Cánticos de Inspiración

La Pintura Perfecta

 

Eza pintaba sobre aquel lienzo enorme, otra historia para exhibirla en el Gran Salón de Bóreas. Había pintado con esmerado detalle el paisaje idóneo donde se desarrollaría su nueva historia, lleno de criaturas nunca antes vistas de las que se sintió orgullosa, no podía esperar a mostrar su obra maestra.

 

Se detuvo por un momento para alejarse y contemplar el resultado, era perfecto, sin duda alguna; de repente le invadió una feroz sensación de inconformidad ¿Cómo podía una obra tan perfecta dar la sensación de que le faltaba algo?

 

Desilusionada se acercó con pincel en mano decidida a terminarla, antes de que la pintura tocara el lienzo se detuvo, sabía que algo le hacía falta pero ¿El qué? Ahora temía dar una pincelada que estropeara la pulcritud de su obra. Retrocedió un poco y se quedó contemplando largo rato cada trazo que había plasmado sin titubear, pero ahora dudaba hasta de no hacer nada.

 

La tristeza invadió su corazón, desmontó el lienzo y lo colocó en el suelo mirándolo desde arriba, tal vez el problema era el ángulo, seguía siendo perfectamente imperfecto. Una lágrima de rabia se deslizó por su rostro, meciéndose en su barbilla hasta caer estrepitosamente sobre el lienzo creando una enorme mancha roja; abrió los ojos asombrada cuando le mancha tomó una forma graciosa y empezó a danzar por el paisaje, Eza sonrió feliz observando la figurilla recorrer los bosques pintados.

 

─Reudh ─le llamó Eza sonriendo, la mancha roja se detuvo a observar a su creadora, que estaba tan feliz que siguió llorando provocando que otra lágrima cayera sobre el lienzo esta vez asustandola. 

 

Una mancha azulada se estampó en todo el lienzo, Eza tomó su pincel desesperada para intentar salvar su obra, antes de tocar el lienzo la mancha azulada se tornó mas pequeña y comenzó a perseguir a Reudh.

 

─¡Hey! ─regañó, ¿Qué intentaba hacer ese manchón a su preciada Reudh? Intentó perseguirlo con su pincel sin mucho éxito, cuando se cansó de sus intentos infructuosos de atrapar al intruso, vio que efectivamente estaban jugando ─¿Iazward? ─llamó con sorpresa, solo en ese momento aquel manchón azulado se detuvo para observarle. Sonrió dichosa al darse cuenta de lo que en realidad le faltaba a su obra: un poco de caos.

 

Tomó su pincel y trazó un punto oscuro, había decidido que el caos se hiciera cargo de su obra maestra, por ello serían tres, representando los tres pilares de la existencia.

 

─Ater ─llamó a su último trazo ─serás la noche, Reudh, serás el ocaso e Iazward, serás el día. Serán los protagonistas de esta historia. ─sonrió satisfecha colocando el lienzo en el trípode, lo vió por última vez antes de salir del salón para preparar la presentación.

 

Los tres manchones siguieron jugueteando, una vez cansados decidieron recostarse donde les pareció mas cómodo. Iazward quien seguía prendado de la belleza de Reudh, se acercó a esta para confesarle su amor.

 

Reudh llena de alegría correspondió sus sentimientos, en ese momento Iazward quiso tomar la mano de su amada, cuando sus dedos se encontraron Reudh se tornó de un hermoso lila, al mirarse sonrió, era un color hermoso que estaba segura que a su creadora le gustaría también. Miró a su amado con una sonrisa que se desvaneció al notar su expresión.

 

Iazward amaba su tono rojizo, no en lo que se había convertido. La miró desilusionado y se alejó. Reudh confundida y herida no entendía porqué de repente su amado ya no le correspondía. Le siguió por los valles, quería entender qué había hecho que su amor se fuera; Iazward se acercó a Ater cabizbajo, esta lo miró curiosa.

 

Reudh vio a lo lejos a su amado tomar la mano de la noche y esta siguió tan oscura como siempre, Iazward sonrió encantado mientras que Reudh sentía como se rompía su corazón.

 

Con rabia se interpuso entre ellos, jurando que jamás podrían verse y así fue. Eza entró al salón para recoger su obra y observó fascinada como el día perseguía a la noche mientras el ocaso se interponía entre ellos creando una singular y extraordinaria dinámica. Reudh tenía razón, Eza quedó encantada con su nuevo color; Eza sonrió feliz porque también tuvo razón, solo le había faltado un poco de caos para ser una obra perfecta.

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Inspirada en Colors de Halsey

 




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