Cantame cien veces

22| El acosador ataca de nuevo.

El corazón se me detuvo justo en el momento que sentí los pasos correr fuera del auditorio.

Me separé de golpe, casi empujando a Hayden y me enredé entre mis propias piernas cuando intenté levantarme del banco para perseguir al intruso que nos había sacado la foto.

Estaba segura de que se trataba del acosador de redes, de otra forma no me cabía en la cabeza la razón por la cual alguien tomaría una fotografía nuestra. Bajé de las escalerillas del escenario y corrí por el pasillo de escalones procurando no tropezar y terminar en el suelo.

Escuché un ruido fuerte detrás de mi espalda y al girarme, vi que Hayden había saltado del escenario y de esta forma estaba casi al lado mío. Los dos nos apuramos por salir y llegar al pasillo, pero cuando abrimos las puertas laterales, lo único que encontramos detrás de ellas fue un corredor vacío.

Vacío y silencioso. Como si nadie hubiera estado allí.

—Se ha ido—mascullé, apretando los puños a los costados— ¡No puedo creerlo! Estoy segura que era ella.

Al darme la vuelta, percibí que estaba recargándose sobre las rodillas.

—No puedo correr detrás de ella con estos tacos—me quejé.

Levantó los hombros y por fin se volvió hacia mí.

—A mí no me lo pidas, ¿qué no me ves? —se auto-señaló.

Volví a echarle una mirada de reojo. Era tan delgado y larguirucho que perfectamente podría tener la misma condición atlética que un pajarito. Pedirle que corra más de cinco metros era darle camino libre a que se rompiera los huesos.

—Eres un flacuchento.

—No empieces.

Fue mi turno de encogerme de hombros y esbozar una mueca. Estaba segura de haber visto una chica, por un segundo pensé que quizá Lady Femme era un seudónimo fraudulento que un chico podría utilizar para desviar la atención de su verdadera identidad, pero ahora me quedaba claro que, definitivamente la persona que estaba detrás de ese perfil era una entidad femenina de carne y hueso.

Empero, tampoco fui capaz de ver algo más de su apariencia. Solo distinguí el cabello largo y el flash de su teléfono.

—Tengo que averiguar a toda costa quién —comenté, girándome para caminar de lado a lado—Esa fotografía se podría tergiversar fácilmente.

—No lo creo, no hacíamos nada malo.

—Eso es lo de menos. Esa intrusa tiene buena mano para la fotografía—espeté—Además, no es solo lo que aparente la foto, sino lo que la gente decida creer.

Sacudió la cabeza como si no quisiera estar de acuerdo. Pero al final, terminó entornando los ojos y con eso aceptó mi razón.

—Cómo sea, dudo que se nos vea la cara de todas formas. —tranquilizó.

Abrí la boca para refutar, pero mi voz no se coló por ella. Supuse que eso era verdad, dado la distancia y la posición, no pudo haber conseguido captar el material suficiente para seguir jodiéndome la existencia.

—Tienes razón —acepté—No debería darle más vueltas al asunto. Solo espero que la próxima vez pueda verle la cara.

Y de esa manera nuestra conversación llegó a su fin, antes de que el silencio entre los dos se volviera incómodo, le dije que tenía que marcharme para mi siguiente clase y él me contestó que tenía que ir a cambiarse para su prueba de baloncesto. Enarqué una ceja con esto, hacía unos segundos los dos coincidíamos en que su condición física era pésima. El pareció darse porque rápidamente añadió:

—Solo voy porque un amigo me pidió que lo acompañase, si tengo suerte, solo voy a tener que esperar en el banquillo.

—Me alegra que hayas echo amigos—dije, a manera de despido.

Fue su turno de esbozar una sonrisa.

—Son bastante divertidos. Algún día podrías conocerlos—invitó, y aunque procuré evitarlo, la impresión me hizo parpadear varias veces. Siempre había formado parte del mismo círculo de amigos, la idea de conocer a nuevos nunca se cruzó por la cabeza, quizá porque me sentía cómoda dentro de mi burbuja, o tal vez porque muy en el fondo, conocer gente nueva y dejar que te conocieran daba miedo.

Aun así, decidí que lo mejor era aceptar y no parecer grosera declinando su oferta. Se despidió por segunda vez y cuando me di cuenta, me había quedado estática sumida en mis propios pensamientos.

Lo malo del que KMH fuera un instituto sumamente grande era que a veces se volvía una virtud llegar a clase en tiempo récord.

Durante las primeras semanas he de admitir que siempre me perdía y llegaba tarde a mi salón. Me resultaba agobiante tener que cruzar la gran cantidad de pasillos, incluso cuando los profesores más amables aseguraban que a todos los estudiantes nuevos les sucedía lo mismo. A pesar de su fachada moderna y juvenil, podía resultar desesperante que no todas las escaleras llevasen automáticamente a los mismos pisos.

Y era por eso mismo resultaba útil tomar atajos, uno de mis favoritos era aquel que utilizaba para llegar al salón de informática, cruzando la biblioteca de punta a punta y saliendo justo delante del aula con vidrios transparentes.

Cuando llegué ya había bastantes estudiantes dentro, no perdí el tiempo en ocupar un escritorio justo al lado de los ventanales y no pasaron ni cinco minutos cuando por la puerta vi llegar a Maxwell.

Este se acercó con una sonrisa gigante y aliviada en los labios.

—Te extrañe —me dijo cuando dejó caer su mochila a un costado del escritorio más cercano —Soy un pésimo novio por no haber ido a visitarte al hospital.

—Me dijiste que no habías podido porque tenías que cuidar de tu abuelo.

—Y así fue, mi abuelo...bueno, está peor que antes, necesita asistencia personal y yo tengo que buscarme otro trabajo que me pague más para contratar a una enfermera—contestó, un suspiro cansado salió de sus labios.

Podía comprender lo emocionalmente agotado que debía ser la situación. Esta vez en serio lo entendía, aunque él hubiese decidido que era mejor ocultármelo.

—Yo te dije que podría ayudarte.

—Pero no quiero ser una molestia —se negó—Además ya lo estoy resolviendo. Tú debes preocuparte por tu propia salud. ¿Ya estás mejor?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.