Cántame una vez más

|Capítulo 05| Abrigo de lana.

—Emi...

Lograba escuchar una voz suave.

—Emily.

Poco a poco comencé a abrir mis ojos, topándome directamente con unos ojos semi rasgados.

—¡Perdón!— Se alejó rápidamente. Era mi profesor. —Solo intentaba ver si no estabas mal.

—¿Qué ha pasado?— Toque mis brazos que sentía cálidos a pesar de la  fuerte lluvia, tenía un abrigo encima. —¿Cuánto tiempo he estado aquí?

—Supongo que como una hora desde que terminó nuestra clase, apenas hace cinco minutos que salí te encontré dormida, ¿por qué no entraste antes? Hubieras estado mejor que aquí afuera.

Realmente no había pensado en ello, pero no podía explicar o excusarme con eso. 
Me levanté y quité el abrigo que tenía dispuesta a irme.

—Gracias y perdón por las molestias— Entregué el abrigo y me di vuelta, tan solo logré dar un paso, pues sus cálidas manos me detuvieron.

—¡Espera! ¿No ves que está muy fuerte la lluvia?

—Si ¿Y?— Fui demasiado cortante, pero tenía que irme. Ya había soltado mi mano así que iba a seguir avanzando.

—¡El transporte público se canceló!

Al escuchar sus palabras me detuve y me di la vuelta.

—¿Qué? ¿Por qué?— Avancé hasta quedar frente a él.

—Pues— Suspiró. —Escuche en la radio que por la seguridad de los pasajeros, luego van borrachos y eso.

—Cierto...— Suspiré al saber eso. Más tarde recibiría un buen regaño. —¿Ya va a cerrar?— Lo miré preocupada.

—Si, pero— Me dió su abrigo. —Si quieres te puedo llevar a tu casa, si es que no te quieres quedar sola hasta la madrugada y con frío— Insinuó lo último de forma burlona.

Me coloqué el abrigo cuidadosamente  mientras pensaba en la respuesta. Realmente no sería correcto en la parte "moral", mis padres son tan cerrados que dirán o pensaran de lo peor, sin mencionar los vecinos chismosos.
Miré a mi profesor decidida a la respuesta, mientras él tan solo se sonreía para sí mismo.

—Bien, si me hace el favor de llevarme.

—Esta bien, ahora espérame un momento en lo que voy por el coche—  Asentí.

Él se fué corriendo bajo la lluvia, corría gracioso.

—Espera— Murmuré. Me había percatado que iba sin abrigo. El único que tenía me lo había dado a mi. Muy amable de su parte y egoísta de la mía.

Perdida en mi mente, tan solo escuchando el choque de las gotas cristalinas de la lluvia contra el suelo no me percaté que estaba cerca el profesor.
El silbido de su auto fue lo que me sacó del trance y subí rápidamente y apenada en ese coche rojo pasión que emanaba a lujo.

—¿En que estabas pensando?— Rompió el silencio.

—En nada realmente, solo me perdí unos momentos.

Como mencioné anteriormente, soy mala socializando. No sé qué más habrá querido que respondiera. Un incómodo silencio invadió el auto, claro que acompañado por las gotas que caían lentamente.
Pese a tener mi lado "antisocial" por alguna razón tenía ganas de entablar una conversación con él, tal vez era su amabilidad lo que atraía una parte de mi.
¿Cómo podría abrir conversación? 
¡Bingo! Exclamé en mis adentros teniendo la entrada a mi deseo, y una muy lógica.

—A todo esto...— El automóvil paró gracias a un semáforo. —¿Sabe dónde vivo? o ¿por qué no preguntó?

Sin duda era algo que aparte de abrir conversación realmente me daba una respuesta necesaria.

—Oh eso, ¿por eso estabas callada?— No sé porqué rayos comenzó a sonreír. Eso daba miedo. —Cuando te inscribes en el curso pedimos tus datos personales así que se más o menos por dónde vives.

—Y qué tal ya no vivía ahí— Lo miré de alguna u otra manera burlonamente.

—Buen punto— Mencionó entre una pequeña risa.

De nuevo un silencio pero esta vez no fue incómodo, tan solo fue desapercibido.
Ya un poco relajada decidí mirar el paisaje por la ventana. Casi no podía ver nada por la fuerte lluvia que había. Tan solo caían una y otra vez las gotas que por momentos parecían pequeño granizos.
Iba aumentando el ritmo en el que caían, no parecía que fuera una lluvia pasajera. La temperatura se sentía más fría. Y eso que llevaba un cálido abrigo de lana.

¡Su abrigo!

—¡Profesor perdón! Venía tan distraída que olvide devolverle su abrigo, ha de tener frío y yo...

—Tranquila Emily, yo estoy bien, prenderé la calefacción y listo.

—Pero está mojado, se puede enfermar— Mencioné preocupada.

—Estaré bien, tranquila— Dió suaves palmadas en mi cabeza como si de una niñita se tratara. Tal vez sintió que así me calmaría, y eso logró.




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