Cantando a las estrellas

17 Seis millones

17 Seis millones

But it’s not real

And you don’t exist

And I can’t recall the last time I was kissed

  • Lizzy McAlpine

Alan

—Te lo juro que me suena muchísimo—me repitió Eva por octava vez mientras volvíamos a Worthing.

—Me alegro por ti, pero si no dices de que te suena pues esa información no me sirve de nada.

—Es que esa es la cosa. No me acuerdo de qué.

Negué con la cabeza. Desde que nos habíamos marchado Eva y Robert seguían diciendo que Dahlia les sonaba mucho de antes, pero claro, no sabían de que. La noche había sido fantástica, las amigas de Dahlia eran encantadoras y creo que ya tenemos un nuevo ship entre nuestro amigo Daniel y una de las amigas de Dahlia. Me había esforzado para estar guapo esta noche pero lo que no me esperaba era ver a Dahlia tan guapa. Digo, ya era jodidamente guapa de por sí, pero esa noche estaba, bueno, impresionante. Tanto que hasta me había sentido feo a su lado, y eso que mi ego estaba por las nubes. Ya la había escuchado cantar antes, pero está noche se había lucido y ni parecía haberse esforzado en hacerlo.

Aún así la había notado distante, aunque todas las veces que había estado con ella ha sido así. Estaba aquí, pero en cierto modo no lo estaba, es como si realmente estuviera en algún lugar dentro de su cabeza que reclamase su atención todo el tiempo, y me fastidiaba no saber el qué.

Supongo que cada uno tiene sus demonios.

No le dije nada, pero estuve mirando al chico que estaba en la barra, era el mismo que la molestó el otro día que fuí a disculparme. Había notado como ella le lanzaba miradas de reojos de vez en cuando. Quería saber quién era, pero no podía preguntar así porqué sí.

Saqué mi móvil mientras Dani conducía y Eva y Robert seguían parloteando y haciendo teorías sobre de qué les sonaba Dahlia en la parte de atrás. Me metí en la conversación con ella para mandarle un mensaje cuando ví que ella ya estaba escribiendo. Estuvo escribiendo por un buen rato en el que ya me dio tiempo a crearme ochenta paranoias y a generarme curiosidad. Cuando porfín mandó el mensaje no pude evitar sonreirle al móvil como un tonto.

Dahlia

Tú también estabas brillante está noche.

Alan

¿Tú crees?

Dahlia

Sí, pero no he tenido oportunidad de decírtelo. Me lo he pasado muy bien, tus amigos son simpáticos.

Alan

Tienen su encanto. Ahora están hablando de tí.

Dahlia

¿Cómo? ¿De mí? ¿Qué dicen?

Alan

Nada malo, no te preocupes. Dicen que les suenas de algo. ¿Alguna idea?

Tardó un rato en responder y cuando lo hizo fue un simple “No”. Lo que me generó una pequeña sospecha pero no insistí. Me dió por meterme en Instagram, Angélica me había aceptado la solicitud, pero no parecía que Dahlia tuviese ninguna cuenta. Al menos ya no. En una foto salía etiquetada una cuenta con su nombre, pero el perfil había sido eliminado. Lo miré curioso por un tiempo. ¿Por qué habría borrado su cuenta?

—¿Puedes mirar si me ha aceptado la solicitud? —preguntó entonces Daniel señalando su móvil.

—¿Eh? ¿Quién?

—Quién va a ser.

—¿A la que llevas picando toda la noche mientras te ponías rojo cada vez que te miraba?

—Tú qué sabes, anda. Sí, esa, miralo porfa.

—A sus órdenes capitán.

Cogí su móvil y sí, lo había aceptado, se lo enseñé él sonrió orgulloso. Este chico era de lo que no hay.

Se que no debería haberlo hecho pero me metí en una nueva notificación del perfil de Paula desde el móvil de Dani y el mundo se me cayó encima por un momento. Era una fotografía de Paula, con otro, besándose. La descripción de la fotografía era una frase cursi de amor. Puedo jurar que casi tiré el móvil al suelo y la cara que se me debió haber quedado tendrían que haberla fotografiado. Eso explicaba muchas cosas. Me daba asco.

—Será hija de… su madre—soltó Dani que me había mirado de reojo y había visto la foto—. Menuda cabrona, pobre chico, la serpiente ha encontrado nueva víctima.

—Cállate.

—¿Qué pasa? —Eva se acercó asomando la cabeza entre los dos asientos de delante.

—Nada—dije apagando el móvil—. Siéntate bien.

—¿Os acordáis de Paula? —Daniel me ignoró.

—Sí, la víbora.

—Pues…

—¿Podéis callaros? —me quejé.

—¿Qué ha hecho esa?

—Se ha ido con otro—dijo Daniel

—¿Te hice algo en otra vida para que me trates así? —le dije a Dani—. ¿Qué parte no entiendes de cállate?

—Si es que ya te lo dije yo, son todas iguales—dijo Robert.

Pues nada, que les había dado por ignorarme a todos.

—Vaya muchas gracias—comentó Eva ofendida.

—Todas menos tú—se apresuró a añadir su novio.

—Pensaba.

—Bueno eso explica sus excusas rebuscadas—Daniel me puso una mano en el hombro en señal de apoyo por un segundo y volvió a centrarse en la carretera—. Además, ese tiene cara de gay, y es feo. Ha salido perdiendo ella.

—Eso valorate, que tú eres mejor—agregó Rob.

—No os aguanto.

Supongo que tenían algo razón pero aún así dolía. Miré de nuevo la foto, me había cambiado por un tal Luca, genial. Y tener que enterarme por redes sociales… Bueno al menos no me los encontré cara a cara de improvisto. Podría ser peor.

Un nuevo mensaje de Dahlia me hizo olvidarme un momento de Paula, quizá no todo fuese tan horrible al fin y al cabo, había conocido a Dahlia. Era un cambio de aires.

Así que cómo manual de superar una ruptura, en vez de volver a hundirme, me puse “It's ok, I’m ok” de Tate Mcrae en bucle en los cascos y para adelante. Si yo no he sido suficiente para ella, ella no lo ha sido para mi.



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En el texto hay: drama, amor, casualidad

Editado: 30.07.2025

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