Cantame cien veces

55| Sabor agridulce.

La música estaba alta, bastante alta. Repitiendo un patrón constante, bajo, penetrante. Música electrónica. El horror para cualquier baile de graduación. Luego, luces de colores en movimiento, parpadeantes y gente sudorosa por todas partes a mi alrededor, saltando, bailando, había solo dos mesas de comida y nadie vigilando, no habían repuesto los bocadillos de jamón y tocino y la pizza ya estaba fría. En fin, ese baile no lo había organizado yo. Y estaba agradecida porque estaba siendo un fiasco.

Llevaba un vestido rosado pastel de mangas largas, estaba a la altura de mis rodillas y tenía encaje en el pecho. Mi peinado era un moño alto muy bien trabajado, que nos costó dos horas de nuestra vida a mi madre y a mí. También llevaba puestos tacones altos y un bolso pequeño para llevar mi celular y las llaves. No me había puesto mucho maquillaje porque sentía que no iba acorde con lo natural y sencillo del vestido.

—¿Como estás? —susurró Hayden a mi lado y noté un escalofrío que me recorría de la cabeza a los pies.

Tenía puesto el mismo traje negro del pasado baile invierno, solo que, a diferencia de este, llevaba también una corbata y un ramillete rosa similar al color de mi vestido. Había sido un lindo detalle por parte de él.

—Odiando la música y la decoración, pero feliz de que hayas decidido venir conmigo.

—Tampoco es que tuviera segunda opción.

Chocó juguetonamente su hombro contra el mío. Me resultaba bastante difícil contener la sonrisa. Tenía miedo de que las cosas entre nosotros se volvieran incómodas y me parecieran forzadas.

Sin embargo, estar con él seguía siendo tan fácil como siempre.

—¿Dónde estás tus amigos? —pregunté.

—No deben estar muy lejos. Es más...—escaneó rápidamente el sitio—Mira, creo que allá están.

Caminamos juntos hacia la mesa de comida, allí encontramos a Alan y a Trent, junto a la hermana melliza de este. Miré a mi alrededor percatándome que tenía muchas miradas puestas en mí. Algunos cuchicheaban y otros solo se dedicaban a contemplarme como si fuera un espectáculo muy entretenido, blanqueé los ojos y luego caminé hacia la mesa sintiéndome un poco nauseabunda.

—Me alegran que hayan decidido venir—saludó Trent después de vernos llegar. Se levantó para haceros sitios, y agradecí encontrarnos con alguien con buenas vibras que pudiera contagiarnos estas.

—La comida está terrible, estoy seguro que todo el coité estudiantil se arrepiente de que te hayas salido de el—comentó Alan dejando a la mitad una rebanada de pizza.

—El comité y todo el mundo—apoyó su amigo.

—A mí la decoración me gusta, pero definitivamente esperaba algo más bailable para la graduación—Anunció Delia y luego me miró a mi—Por cierto, me encanta tu vestido, ya me estaría a mí que el mío me quedara así de bien.

—Pues para mi estás deliciosa como panquecito —La voz de Alan eclipsó la mía.

—¿Al final has decidido venir con él? —Se sorprendió el oji-azul y luego se giró hacia el susodicho—¿Has conseguido una cita con ella al fin? Delia simuló una sonrisa. ¿De qué me había perdido?

—No eres el único que tiene sus tácticas para enamorar a chicas guapas. — replicó, a modo de broma.

—¿Como saben que...? —me entrometí, todavía no habíamos dicho nada de los nuestro. No yo, al menos.

—Tampoco es que sean discretos. —Trent le quitó las palabras de la boca a su amigo— Para ser sinceros, ya se habían demorado mucho.

—¿Y tú con quien has venido? —quise saber ya sabiendo la respuesta.

Eso lo tomó por sorpresa y titubeó su respuesta.

—Bueno, he llegado con ella, pero apenas llegamos fue a la máquina de fotografías. Seguramente...—alzó la vista, buscándola entre la multitud.

—Es que Colette es así.

—¡¿Colette?! —se sorprendieron sus amigos.

—Es que empezamos a salir hace poco. —lo soltó casi en un susurro.

—¡¿Salir?! —repitieron.

No pude evitar comenzar a reír.

Durante los siguientes minutos, terminamos debatiendo si los bocadillos de jamón tenían peor sabor a los de atún o si la electrónica era o no una buena opción para un baile. Eso hasta que Delia y Alan decidieron comprobar la teoría de este ultimo de que sí lo era, yendo hacia la pista, al rato Trent se disculpó para ir a buscar a Colette que minutos ante había visto cerca de la cabina de fotos y yo me levanté para ir a buscar algo de ponche para Hayden y para mí.

Al regresar, miré a mi alrededor percatándome que tenía un par de miradas puesta en mí. Algunos cuchicheaban y otros solo se dedicaban a contemplarme como si fuera un espectáculo muy entretenido, la pesadilla todavía seguía, pero a diferencia de otros días ya solo resultaba molesto. Blanqueé los ojos y luego caminé de regreso hacia la mesa sintiéndome un poco nauseabunda.

—Tienes la cara más blanca que de costumbre, ¿los bocadillos de atún están tan feos?

—No pienso probar de esos en toda la noche, y más te vale que tú tampoco. —refuté, sin molestia—Creo que vi a Kate en la pista de baile recién, con Max.

No sé por qué se lo digo, supongo que es porque de cierta manera me sorprende y en parte ¿me alegra? vernos juntos otra vez. Ahora que ya había pasado un tiempo y no habían más sentimientos de por medio, veía su relación con otros ojos, in rencor o celos de por medio.

—Me dijo que se habían arreglado.

—Me alegro por ellos.

Cuando nuestras miradas se cruzaron, la suya estaba cargada de sinceridad.

—Yo también. Las reconciliaciones siempre se celebran.

—¿Sabes? —volvió a llamar mi atención a los segundos—Tengo ganas de largarme de aquí.

Cuando levanté la vista intrigada, sonrió y entrelazó sus manos con las mías. Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo reaccionaron ante el contacto.

Salimos del gimnasio y caminamos por el pasillo vacío, di por hecho que giraríamos hacia los estacionamientos, pero para mí sorpresa, se detuvo frente a las escaleras y bajamos por allí.




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