Cantame cien veces

15| Qué hay peor que una mentira.

No sabía exactamente porqué me sentía molesta. Todavía estaba intentando descubrir por qué esa segunda fotografía me mosqueaba más que aquella primera, supongo que a nadie le agradaba que una persona te mintiera delante de las narices, sin importar que esa persona prácticamente fuera un casi desconocido.

Sospeché que ese era mi problema; no soportaba que la gente tuviera el descaro de mentirme con tanta facilidad. Ahora bien, ¿por qué Maxwell no me había dicho que había habido un tercero allí ese día? Eso hubiera solucionado rápidamente nuestra pelea. Si me hubiera dicho que había una tercera persona con ellos, no habría tenido razones para armarle una escena de celos.

¿Por qué habría preferido omitírmelo?

Esa pregunta era la segunda razón por la cual la fotografía me revolvía el estómago. Quise unir los hilos y hallar la respuesta por mí misma, pero nada tenía sentido ¿Y adivinen qué? eso solo me molestaba el triple.

Decido que al final no tengo ganas de volver a clase. Cerré la taquilla del casillero, no sin antes recoger la libreta que aferraba a mi pecho, y pensé que lo mejor opción era irme hacia donde nadie me estorbase.

Caminé, decidida a hallar una explicación a todo el problema eso por mi cuenta. No quería volverle a reclamarle a Maxwell sin suficientes pruebas, tampoco quería ir a por Kate porque no me fiaba del todo de ella. Y mucho menos pensaba ir a buscar a mi compañero de dueto porque ya me bastaba con saber que me había mentido.

Continué por el pasillo y me paré justo en frente de su casillero. Reconsideré la idea de si hacerlo o no, pero luego pensé que él solito se había buscado quebrantar con nuestra tregua, y decidí tomar la hoja que tenía su canción a medio componer y romperla.

Luego, la introduje dentro de las rejillas de su casillero junto con la fotografía y me fui.

Que se lo tomara como un misil en medio de nuestro tratado de paz era mi idea.

Esta definitivamente se había acabado.

Me salí del edificio y me quedé varios minutos en la puerta que daba al patio de receso porque no sabía exactamente hacia donde ir, escabullirse hacia la salida era difícil con los preceptores deambulando cerca, por esa misma razón cualquier lugar a la vista era un mal sitio para esconderme a pasar el rato.

Solo un lugar parecía reconfortante, y él único problema que le encontraba era que ya había pasado mucho tiempo desde que no ponía un pie allí, para ser sincera, solo me traía recuerdos solitarios y esquivos, de mis primeros meses en el KMH donde todavía no tenía amigos y pasaba las horas libres sola, en las antiguas escaleras de mantenimiento porque allí nunca frecuentaba nadie.

Recordar esos días solo me llenaba de una nostalgia llena de vergüenza y pena, esa Ashley Nave había quedado muy enterrada en el pasado y ya nadie debía resucitarla, ni siquiera un recuerdo.

Sim embargo, ninguna otra idea me pareció mejor opción, por lo tanto, terminé dirigiéndome hacia mi antiguo lugar secreto, donde me desconecté de todo lo que me molestaba mientras me ponía manos a la obra con mi intento de ponerme a componer.

Había un problema.

Siempre se me había dado fatal escribir.

No pasó media hora cuando confirmé que no se me habia otorgado de repente el talento.

Se me hacía difícil comprender como había personas que lograban hacerlo con total naturalidad, que se sentaban con un bolígrafo en mano y dejaban que cobrara vida por sí mismo. No llevaba un reloj encima, así que no sabía cuánto tiempo había pasado exactamente, pero en la libreta que tomé antes de salirme del edificio, solo había anotado un párrafo y un montón de garabatos. Componer no se trataba solo de juntar rimas y eso solo me abrumaba más, porque había creído que al menos algo bueno podría salir de mi enojo.

El tiempo transcurría y sentí el timbre que daba inicio a la siguiente clase; cuarenta minutos después el otro y otro más. Solo quedaban un par de clases para salir y rogaba porque nadie me estuviera buscando. Apreté mis piernas al pecho y dejé caer mi cabeza, quise lanzar un resoplido al momento que oí el movimiento.

En el momento que levanté la vista mis ojos se toparon con la persona que menos me apetecía de ver.

—Tú —espeté.

Puso una mueca, encogiéndose de hombros.

—¿Qué quieres? —Me levanté de un salto dispuesta a desaparecer.

Hayden se removió, incómodo, buscando evitar que lo hiciera.

—Encontré la fotografía, sé que estás molesta.

No me jodas. "Enhorabuena, Sherlock".

—¿Y te sorprende? —Me quité un mechón de pelo de delante de la cara y negó con la cabeza. —Si has venido solo por eso, realmente no deberías perder tu tiempo.

Lo aparté para irme, sin embargo, no tuve que darme la vuelta para saber que venía detrás de mí.

—No, si no es solo eso —se excusó, siguiéndome el ritmo— Pero sé que ahora piensas que soy un mentiroso y he echado a perder la tregua que...

No le dejé terminar.

—¿Y no lo eres? —protesté, señalándolo como si fuera el culpable de todos mis problemas— ¿Vienes a inventarte otra excusa para hacerme creer que todo fue un malentendido? Me dijiste que no sabías nada de la foto y resulta que estuviste con ellos ese día. Discutí con Maxwell por culpa de esa fotografía, podría haberme ahorrado toda la pelea si me decías que tu habías estado ahí. ¿Qué ganabas con todo esto?

—Creo que deberías intentar...

—¿Querías que discutiera con él? —Me detuve.

Seguramente pareciera una exagerada con mis acusaciones, pero es que sencillamente no lograba comprender. Maxwell había dejado de confiar en mi por culpa de mi ataque de celos. Creí que la única culpable era yo porque había reaccionado mal a una estúpida fotografía, pero resultó que siempre hubo alguien que pudo haber evitado la pelea y decidió mentir. No ocultármelo, mentir.

¡Y no había excusa que valiera para defender una mentira!

—Tu relación no tiene nada que ver en esto. Te mentí porque ella me lo pidió, bueno, ellos me lo pidieron. —explicó, haciendo solo que mis mejillas se enrojezcan el doble, se dio cuenta— ¡Pero no es por un engaño! El romance no tiene nada que ver, es otro tema que pasa de ti.




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