Tenía teléfono nuevo.
Alguien me había dicho alguna vez que siempre mirara lo bueno después de haber pasado la tormenta.
Era consciente de que mis padres podrían querer arrancarse los ojos entre ellos, que podrían varias veces olvidarse de eventos importantes, y podrían pasarse la mayor parte de su día en una oficina trabajando hasta ya no poder más. Pero había algo que todavía tenían en común y no podían evitarlo.
A mí.
Y si me pasaba algo y ellos no lograban saber nada, como respuesta a la desesperación, armarían un escándalo en cada hospital de la ciudad hasta encontrarme.
Cuando me desmayé, Hayden era el único que estaba conmigo en ese momento, fue él quien llamó a los paramédicos y viajó a mi lado en la ambulancia, en el instituto todo el mundo se había enterado de lo ocurrido, pero nadie sabía exactamente que me había pasado o quien estaba acompañándome. Cuando mis padres se enteraron por el boca a boca de los demás, prácticamente se transformaron en un manojo nervios.
Gracias a eso, decidieron que nunca más me dejarían salir sin un móvil en la mano. A manera de conclusión; ahora tenía teléfono nuevo y de vuelta mi vida social en redes, definitivamente volvía al ruedo.
Durante toda la mañana intenté sonar amable con aquellos que se preocupaban por mí y me paraban en los pasillos, pero sin darle demasiado importancia a lo sucedido, no podía dar rienda suelta a que siguieran hablando. Solo cuando me encontré a Brenda y a Brittany, decidí contarles a medias la verdad y les confesé que todo había sucedido por el exceso de actividades y la falta de hierro.
—No debería haberte pedido que me ayudaras con el equipo de baile—se lamentó Britt mientras nos encaminamos hacia la primera clase—Debí imaginar que era mucho estrés para ti, eran demasiadas actividades.
—No creo que sea buena idea que sigas en el equipo de baile—admitió Brenda, preocupada.
—Eso ni dudarlo. —Brittany le dio la razón —No te voy a echar, pero si te exijo que te tomes un descanso. Ya encontraremos suplente.
Apretó con fuerza los libros que llevaba contra su pecho y siguió disculpándose por haberme cargado de más con sus propias responsabilidades. Yo le repetí que en realidad había sido mi descuido, que ella no debía preocuparse, y mientras nos adentrábamos a la clase, seguíamos discutiendo lo mismo.
—Insisto, deberías tomarte un descanso.
Dejé escapar un suspiro. No estaba de acuerdo, pero tenía que aceptarlo, no solo porque ellas me lo decían, sino porque la doctora Nicols también me lo había exigido luego de que me dieran el alta.
—Lo voy a hacer. Pero solo por un tiempo. —accedí. —Y sin suplencias.
Con eso ambas parecieron relajarse, ocupamos las sillas habituales dentro del aula de literatura y esperamos a que la profesora llegase. Estaba sacando los resaltadores de mi cartera cuando oí parte de la conversación que un grupo de chicas tenía en frente.
—¿Viste lo nuevo de su perfil? No me puedo creer que ahora todo el mundo hable de ella. —susurró en una voz baja una de ellas.
—Yo estoy segura que debe ser alguna de sus amigas, ese grupo es así.
—No lo creo, yo apuesto a que es la chica que intenta quitarle al novio. —murmuró, y en respuesta mi nariz se arrugó —¿No viste que gracias a eso ganó seguidores? Pronto va a tener el doble de los que tenía.
—¿Hizo alguna otra publicación?
—Todavía nada.
—Debe estar buscando a su próxima víctima.
—Yo solo espero que no se le ocurra fijarse en mí. —bromeó—Me volvería loca si eso me sucediera.
—¿Y que puede encontrar de ti? —replicó su amiga —Al menos tú no sales con otra chica a escondidas de tu novia.
A continuación, la otra chica le murmuró algo que se me hizo inaudible. Las dos miraron hacia atrás con disimulo y yo seguí prestándole atención a mi cuaderno, se callaron durante unos minutos, pero al cabo de un rato sacaron el tema de nuevo.
—Y ahora pasó a llamarse: Lady Femmé. —escuché al mismo tiempo que observé a la profesora entrar a clase— Mira, además ya tiene más de tres mil suscriptores.
Mis cejas se enarcaron sorprendidas, era claro que hablaban del acosador de redes. ¿No iba a dejarme en paz de ahora en más? Apenas me dieron el celular nuevo, había descargado mis aplicaciones habituales y en Instagram me encargué de eliminar todas las publicaciones donde me había etiquetado. Salvo que, a las horas lo había hecho de nuevo y por alguna razón, la aplicación no me permitió quitarlas otra vez.
Se me hizo imposible seguir escuchando debido a que la profesora pidió silencio y comenzó a pedir la tarea. Durante el resto de la clase, ya no las escuché volver a sacar a relucir el tema. Pero eso no me bastaba, solo me dejaba un mal sabor de boca y una incertidumbre llena de sospechas.
Era solo el comienzo.
Durante las siguientes clases, la inquietud se convirtió en un chicle que crecía más y más y temía que en cualquier momento reventara. No me podía creer que la gente comenzara a volverse morbosa respecto al tema. No ganaban nada siguiendo esa cuenta, salvo el hecho de enterarse rumores falsos y fastidiosos que solo tenían el cometido de perjudicar mi imagen.
El asunto de la foto ya había sido solucionado, —quise creer que solo se trató de un malentendido que no volviera a repetirse— No obstante, también había querido creer que la persona de esa cuenta ya se había cansado de molestarme, como pasaron varios días desde su última publicación, pensé que ya no volvería a saber de ella. Y aun así, me había equivocado.
Y más de lo que me gustaría admitir, porque ahora había cambiado su nombre por uno más llamativo y puesto una foto de perfil de una rosa roja. Me resultaba irónico y a la vez sospechoso que su nombre estuviera escrito en francés, quiero creer que se trataba solo de una coincidencia, lo que en verdad me preocupaba era que sus publicaciones continuaran intentando destruir mis relaciones.