10 Porque cada vez que me acerco demasiado, lo estropeo todo.
When I told you "I'm fine", you were lied to
How could I think that all that I gave you was enough?
'Cause every time I get too close, I just go mess it up
Alan.
El hecho de que Dahlia no le diese importancia al hecho de mi posición en la empresa de mi familia me relajó. No quería que fuese raro.
Hablamos más por mensaje, pero noté que ella era muy cerrada y algo borde, cuando le hacía preguntas más personales simplemente las evitaba o contestaba seca. Yo no insistía, no quería incomodarla y que me bloquease. También había notado que evitaba cualquier tema relacionado con su madre, por lo que tampoco preguntaba de ello, aunque me muriese por conseguir respuestas a mis dudas, que cada vez eran más. Era como un enigma para resolver. Cada vez más enrevesado y cada vez me enganchaba más.
En Worthing me aburría. El lunes Dani me presentó a Robert, el anfitrión de la fiesta que organizaría la semana siguiente. Era un tipo agradable. Era alto, tenía el pelo castaño y algunas pecas que le daban un aire un poco más infantil. También me presentaron a su novia, Eva, que se tuvo que ir poco después. Si la describiese en una palabra sería intensa. Los dos me cayeron bien enseguida.
El martes Daniel tenía que ir a Brighton a hacer no sé qué, estoy perdidisimo en este sitio, y se me ocurrió una idea. Probablemente no era la mejor, pero me dió igual.
—¿Enserio vas a ir? —me preguntó Daniel en el coche.
—Sí.
—¿Pero qué le vas a decir? Hola, mira, es que como no tengo nada mejor que hacer con mi vida, he decidido aparecer en la puerta de tu academia de música, con la esperanza de que no pases de mi cara—dijo Daniel poniendo vocecilla.
—A ver, si lo dices así suena raro.
—¡Porque es raro! Tu plan es raro lo mires por donde lo mires.
—Me da igual.
—Se va a asustar.
—Lo peor que puede hacer es ignorarme.
—O denunciarte por acoso.
—Pero qué dices, anda. Tu flipas. ¿Qué acoso? Simplemente pasaba por allí y…
—¿Y casualmente te has quedado en la puerta hasta que saliese? ¿A la hora en la que sale? Porque da la casualidad de que has aprendido su horario. Bastante rarito si me preguntas.
—Cállate, no tengo por qué aguantarte.
—En realidad sí. Te hospedas en mi casa.
—No es tuya, es la de tus tíos. Y les caigo mucho mejor que tú.
—Ala. Menudo ataque gratuito. Además eso es mentira.
—Sí tú lo dices.
—Sí lo digo, solo son majos porque están preocupados por ti.
—¿Por qué van a estar…? —le miré molesto—. ¿Les has contado lo de Paula?
—Miriam es muy chismosa, no me culpes a mí—dijo poniendo cara de falso inocente.
—Claro, será culpa de ella.
Obviamente les tenía que contar lo de Paula, ya solo faltaba que apareciese en las noticias y que lo supiera todo el mundo. Aunque Paula me tenía bloqueado y no lo podía mirar, pero seguramente haya publicado un video hablando sobre ello. Aunque tampoco había hecho mucho esfuerzo para mirar su perfil,si quisiera podría haber hecho otra cuenta o cualquier cosa. Pero prefería vivir en la ignorancia. Solo los ignorantes son felices.
—Ella preguntó, yo respondí. Ahora me arrepiento porque te han dado la habitación buena por pena.
—Me voy a ir a un hotel para no aguantarte.
—¿Qué probable es que me importe lo más mínimo?
Lo ignoré mirando por la ventana. El resto del trayecto lo pasamos en silencio, con tan solo el sonido de la radio y el ruido que hacía Daniel tamborileando los dedos contra el volante al ritmo de la música. Algo de razón tenía, mi plan no tenía ni pies ni cabeza, pero necesitaba verla.
Como si estuviera siendo atraído por algo fuera de mi control. Y era peligroso y adictivo. Como fuego.
Dahlia
Craig no me dejaba en paz. Ahora encima que íbamos a trabajar juntos no dejaba de molestarme. Estaba segura de que había pedido empleo ahí para fastidiar más, aunque sabía que él no tenía ni idea de que trabajaba ahí. Para un lugar tranquilo y cómodo que tenía en mi vida. Aquel local se había vuelto como mi casa, y Craig tenía que arruinarlo. ¿Nunca tendré un respiro verdad?
—Señorita Allen—me llamó la profesora Bach—. Es tú turno.
Estábamos haciendo las pruebas para una audición para un musical. Funcionaba en un proceso de eliminación, está tan solo la pasarían tres, los tres que la superasen irían a la audición grande, la nacional, la del musical.
Entré con el ánimo un poco bajo, pero no iba a dejar que aquel estúpido arruinase mi futuro. Esto era lo que me gustaba y tenía que conseguirlo.
—Buenos días señorita Allen—un señor de pelo grisáceo me indicó que me colocase en el centro de la sala.
Hice lo que me pedía un poco nerviosa e instintivamente tiré de las mangas de la camiseta, una costumbre que tenía desde el accidente cuando estaba nerviosa.
—Soy Charles Grant—se presentó el señor cuando la profesora Batch se sentó a su lado.
—Encantada—dije sin saber qué decir.
—Bueno, la prueba consiste en tres partes. Primero tendrás que cantar, luego se valorará el baile y la actuación.
—¿Qué canción has preparado? —preguntó la profesora.
—Skyfall, de Adele—respondí. Era una difícil, pero tenía fuerza y escena. Podría impresionar a los jueces así. Tenía que intentarlo si quería conseguir esto.
La profesora asintió y esperé a que la música empezase. Vi como me miraban expectantes. Dahlia relájate.
Cuando empezaron los primeros acordes, me dejé llevar por la música. Me encantaba cantar porque era como escapar a otra realidad. Por unos minutos me sentía libre y llena de nuevo, mis problemas pasaban a un segundo plano y todo era mejor. Durante unos minutos podía ser yo misma, sin preocupaciones, sin cicatrices, sin dolor, sin culpa, sin nada de lo que me molestaba a todas horas. Me gustaba porque era liberador. Porque por un momento, me volvía a sentir bien y feliz. Algo que llevaba sin sentir ocho largos y tortuosos meses.