Cantame cien veces

50| Cuando todo está bien...

Fue una de las mejores semanas de mi vida. No tenía dudas de ello.

Visitar Londres me había llenado tanto dentro por fuera, observé con cariño el llavero de nota sol que accidentalmente Hayden y yo habíamos comprado iguales por casualidad. Recordé la visita al London Tugeon y la subida en elevador a la torre de Shard, el almuerzo en el jardín botánico Rew con todo el grupo y finalmente la segunda cita del día viernes con Hayden al acuario más antiguo de Londres.

Las calles pintorescas, los olores y sonidos de las avenidas, los colores de la lluvia y sus arcoíris londinenses. Todo había sido perfecto. Pero ya se había terminado y ahora tocaba volver.

Guardé el ultimo sweater en mi valija haciendo memoria de que no estuviera olvidando nada, a mi lado Hayden —Que se había ofrecido a ayudarme a bajar las maletas por las escaleras. Ya que obviamente no me apetecía otro accidente en el elevador. —Miraba consternado todos los objetos sobre mi cama.

—¿Por qué has traído tanto?

Miró las dos valijas de viaje, la mochila de mano y la almohada pequeña para el trayecto en el aire.

—Lo necesario para que ninguna situación me tomara desprevenida —contesté, señalé la primera valija —Acá tengo ropa de invierno por si hacía frio en las noches, por si hace calor, y por si hace calor y llueve. También por si llueve, pero no hace tanto calor. Ropa de imprevisto, faldas bonitas para sacarme fotos, botas por si hacíamos senderismo, un paraguas amarillo y el vestido que utilicé para la noche de la cena.

—Ya entendí, llevas tu casa entera en esa maleta. —reflexionó.

—Solo traje lo necesario. —repliqué— Soy precavida. No una caprichosa.

—¿Y en la otra?

Ambos la miramos a la vez.

—Esa si puede que la haya traído por capricho.

—No me quiero imaginar lo que llevas en el bolso de mano.

Rodeé los ojos.

—¿Bajamos?

—Tú por delante—se comportó como un caballero.

Bajamos encontrándonos al resto del grupo en el lobby. Esperemos que llegara el transporte y poco más de una hora y media ya nos encontrábamos sobre el avión, me costó horrores convencer a Britt de que cambiara su asiento por el de Hayden, pero cuando finalmente le confesé que se lo pedía porque más o menos habíamos comenzado a salir, me abrazó fuerte y soltó un chillido, luego se fue sin decir nada a sentarse con su compañero de dueto. Guiñándome un ojo desde lejos.

El oji-azul y yo discutimos por diez minutos la película que veríamos, yo voté por una romántica, y el obviamente por Hulk. Terminamos viendo primero la suya, y por el cansancio, los dos nos terminamos durmiendo a la mitad de Diario de una pasión. Desperté horas después con el ruido de los parlantes, giré mi cuello y observé que mi compañero de asiento permanecía durmiendo. Se veía adorable así, tanto que me dio pena despertarlo para levantarme de mi sitio. Hice un esfuerzo enorme para pasarle por encima sin pisarle o golpearle por accidente.

Cuando salí exitosamente del encierro de las butacas, me dirigí por los pasillos hasta el sanitario.

El reloj electrónico marcaba que todavía faltaban dos horas y medias para llegar a Pensilvania.

No pude evitar el sesgo de incomodidad cuando la otra persona salió del baño y nos chocamos.

—Lo siento—me disculpé con Kate.

—No pasa nada.

Pasó por mi lado para salir al sanitario. Pero la detuve cogiéndola del brazo con suavidad.

—No me has entendido.

—¿De qué hablas?

—Creo que te he tratado injustamente todo el año. Te culpé de quitarme cosas que nunca habían sido mías en un principio, también te juzgué sin conocerte, y quizá fue en parte culpa mía que te distanciaras un poco de Hayden.

—Me enteré que se arreglaron en el viaje.

—Supongo que estamos saliendo. No puedo negar que tuve algo de miedo al pensar que después de los de Maxwell comenzarías a fijarte en él.

—Hayden y yo siempre fuimos amigos. No sería capaz de jugar con él solo por un capricho. Tengo mis valores también. —Confesó —Y me alegro por ustedes, de verdad. Puede que yo también te haya juzgado mal luego de que ustedes dos se volvieran tan unidos, si es verdad que yo también descuide mi amistad con él, pero de un momento a otro vi como mi mejor amigo se encontraba a otra amiga y sentí celos. Pero jamás hice algo por venganza. Si alguna vez pensaste que alguna de mis acciones, como salir con Max o entrar al grupo de animadores, fue por rencor, quiero que tengas la certeza de que jamás lo fue. Las cosas solo se dieron.

—Las personas no eligen de quien enamorarse, sé que Max hizo lo que pudo para hacerme feliz, pero yo no pude hacerlo feliz a él, tú si, y no puedo guardarte rencor por ello.

Seguro que nada de lo que había dicho tenía sentido, me había dejado muchas cosas atrás. Voy a seguir disculpándome, pero justo en ese momento Kate hizo lo último que me esperaba: me sonrió.

—Todavía estás a tiempo de unirte a la última presentación de las animadoras, es la misma coreografía que comenzaron a principio de año. —Gracias por la invitación, pero estoy bien así.

—Lo que tu prefieras —aceptó—Espero que esta vez las cosas entre nosotras queden bien de verdad.

—Lo harán —copié su gesto.

Y mis palabras eran verdaderas.

Ella se despidió de mi para volver a su asiento y yo me adentré al baño, cuando salí de este descubrí que Hayden ya estaba despierto, volví al mío para sentarme.

—¿Terminamos de ver tu película? —se estiró para acomodarse.

—Creo que por hoy prefiero ver algo nuevo. ¿Existe Hulk 2?

—Estoy terriblemente impactado contigo.

Esbocé una sonrisa. No podía evitarlo.

—Me decepcionaría que no lo estuvieras.

Y las dos horas siguientes terminamos viendo su propio repertorio de películas favoritas y yo dejé que mi cabeza descansara en su pecho hasta quedarme dormida. Me hubiera gustado detener el tiempo justo allí mismo, con mi cabeza apoyada en su hombro izquierdo y esa parte de su cuerpo cargando con toda mi preocupación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.