“Les invito a explorar el regalo de los dioses, la Chispa, esas diminutas llamas internas que arden en el pecho de cada ser nacido en estas tierras nevadas”
Fragmento del tema uno de: Unión de Chispas,
Vínculos y Regalos Mágicos entre Almas Heladas.
Por Lady Eira Lindgren.
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El manto blanco parecía infinito al extenderse y cubrir todo el paisaje, pocas cosas quedaban exentas de su abrazo. Una de ellas era el lago congelado, con su hielo de un color azul y formando una medialuna; el lugar idóneo que las familias nobles siempre elegían para sus festividades.
En el centro de este lago un grupo de músicos tocaban sus instrumentos y los susurros de los vientos llevaban cada nota hasta todos los invitados que rodeaban a la banda. A su par el hielo crujía con suavidad ante los movimientos de los patinadores que se deslizaban por su superficie, dando un espectáculo maravilloso para acompañar el banquete de los nobles.
Las mesas dispuestas alrededor del lago tenían las mejores comidas de la ciudad: desde pescados asados, carne, frutas y mucho hidromiel. El apetito de las personas no se hizo esperar y se llevaban todo a la boca junto con la risa de los chistes y los murmullos con chismes pasajeros.
A pesar de que ahora la brisa era nocturna el cielo seguía resplandeciendo de un color celeste y despejado, con su característico anillo anaranjado y amarillo que coronaba las montañas y parecía envolver a toda la ciudad dentro. Mismo fenómeno natural que se representaban en la festividad con los grandes anillos dorados y con gemas sobre la cabeza de cada noble, celebraran otra exitosa temporada pero también aprovechaban esta ocasión para mejorar los lazos y unir más a cada familia regente.
Todos sabían eso y lo intentaban, pero algunos más que otros. Luego de un trago a su vaso la mujer se dio cuenta que su hijo estaba sentado en la mesa y con su vista perdida en la comida, no parecía tener apetito pero a su vez era como si la analizara para comerla. Eso podría dejarse pasar en un niño pero Hakon ya estaba por cumplir la mayoría de edad, el ciclo siguiente sería presentado formalmente ante los nobles de esta ciudad y las otras.
Su madre se puso de pie un momento para rodear la mesa y acercarse hasta él, caminaba sin cuidado ya que no le preocupaba ensuciar su vestido blanco, al final de cuentas el suelo también lo era. Su hijo ni siquiera se percató cuando se acercaba y no fue hasta que le puso una mano en el hombro que la congelada y perdida mirada de su primogénito se rompió para prestarle atención. – ¿No te parece buena idea ir a relacionarte con los otros jóvenes? –Ella se hizo a un costado para señalarle a su hijo a los demás de su edad que construían muñecos de nieve y charlaban en una de las puntas del lago medialuna.
–Me da bastante flojera eso, no sé, solo no tengo ganas. –Esa sinceridad podría congelar el interior de cualquiera.
–Justamente para eso son estos eventos, sino pierden el propósito. –Intentó mantenerse paciente ella.
Inconsciente se llevó la mano derecha a la boca para morderse las uñas celestes que tenía. –En el del ciclo que viene te juro que lo haré, no, en el próximo evento ya lo intentaré.
Su madre apoyó su mano sobre la de él para sacársela. –Sería bueno que para el próximo evento ya hayas forjado lazos. No puedes solo interactuar con los demás cuando sea estrictamente necesario.
–De esa forma no me odian.
–Pero tampoco te apoyan.
Hakon dejó salir un suspiro. La política le resultaba demasiado complicada, cada familia noble conspiraba contra las otras, hacían tratos, se engañaban. Y aunque debía, no quería meterse en todo eso. Solo que ese era el mundo al que pertenecía, al único que le dejaron y obligaron a formar parte.
Pensando en una respuesta el primogénito desvió la vista de su madre al vaso con hidromiel que tenía en frente, sabía que si la veía a los ojos por mucho tiempo más terminaría por caer convencido y esta vez quería dar más pelea. Sin embargo, fue entonces que lo notó, la bebida de su vaso se sacudió. Como al principio fue solo una vez decidió ignorarlo, aunque al poco tiempo ocurrió por segunda vez y luego por tercera, esto ya era muy extraño.
Cuando sus ojos volvieron a conectarse con los de su madre para comentarle fue demasiado tarde. Una gigantesca roca de unos seis metros de diámetro cayó cerca del lago y sacudió toda la tierra nevada por un momento, al instante cayó otra, y otra, y otra. Era imposible pero a su vez es lo que sucedía, estaban bajo la lluvia de gigantescas rocas que lo aplastaban y hacían temblar todo.
Una piedra enorme cayó cerca de ellos, pero una miembro de su guardia actuó rápido para protegerlos. Abrió el enorme maletín que llevaba consigo y una nieve brillante y amarillenta salió de su interior para formar una barrera de hielo que los resguardo de otros restos que salieron volando.
–¿Se encuentra bien mi Duquesa Snolned? –quiso saber la mujer viéndolos con un rostro firme y decidido, uno que el primogénito sentía que nunca conseguiría.
La madre abrazó con fuerza a su hijo, como si se tratara de un niño pequeño a pesar de su altura y edad. Ella asintió con la cabeza cuando otra miembro de su guardia llegó, con su cabello atado y vistiendo un uniforme negro y marrón. Acompañándola estaba el Duque, y sin decir una sola palabra este miró a los ojos de su mujer para seguido señalarle a una punta del lago, donde estaban estacionados los carruajes.
Para cuando Hakon se percató la música ya se había detenido y fue reemplazada por una discordia de gritos y alaridos, observó el lago medialuna y como los patinadores salían corriendo, bueno, los que podían. Una enorme roca cayó allí creando un agujero y rompiendo el hielo, varios quedaron atrapados por el frio agarre de las aguas y otros apenas lograron salir.