Ha Jin se arrastró hasta el sofá de su casa y se tiró cuan larga era. Estaba demasiado cansada como para llegar a su habitación. Desde que el profesor Choi le había pedido que participara en ese proyecto, se encerró en la biblioteca para poder conocer mejor todo lo relacionado con aquella época. Goguryeo era el reino más poderoso e influyente de la antigua Corea y fue considerado una parte importante de la historia del país, ya que formo la base de la identidad coreana. Quizás por eso, Ha Jin se presionaba tanto. El trabajo que tenía entre manos era muy importante.
Cerro los ojos e intento quedarse dormida, pero escucho abrirse la puerta y su padre entro con varias bolsas en la mano. Después de ayudarlo a ponerlas en la cocina, entro en su cuarto, tiro el bolso sobre la cama y se cambió de ropa. Al salir de su cuarto, su padre ya estaba preparando la cena.
Su madre falleció un año antes de que se graduara en un accidente de autobús. Al vehículo le fallaron los frenos y se precipito por un puente. Hubo varias víctimas y Ha Jin paso un año realmente duro. Debido a esto, se retrasó un curso e incluso se planteó abandonar la carrera. Sin embargo, la insistencia de Min Ho y su padre hicieron que recordara todo el sacrificio de su familia y ella aguanto.
Ya encerrada en su habitación, se sentó en el pequeño sofá que estaba localizado debajo de la ventana y saco el libro que llevaba en el bolso. Casi sin pensarlo, lanzo un suspiro de pesar. Hyung Sik le había dado su número hacía varios días, pero ella ni se molestó en llamarlo. ¿Por qué tendría que hacerse cargo de alguien a quien no iba a volver a ver? Estaba realmente loco si pensaba que le daría la satisfacción de reírse de ella.
Escucho vibrar el móvil, así que sé que acerco hasta la mesilla de noche. Era un mensaje del profesor Choi: “Perdona que escriba tan tarde. Ven mañana temprano. Tenemos que ir a un sitio. Buenas noches.”
Aunque se levantó temprano, debido al tráfico de la ciudad, le costó llegar a la universidad más de lo que ella pensaba. Por suerte, el profesor Choi tenía las clases suspendidas para ese día, así que en cuanto llego pudieron subirse al coche y dirigirse a su destino: el museo nacional.
El profesor Choi le explico que allí se reunirían con todo el equipo para estudiar las piezas guardadas, así como los documentos que estaban en poder del museo. Estos se encontraban en una biblioteca de uso privado en el sótano del museo. Ha Jin lo conocía desde primaria, cuando la habían llevado de excursión por primera vez. Aun así, no dejaba de sorprenderle el enorme lago que daba la bienvenida a los visitantes y el pequeño templete que se encontraba en el centro de este, pintado de rojo y desde el cual se podía observar todo el exterior del edificio y parte de los jardines que lo rodeaban. El museo se dividía en tres plantas. En la planta baja se encontraba el arte arquitectónico como pequeñas pagodas, linternas y estelas. En el primer piso se localizaban las piezas desde la prehistoria hasta nuestros días y el último piso, albergaba la galería de arte y caligrafía.
Avanzaron hasta las taquillas, donde una joven vendía las entradas. El profesor Choi le indico el motivo de la visita y la joven, después de una llamada, les permitió el acceso indicando que esperaran en el vestíbulo. A pesar de ser un día concurrido de visitantes, el enorme vestíbulo principal parecía apenas desierto. En un lateral se encontraba la mesa de información, donde se facilitaban los planos del lugar, las audio guías y también se reunían para empezar las visitas guiadas.
Cerca de la mesa se congregaban un nutrido grupo de hombres y mujeres. El profesor Choi se acercó a ellos y comenzó una entretenida conversación. Formaban parte del grupo de investigación. A los pocos minutos llego una joven que se presentó como Kang Han Na. Ha Jin pensó que tendría una compañera, pues debían tener la misma edad, pero no fue así. Se trataba de la hija del director de museo. Como él no podía atenderlos en ese momento, la había enviado a ella.
Todos decidieron esperar en la cafetería, pero Ha Jin prefirió subir a la última planta del museo. Hacía tiempo que no paseaba por las enormes salas llenas de cuadros y libros encuadernados que contaban la historia del país. Algunas de las traducciones de esos libros correspondían a profesores que le habían dado clase y ella, se sentía muy orgullosa.