La confianza podía resultar igual de ciega y tenaz como visible y frágil. Pasaba de una categoría a la otra en cuestión de deslices, tardaba en formarse y ser entregada en su totalidad porque conllevaba mucho más que esfuerzo y dedicación. Lo cual resultaba irónico si pensábamos en la rapidez con la que podía ser arrebatada.
El hecho de no poder comunicarme con Maxwell debido a mi falta de teléfono era abrumador, trayendo como consecuencia que mi cabeza no dejase de imaginar uno tras otros, los peores escenarios.
—No creo que esa cara sea solo por tener que compartir el escritorio conmigo—dedujo Hayden el jueves por la mañana, al ocupar el asiento vacío.
La profesora Bett había pedido que en sus clases los duetos se sentaran juntos. Maxwell había vuelto a priorizar su entrenamiento antes que esta, así que mi opción de encararlo antes de que la clase empezara, quedó descartada.
Despegué la vista de la pizarra a la que hacía rato había dejado de prestar atención para mirarlo. No éramos amigos, pero tampoco nos odiábamos. Habíamos cumplido con nuestra tregua y las discusiones habían disminuido entre los dos. Era todo un avance.
—No es algo que me traiga contenta, pero ya no me parece terrible —contesté. Parecía de buen humor y eso por alguna razón me molestaba.
—¿Entonces por qué traes esa cara?
El hecho de que me lo señalara me hacía percatar de lo fácil que era percibir mi estado de ánimo.
No me gustaba la gente mentirosa, y Maxwell me había mentido a la cara.
—¿Tú sabías lo de la fotografía?
Di por hecho que debería hacerlo. Era su amiga, la única que tenía ahí dentro por ahora, y deduje que si ella se inmiscuía en algún conflicto, él sería el primero en enterarse de ello. No podía ser de otra forma.
Pero cuando vi que me lanzaba una mirada de perplejidad absoluta, supe que estaba parloteando como una idiota.
—La que sale mi novio con tu mejor amiga en una cafetería—expliqué— alguien con mala leche comenzó a esparcir el rumor de que él podía haberme empezado a engañar con ella. Es una tontería, ¿Pero tú sabias de eso?
Hayden por fin parpadeó, como si hubiera vuelto a la realidad, y me miró mejor.
—No sabía nada de una foto, y ella seguramente tampoco tenga idea —aseguró, volviendo a su libreta para garabatear el ejercicio —Pero debe ser una broma de mal gusto, porque Kate odia meterse en problemas y esto parece ser el inicio de uno.
—Necesito hablar contigo—le dije apenas me lo encontré paseando por el pasillo.
Maxwell se detuvo y me miró, como si esa palabra en ese contexto no tuviera sentido.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué me mentiste sobre tu salida con Kate? —cuestioné. La reprimenda salió de mis labios de una forma mucho más borde de lo que esperé.
—Vaya, no sabía que ahora éramos de ese tipo de parejas—declaró, descolocándome porque no esperaba esa contestación por parte suya.
—¿De qué me hablas?
Mis ojos se entrecerraron y crucé los brazos delante del pecho mientras dejé que mi hombro se recostase contra la taquilla.
—No me gustan las escenas de celos, lo sabes. Y lo que pasó con Kate fue un cambio de planes, el día estaba terrible.
—¿Y por qué no me lo comentaste?
—No sabía que debía infórmate cada cosa que hiciera, comandante.
Me mira como si no estuviera cuerda. Cierra el casillero y deja que un largo suspiro salga de sus labios como cada vez que intenta poner en orden sus pensamientos.
Yo me quedo unos instantes quita. Tiene razón. ¿Exactamente qué era eso? ¿Un interrogatorio de mal gusto? No iba a volverme una de esas chicas a los que sus novios las trata de tóxica o histérica. Solo qué, ¿Qué le costaba ser un poco más comprensivo y decirme que sus planes habían cambiado para que yo no tuviera que enterarme gracias a esa fotografía?
—Vale, lo siento—cedí—Pero si me hubieras avisado no hubiera quedado como tonta al ver esa fotografía.
—¿Lo dices por ese absurdo perfil nuevo de Instagram? Cariño, debe ser un idiota que no tiene otra cosa que hacer que joder a los demás. No tendrías que haber hecho caso a los rumores.
—Sí, lo sé, pero...
—Ashley —interrumpió, colocó sus manos sobre mis hombros y eso hizo que alzara la vista— Yo no soy un novio celoso, y sabes que los celos no los soporto. Y nunca te di razones para desconfiar de mí, así que por favor no comencemos una pelea tonta.
—Tienes razón —admití al fin —Es una estupidez lo que estoy haciendo...son las malas lenguas que esparcen rumores y me los creo.
Estaba tan avergonzada que no fui capaz de decirle nada más inmediatamente, así que Maxwell siguió con una pequeña sonrisa.
—¿Lo ves? No hace falta discutir por eso.
Dejó un pequeño beso sobre mi frente. Pasé mis brazos por debajo de pecho y su barbilla terminó rozando mi pelo.
—Lo siento.
—Descuida, ya está resuelto. Ahora me tengo que ir a clase si no quiero llegar tarde—se disculpó, soltándose lentamente de mi agarre.
—Nos vemos en la cafetería—me despedí, yo también iba a llegar tarde si seguíamos perdiendo el tiempo.
Pero para cuando me di la vuelta, él ya se había ido y tenía la sensación de que una mezcla entre culpa e incertidumbre me inundaba el pecho. Culpa porque no sabía qué se me había pasado por la cabeza para acusarlo de algo tan serio como eso, e incertidumbre porque, aunque hubiera sido durante un segundo, una parte de mí si lo había creído capaz de hacerlo.