Cantame cien veces

56| Ve detrás de tus sueños.

Existía algo nostálgico y eterno en la idea de dejar ir a alguien por amor. Era una metáfora que comprendía la muestra de respeto hacia la otra persona, hacia el camino que decidía seguir y las decisiones que elegía tomar, era la paradoja del pájaro que quería volar, pero que era tan hermoso que lo teníamos encerrado en una jaula para evitar que se fuera. No obstante, si uno en verdad amaba a ese pájaro salvaje, sabía que debía dejarlo libre porque si no se moriría de tristeza al no poder volar. Así que se arriesgaba a perderlo, con la esperanza de que volviera. El amor era algo muy parecido, dejábamos la puerta abierta a la otra persona para que saliera si eso deseaba....

O decidiera tomar un vuelo que se lo llevaría a muchos kilómetros de distancia para perseguir su sueño.

Cuando me levanté esa mañana, sabía sin mirar el calendario que oficialmente los nueve días que le quedaban a Hayden en la ciudad se habían terminado. Y que habíamos cumplido la promesa de pasar la mayor cantidad de tiempo juntos. En el cine, en el parque de diversiones, en el coche escuchando música, en su habitación acompañados del silencio. Todo había sido perfecto, y hablar de ello en pasado dolía con el alma, porque ahora solo quedaría el recuerdo.

Busqué mis llaves y cuando las encontré salí de mi habitación, Peter me había mandado un mensaje de que ya estaba llegando, él me llevaría hacia el aeropuerto luego de recoger a Sarah, porque ella también quería despedirse de Hayden, y supongo que el también deseaba ver por última vez a la pequeña, porque me lo había pedido expresamente.

No obstante, cuando salí de casa y bajé las escaleras de entrada, no era el coche de Peter el que encontré en la acera. Sino a alguien que ya no esperaba volver a tener cerca.

—Ashley...—me saludó, todavía parada en el jardín delantero.

—¿Qué haces aquí?

—No quería terminar el instituto sin hablar contigo primero.

—El instituto ya terminó.

—Y por eso he venido—añadió—Estoy muy arrepentida de lo que hice, y ya he pagado las consecuencias, sé que podrían haber sido mucho peores, así que también vengo a agradecerte por ello. Mi solicitud a Bronwyn se ha aplazado y me lo merezco. No sé si eso te interese, pero supongo que puede ser un poco reconfortante. Como sea, no venía al caso...lo siento.

No sabría decir si lo correcto era aceptar su disculpa, pero había algo en el ambiente —quizá la nostalgia mezclada con tristeza— que me hizo creer que sí.

—Lamento lo de la universidad—fui sincera— pero no te voy a negar que sí suena reconfortante. No solo hiciste de mi último año y mi última semana en el KMH fuera un infierno, sino que te metiste con mi familia, con Sarah, sabiendo lo importante que es para mí, la lastimaste a ella y traicionaste mi confianza. Te cegaste por los celos y la venganza, y me dejaste ver lo mala persona que eras. Incluso mis padres quisieron llevar esto a mayores, porque no se si lo sepas, pero exponer la privacidad de una persona al ojo público de esa manera es un delito. Mis padres tomaron una decisión definitiva hace muy poco tiempo.

—¿Y cuál fue?

La observé apretarse las manos con nerviosismo. Cayó en la cuenta de que había cantado victoria muy temprano.

—No vamos a denunciarte, si eso es lo que te preocupa, Brenda.

Sus hombros cayeron aliviados y me regaló una mirada sincera.

—Eso es un alivio. Se que no...

—Les dije que no lo hicieran porque en su momento fuimos amigas y terminar de esa forma contigo me dolería muchísimo. —proseguí—Pero eso no significa que te haya perdonado o hayas terminado de pagar las consecuencias. Has hecho mal, y lo que hiciste debería quedarte en la conciencia por mucho tiempo. Una disculpa no es suficiente cuando el daño ya está hecho. Y lo que tiene hacer exposiciones publicas es que es imposible luego retractarla en las redes, ya está todo distorsionado y a disposición de todos. Ya no tiene arreglo, nuestra amistad tampoco, así que preferiría pasar página y no volver a verte.

—Sé que es muy difícil, pero de verdad me gustaría que, a futuro, uno muy lejano, podamos volver a ser amigas.

—¿En verdad crees que algún día lo fuimos? —interrumpí— Con todo lo que pasó, me demostraste que no. Que nunca fuimos amigas realmente. A futuro lo único que puedo prometerte es perdonarte y no guardarte rencor. Pero ahora me resulta muy difícil, quiero preocuparme solo en mis asuntos, en esos que no tengan que ver contigo, y por tu bien, lo mejor es hacer lo mismo y preocuparte por los tuyos, lejos de mí y de mi familia.

—Supongo entonces que esto es todo. Ya no hay más que pueda hacer.

—Que te vaya bien, Brenda. Lo deseo en serio. Pero ahora ya me tengo que ir —me despedí.

—¿Vas a ir a despedirlo? No merece la pena que llores tanto, de igual manera, no pasará mas de una semana en Nueva York.

—¿Como te atreves a decir eso?

—Solo digo lo que pienso. Y aunque tengas tus razones para no querer volver a escucharme. Una parte de ti sabe, que, si no fuera por Lady Famme, seguirías bajo las sombras de todas las mierdas que rodeaban tu visa y que ahora, por fin, has logrado despojarte de ellas. Así que, de nada, por si quieres agradecérmelo.

—Jamás en la vida voy a agradecerte que hayas puesto en peligro a mi familia y que hayas hecho de mi último año un infierno de acoso y burlas ajenas.

—No saliste desfavorecida. A fin de cuentas, conseguiste enamorar al chico más manipulable de todos y hacer de él lo que quieras a tu antojo.

Ni siquiera hice una mueca. Solo mostré indiferencia mientras ella me destilaba lo último que quedaba de su veneno, como si intentara lanzar una última bomba nuclear.

—Sé que irá a Juilliard, todo el KMH lo sabe porque es todo un logro viniendo de una persona que tan poco se ha destacado individualmente. Incluso oí algunas apuestas que se hicieron en la graduación, algunos dicen que terminará solo el primer mes, y otros, que ni siquiera llegará a ir al primer día de clase. Todo el mundo sabe que Hayden era la extensión de Kate cuando llegó, el mejor amigo que solamente estaba ahí para hacer destacar a su compañera. Y que después, cuando empezaron a trabajar juntos ustedes dos, supiste sacarle provecho. Lo volviste tu nuevo adorno, te impulsó y te otorgó lo que necesitabas para ganar la competencia y que cualquier universidad de música se interesara en ti. Y ahora, le has dejado solo para irte a ese campamento de música del que también se ha rumoreado. Lo desechaste porque ya no te servía, pero sabes muy bien que, en Nueva York, se lo comerán vivo, porque solo estará allí esperando que su novia vuelva para marcarle el camino. Hay gente que no está hecha para triunfar, porque no tienen la madera necesaria para sobresalir. Y cuando vayas a verlo en Nueva York, te darás cuenta por ti mismo: sin tus hechizos, él solo es un fracaso inminente.




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