dónde vamos ahora, papá? —preguntó Nicolás. El chico quería pasar tiempo con su padre y con su hermana mayor.

—Dónde ustedes quieran ir —respondió el hombre mientras le acariciaba el cabello al muchacho.

—Podemos ir a una feria —habló la chica, uniéndose a la charla—. Hay una feria en el barrio San Luis.

—Dale. ¿Podemos ir, papá?

El hombre soltó una fuerte carcajada y asintió.

Arrancó el auto para dirigirse al lugar que sus hijos querían ir.

—Llegamos a la feria, niños.

—Papá, ya no somos unos niños —dijo María mientras su padre abría la puerta de su auto para salir de él.

Los dos chicos imitaron la acción de su padre y fueron a unas de las carpas.

Para María todo era hermoso, cada cosa artesanal era hermoso ante sus ojos.

El padre de María y Nicolás siguieron a la siguiente carpa. María iba a irse a la siguiente carpa con los hombres, pero algo le llamó la atención.

Eran unos aros. En esa carpa había muchas artesanales, pero también había joyas.

—¿Cuánto cuestan estos aros?

ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ
 

 

18:20 pm.

Los tres estaban otra vez en el auto. Estaban emocionados porque compraron muchas cosas dulces y María estaba emocionada porque le había comprado unos bellos aros para su hermosa novia.

Su padre tuvo que llevar otra vez a sus hijos a la casa de su madre. Irían por sus cosas para el siguiente día que tengan que ir a clases.

Los tres ya estaban adentro de la casa, se sorprendieron que su madre no los haya recibido.

—¡Mamá! —gritó Nicolás.

—Capaz está dormida  —dijo María.

—Pero aún es muy temprano para que vaya a dormir.

María no le dio mucha importancia al tema de su madre. Vio que su hermano y su padre se fueron a la cocina para comerse esas cosas dulces que se compraron en la feria.




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