La ansiedad me había mantenido toda la noche despierta.
Sentía los músculos tan tensos que tuve que obligar a mis pies a moverse fuera del coche luego de que mis padres aparcasen en el estacionamiento del KMH. Dudé un momento si lo mejor era que yo me quedase allí dentro, pero era bastante obvio que eso solo empeoraría la situación. Esperé que mi madre se bajase del asiento delantero y caminé detrás de ellos mientras cruzábamos los pasillos. No podía obviar la mirada de mis compañeros. Pero lo único que tenía claro es que ni esas miradas ni los mensajes de odio que había recibido iban a entorpecer a mi familia.
Aparté la mirada mientras la verdad tras sus palabras me revolvió por dentro. Quizá tendría que haberlo hecho. Hace meses. O mucho antes, cuando entré al KMH y comencé a hacer amistades. A lo mejor debería haber reunido valor. Tal vez tendría que haber ignorado la vergüenza y el malestar. Y haberme atrevido.
Pero no lo había hecho.
Y ahora no solo yo estaba sufriendo las consecuencias, sino toda mi familia.
Mi padre había cumplido la última voluntad de su hermana cuando esta le pidió que protegiera a Sarah y a tío Frederick de las malas lenguas y las personas que solo intentarían hacerle daño. Mi padre había desempeñado ese requerimiento con eficiencia, su intención era que Sarah pudiera vivir como una niña normal hasta que cumpliera la mayoría y esta pudiera decidir qué hacer con su enfermedad, si tratar abiertamente de ella o tratarla con decisión. Sea cual fuera la decisión, sería su decisión.
Y ahora yo le había quitado esa posibilidad.
Porque la noticia se había corrido como la pólvora, llegado al trabajo de mis padres y a los vecinos. Afortunadamente no habíamos sufrido ningún percance demasiado desagradable, pero eso no quitaba el hecho de que la gente especulara y lanzara odio sin saber.
Mis padres estaban furiosos. (No conmigo, o quizá un poco sí) Pero más que nada con el KMH y como este estaba dejando que el acoso escolar en redes se les fuera de las manos.
Entramos a la oficina del director Smith sin imprevistos, este ya nos estaba esperando.
—La situación es muy desagradable —Comenzó este—. Lamentamos muchos que la familia Nave esté pasando por esto.
—Queremos que la persona que provocó esto pague las consecuencias. Es un delito a la intimidad, la intimidad de una familia y una niña pequeña de nueve años. La persona que provocó que esta noticia se expandiera por redes y por toda la localidad debe hacerse cargo.
La presión se cierra en torno a mis pulmones.
—Temo que la familia Connor no ha comunicado nada todavía al respecto. La señorita Brenda no se presentó a clases el día de hoy y estamos intentando comunicarnos con su familia por todos los medios. Para tratar el tema con la mayor discreción y amabilidad posible, lo mejor sería que dejaran que los directivos del KMH se encargasen de esto, para no provocar un problema mayor.
—¿Problema mayor? —espeta mi madre. —A mi hija le han llegado comentarios de "sidosa de mierda" de gente ignorante y repelente. En mi trabajo de mi marido se ha pactado una reunión de emergencia porque "Es inamisible que una situación así se haya mantenido en secreto y puesto en riesgo la salud de los demás" Y por si no se dio cuenta, esto ya se convirtió en un problema mayor.
—Si, yo le entiendo, pero...
—No. No lo entiende. El VIH no es una enfermedad que deba mantenerse oculta, pero si es una que lamentablemente continua en el ojo público de la desinformación. Mi familia decidió llevar la noticia con precaución, pero es inamisible que una institución educativa como esta, esté dejando que el acoso provocado por una alumna siga indemne en redes. Estamos solicitando que el causante de esa noticia pague las consecuencias, no que se trate con la mayor discreción y amabilidad posible, el respeto ya se faltó y la discreción se ha perdido.
No sé cómo me mantuve entera el resto de la discusión. Mis padres se mantuvieron firmes ante su decisión y no dieron el bazo a torcer ante la disyuntiva del director Smith. Me mantuve tensa en mi silla sin emitir sonido. No podía evitar sentir parte de la culpa, tampoco podía votar pensar que, si aquel día le hubiera dado tiempo a Brenda a charlar conmigo y no haberle lanzado todas aquellas cosas con la cabeza caliente, quizá pude haber evitado que esto sucediera.
Quizá también pude haberse contado a mis padres desde el día cero.
Buscado ayuda con el comité directivo desde el primer día que Lady Femme apareció en redes.
Pero no lo hice por miedo a la humillación y parecer débil.
Y ahora la persona que más apreciaba en mi vida estaba pagando las consecuencias.
Si no me atreví a contárselo antes a mis padres, fue porque creía que me culparían de lo ocurrido y me tacharían de ingenua por haber confiado en ella. pero al final no lo hicieron. Al contrario. Mi madre estuvo criticando a Brenda durante horas. Ella también le tenía mucho aprecio, así que seguro que su traición le había dolido también. Pese a eso, no dudó en ponerse de mi parte. Y papá tampoco.
Cuando el segundo timbre sonó, tuve que obligarme a mí misma a salir de esa pequeña cárcel de resguardo y presentarme a clase. Obviamente no quería hacerlo, no era algo que me apeteciese ni tampoco a mis padres. Pero al karma le había parecido divertido que el mismo día que todo el mundo hablara de mi familia en los pasillos del KMH, fuera el día que tuviera que presentarme a mi último examen.
Sin embargo, mis escudos se derrumban en el momento que pongo un pie dentro del salón y escucho los comentarios desagradables de algunos de mis compañeros.
No puedo creer que estuvimos todo el año compartiendo el espacio con una persona con sida.
¿Ella también tiene sida?
Estoy segura que es de familia, el VIH se contagia por herencia.
Seguramente se esté muriendo.
¿Por qué seguimos compartiendo el mismo sitio? ¿No es un peligro compartir el mismo salón?