Cantame cien veces

52| Ocultar.

DÍAS DESPUÉS

Faltaban cinco días para la fiesta de graduación.

Y no había vuelto a poner un pie en el KMH desde la publicación en Instagram

Pero, con la excusa de no perderme las ultimas noticias e intentar aliviar la tensión de no haber recibido respuesta de Juilliard, pasaba la mayoría de las tardes en la casa de los Dyer, buscando consuelo y debatiendo con Hayden, quien de los dos tenía el peor gusto en películas y música. Eso y besándonos. Debatiendo y besándonos, no podía negar que la segunda era mil veces una mejor opción.

Para que negarlo, no me lo pasaba mal.

Ayer cumplimos una semana y media juntos y era hora de confesarle la verdad, que luego de que empezara el verano, me iría a Illinois y no a la universidad. No quería entrar ahí, de verdad que no, pero en el fondo sabía que no podría seguir huyendo eternamente. Sabía que tenía que hacer frente a eso. Como también sabía que él preferiría darme la libertad de no sentirme atada a él mientras no estuviera. Pero yo estaba segura de no querer fijarme en nadie más. Quería estar con él. Y superar la distancia sería más fácil si nuestra relación tuviera una base sólida sin mentira u omisiones.

Le puse stop a la reproducción de YouTube, estábamos escuchando el viejo álbum de los Blaked ayed, recostados, luego de que el me dejara poner una de las canciones de mi banda favorita.

La acción le sorprendió y levantó la vista. Quería hablar y cortar el taladro mental que se mantenía como una ruidosa tormenta fastidiando, pero no sabía cómo empezar. Mi corazón golpeaba nervioso contra mi pecho, como si supiera lo que estaba por venir.

—Sé que no es la mejor de sus canciones, pero dale una oportunidad. —repuso.

—No lo he parado por eso.

—¿Qué sucede?

—Bueno, no sé cómo te lo vayas a tomar...

—Olvidé decírtelo, pero entré a Juilliard —Interrumpió, con una sonrisa ansiosa—No sabía cuándo sacar el tema. Pero no aguantaba guardármelo más.

—No me sorprende, yo sabía que ibas a entrar.

—Todavía no me lo creo. —reconoció— No puedo creer que en unos meses vamos a estar juntos en el mismo campus. Por favor, no nos volvamos una de esas parejas empalagosas que se la pasan abrazados. A mí me gustaría ir a alguna fiesta universitaria, conocer a alguna fraternidad, quizá también...

—Para —lo interrumpo, sobrecogida—. No digas más.

—¿No te llama la atención la idea de conocer una fraternidad? —Se separó un poco, para mirarme.

—No creo que vaya a poder conocer alguna —con el corazón en la boca añadí: —. No iré a Juilliard, Jay.

—¿No has entrado?

—Pasaré parte del verano y el primer semestre en un campamento de verano, uno especializados en TCA.

En ese momento, algo poderoso, como la decepción y las inseguridades, se reflejaron en su rostro, extendiéndose por todo mi cuerpo, hasta el punto de que todo mi discurso, planeado y escrito, se borró por completo de mi mente.

—Siento no habértelo dicho antes —me disculpé—. Entiendo que estés enfadado conmigo; yo también lo estaría. Pero solo es un semestre, y sé que te irá genial allí solo. Podrás hacer amigos, asistir a esas fiestas y, seguramente, no solo visitarás una fraternidad, sino que te aceptarán en una. Obviamente, si entro después de las vacaciones de Navidad, podremos compartir clase, pero...

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Estábamos tan felices en Londres, todo parecía tan perfecto que tenía mucho miedo de arruinarlo y de estropear todos nuestros planes. Además, estaba segura de que entrarías a Juilliard. Sería un error colosal que no se interesaran en tu talento. Sabía que apenas llegara la carta de bienvenida, enviarías la tuya confirmando la asistencia. Si te lo decía antes, tenía la mala impresión de que dudarías en tu respuesta.

—¡Por supuesto que iba a hacerlo! Es Juilliard, es Nueva York. Jamás hubiera envidiado mi solicitud tan lejos si sabía que no habría nadie más allí. Es demasiado para mí, ¡para cualquiera! Se supone que también era tu sueño, y de verdad entiendo que estés priorizando tu salud, pero no estaba en tus manos lanzarme a los lobos y obligarme a aceptar sin que me hubieras contado lo que realmente iba a pasar. Ocultarme la verdad es una decisión que no puedo entender.

—Lo siento, mucho, de verdad. Pero estoy segura que te las apañarás bien sin mí. No necesitas a nadie para destacar, Hayden, es algo que tienes que entender antes de entrar a Juilliard. Eres talentoso exclusivamente por tú cuenta, no eres la extensión de nadie, no necesitas de alguien para ser un compositor grandioso y muy posiblemente una estrella.

—jamás en la vida voy a ser una estrella. ¿No me has visto en un espejo? No soy la clase de chico que interesa al mundo.

—Eso es lo que piensas porque tienes miedo. Pero si te atrevieras a verte como yo te veo, te aseguro que venderías millones con tu música.

—Solo lo dices porque quieres que me vaya y eso te hace sentir menos culpable por haber tomado una decisión que no te correspondía sobre mí.

Me miró con firmeza y mis murallas se tambalearon. Porque, aunque sé que no debería, me avergonzaba de no haber confiado en un principio de él. De haber creído que todo se arruinaría y la confesaba la verdad.

—Solo quería lo mejor para ti, al igual que tú has hecho por mí.

Ni siquiera me atreví a devolverle la mirada. Mis mejillas coloradas, avergonzadas y arrepentidas me delataban demasiado.

—No voy a poder hacerlo solo.

—¡Claro que podrás! Además, tenemos todo el verano antes de que tú te vayas a Nueva York y yo a Illinois. Es suficiente para que pueda convencerte de que tu Hayden Dyer, vas a ser la más brillante de la ciudad de las estrellas.

Se tomó un segundo demasiado largo que me pareció eterno.

—¿Qué sucede? —pregunté.

Me dedicó una mirada larga, como si estuviera debatiéndose entre contármelo o no. Finalmente, dijo:

—Nueva York no está cerca. Y la mudanza y los precios de viaje son más costosos cuando es más cercana la fecha. Mis padres decidieron comprar el pasaje y el camión de mudanza mucho antes de que se termine el verano.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.