Cantame cien veces

32| Háblale bien de mí.

Me mantuve seria y con mi mejor cara de pocos amigos, no obstante, eso no hizo que obtuviera la reacción que esperaba; en contra de lo que supuse, Colette empezó a reírse.

La seguridad se esfumó de mi mirada y mis labios terminaron temblando descolocados. Hice el intento de simular que eso no estaba provocando que las mejillas se me tiñesen.

—Estás loca.

—Sé que has sido tú—insistí, me odiaba por haberle dado el placer de verme tan impulsiva, pero no pensaba desistir de mi acusación—Nadie más tenía razones, no conozco a otra persona que me desprecie tanto como para querer arruinar mi reputación.

Otra risa en forma de bufa brotó de las profundidades de su garganta.

—No sé qué tanto tiempo libre piensas que tengo como para ser parte de algo tan patético. —se echó el pelo hacia atrás—Pero para que no te queden dudas; yo no he formado parte de ninguna treta.

—Eso es solo tu palabra.

—Hasta hace dos semanas estaba de viaje, así que yo no pude haber tomado ninguna de las fotos.

—Pero pudo haber sido alguno de tus amigos. —le aseguré.

—Ellos tampoco perderían su tiempo con algo tan estúpido. Hay otras personas en el instituto, cualquiera que te tenga un poco de rabia pudo haberlo hecho ¿O es que tú ego no te permite reconocer que no le caes bien a todo el mundo?

Ninguna palabra brotó de mis labios, me quedé callada y vi la satisfacción en sus ojos al notar que me había tomado desprevenida.

—Deja de creer que mi mundo gira al rededor del tuyo. —agregó— Yo no tengo que esconderme detrás de un perfil falso para destruirte socialmente.

La miré durante unos segundos en los que dejé de estar confusa para estar molesta.

—Si hubieras tenido la posibilidad ya lo hubieras echo, así que debería aceptar tú que no tienes nada para hacerlo.

Noté que su sonrisa se evaporaba al instante.

—Ya hay alguien que se encarga de eso, para mi es suficiente—contratacó—Pero tienes razón en algo, si no estoy aprovechándome de la situación es porque me conviene más tenerte de mi lado.

—¿Por qué te convendría eso? —repliqué.

—Porque necesito algo.

No negaría que el gusanillo de la curiosidad se removía en mi estómago

—¿Qué quieres?

Esperé encontrar una sonrisa arrogante, altanera o algo por el estilo que me aclarara que solo lo decía para fastidiarme, pero no había nada.

—Tu ayuda.

—Ahora eres tú a la que se le fue la olla. —mascullé, ajusté la correa de mi bolso antes de darme la vuelta para irme.

Logré dar casi tres pasos completos cuando la escuché hablar de nuevo.

—Te ofrezco un intercambio.

—No hay nada de ti que pueda interesarme.

—Puedo ayudarte con lo de Lady Femme.

Me paré en seco.

—¿Cómo has dicho?

—Sé que puedo descubrir quién es —insistió— Te acosa por Instagram, ¿verdad? puedo rastrear su perfil con una aplicación sencilla, pero claro que la ayuda no será gratis.

—No quiero tener que deberte nada.

—Entonces sigue dejando que esa acosadora te separe de tus amigos y de tu novio.

Lo pensé un momento, mirándola.

—¿Qué es lo que quieres?

—Todavía no es necesario que lo sepas—contestó, haciéndome arrugar el entrecejo —Pero, para que no arruines nada por el momento, te conviene seguir trabando amistad con Hayden.

Casi al instante en que pronunció su nombre, sentí que algo colapsaba en mi interior. ¿Desde cuándo sabía su nombre? ¿Desde cuándo estaba enterada que él y yo trabajamos como equipo?

—¿Qué quieres de Hayden?

¿Por qué él no había mencionado nada el respecto?

—No es de tu incumbencia. —chitó y rodeé los ojos con fuerza. Era claro que no se sinceraría conmigo tan fácilmente.

—¿Cómo puedo garantizar que vas a cumplir con tu palabra?

—Vas a tener que confiar en mi—manifestó, pero eso no fue suficiente para convencerme, ella no tardó en comprenderlo—Créeme, no gano nada con romper mi promesa.

—Bien

—¿Bien? —repite.

—Es un trato.

Me miró sorprendida, supuse que cierta parte de ella no creyó que llegara a convencerme.

—Veo que nos vamos entendiendo—aseguró, feliz —. Yo te diré cuando sea el momento adecuado para devolverme el favor.

Sonrió y se separó del marco de la puerta, yendo de nuevo a las escaleras. Casi creí que había dado por zanjada la conversación, pero no fue así.

—Pero por mientras —se detuvo —que no se te olvide hablarle bien de mí.

«Para que no arruines nada por el momento, te conviene seguir trabando amistad con él» «Por mientras, que no se te olvide hablarle bien de mi»

Esas dos frases se comenzaron a repetir consecutivamente en lo que iba mi recorrido por el pasillo.

No me entraba en la cabeza que era lo que tramaba y por lo cual necesitaba mi ayuda. Era claro que no estaba intentando conquistarlo, primero que nada, porque jamás en la vida se me ocurriría pensar que Hayden era el tipo romántico que le gustaba a Colette, y segundo, pues aunque me diera nauseas de solo pensarlo, no dejaba de ser Colette Newman, una de las chicas más populares y bonitas del KMH, no necesitaba de mi ayuda para conquistar a un chico.

Ni siquiera para conquistar a uno friki y algo presumido.

Con esa idea en la cabeza, continué mi camino por el corredor, el receso ya debía de estar por terminar, pero no desistí de mi tarea de encontrar a mi compañero de dueto. Ahora, más que hacía veinte minutos era necesario encontrarlo y aclarar lo que sucedido entre nosotros. No podíamos seguir perdiendo más tiempo en la competencia, tampoco podía seguir evitándome por el tema del beso, y ahora, yo tampoco podía hacerlo porque temía que los planes de Colette terminasen provocando que la tregua —difícilmente mantenida a flote—se terminara sumergiendo sin salvación.

Me percaté entonces que, si yo era capaz de encontrar un sitio secreto para ocultarme de la gente cuando no tenía ganas de toparme con nadie, cualquier otra persona (como él) también podía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.