Canticos del Viento y el Ocaso

Capítulo 8: La Guía del Viento Norte

“Las Corrientes del Mundo traen consigo susurros, originados en la época del Imperio Stornelgang. Pequeños seres creados para servir, cuidadores y limpiadores del hogar…

Fragmento de:

Canticos del Viento y el Ocaso.

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Aprovechando el momento en que su abuela fue a buscar una jarra de agua a su cuarto el campesino la siguió por detrás, disimulando lo suficiente como para que el noble recostado en la cama no sospechara. Una vez dentro Kari la confrontó.

–¿Qué sucede querido?

–Quería decirte como me di cuenta que él es un noble. –En otra situación él hubiera estado nervioso, hubiera dudado en revelar esto, pero en este caso se trataba de su abuela. Lo único en lo que podría tener dudas respecto a ella es hasta donde llegaba su bondad.

Ella tomó un peine de al lado de su cama para cepillarse el cabello canoso y se quedó en silencio, con sus ojos azules observando a su nieto esperando a que este le dijera algo mas. Entonces el Elfo Invernal se llevó una mano al bolsillo y los sacó. –Recolecté más del mínimo necesario de frutos hoy, y como tenía tiempo libre y estaba cerca regresé a revisar la zona del accidente donde encontré a ese noble. –Abrió sus manos para revelar dos anillos de oro con peculiares gemas incrustadas, claro que su abuela reconoció al instante de que se trataba.

–Esas gemas, solo las usa la realeza. –Casi no podía creerlo, nunca vio unas tan de cerca, aquellas piedras resplandecían con destellos anaranjados, rojos y dorados; eran encantadores y atrayentes.

–Además de esas dos encontré un aro que va alrededor de la cabeza, pero ese está oculto en la canasta. En algunas ramas también había partes de rasgaduras de ropa de tela cara.

–Ya veo, llegaste a la conclusión más lógica. Por eso viniste corriendo a revisar las marcas de la nobleza. –Al hablar la abuela no podía despegar sus ojos de esas lindas piedras, incluso por su cabeza pasó el pensamiento de colocarse esos anillos, pero rápidamente los ahuyentó.

–Podríamos entregárselas al Barón del pueblo, si le decimos que las encontramos nos podría dar una enorme recompensa por eso. –Los ojos de pupilas blancas e iris negras de Kari brillaban con un fuerte deseo interno, como un fuego en medio de la luna eterna.

Sentir esas palabras salir de la boca de su nieto hicieron entrar en razón a la abuela, ella no tenía dudas, esto debía tratarse de la obra y gracia de Dnocrus. El dios del viento del norte debía estar poniendo a prueba a su nieto y ayudando al noble, tenía todo el sentido ya que ese dios representa la firmeza y guía a los perdidos.

–No –respondió su abuela al instante y de forma seca, eso destruyó la expresión avariciosa de Kari como un pico partiendo hielo–. No podemos hacer eso porque esas cosas no nos pertenecen, son de la familia de ese noble y si ellos murieron entonces pasan a ser de él. Lo que estas proponiendo es solo una decisión que él puede tomar.

Al notar que su abuela volvía a no apoyarlo, a estar en su contra, el campesino cerró con fuerza su mano para proteger los dos anillos dentro <Es una oportunidad única ¡por los cuatro vientos! ¿Por qué no puede aceptarla? ¿Por qué tiene que ser tan difícil querer ir por el camino fácil?> sin darse cuenta una mueca apareció en su rostro y sus cejas plateadas se fruncieron. Era como una dura hoja que no se deja guiar por el viento, quería mantenerse firme a pesar de estar seca.

Su abuela solo le dijo lo que ella pensaba que era lo correcto, no hizo nada más. Si Kari decidía continuar por ese camino ella no lo detendría, porque eso es algo que él debe comprender y elegir por su propia cuenta. Aunque significaría fallar en la prueba de un Vindivus.

Uno de sus dioses representa la estabilidad y paz interior, ahora y en más de una ocasión el campesino pensaba que su abuela era la encarnación de ese dios. Y tampoco sería raro, conociendo los cuentos de cuando los dioses del viento suelen meterse a cadáveres de fallecidos para revivirlos y controlarlos con un objetivo en específico.

–Gracias por tus palabras abuela. –Se limitó a decir para seguido darse media vuelta y marcharse, salió de regreso a la sala donde el noble seguía recostado en la cama y con sus ojos grises perdidos en el techo. Al escuchar sus pasos el joven se volteó para mirarlo sin decir una palabra, y ya que parecía no ser capaz de iniciar una conversación Kari tuvo que hacerlo–. ¿Sabes? Hoy tuve algo de tiempo libre así que regresé a la zona de tu accidente.

Aun callado, todo el cuerpo del noble se sacudió con un estruendo, como si el viento besara su piel y le provocara un escalofrió. El campesino podía notar una chispa de esperanza dentro de sus ojos, y quería evitar esa ilusión así que fue al grano. –No logré encontrar los cadáveres de tus padres, pero si mucha ropa rasgada y sangre. –Pensó que no estaría mal omitir la parte de la nieve mágica que halló–. Pero hubo otra cosa que si encontré.

Kari se le acercó y el noble pareció asustarse un poco, solo que no pudo retroceder más porque tenía la pared a su lado. Una vez que ambos quedaron de frente el Elfo Invernal se agachó y abrió su mano para darle lo que recuperó. –Imagino que deben ser de tus padres, pero si ahora ya no están son tuyos.

El noble se quedó viéndolos por un segundo, levantó una mano temblorosa, como si se tratara de una ilusión o una mentira. Le costó unos segundos pero pudo bajarla para tomarlos y agarrarlos con fuerza, pero era una fuerza diferente a la avariciosa de Kari, era una más proteccionista, como si fuera un reencuentro entre familiares.

Antes de poder llegar a pararse otra vez el campesino sintió un fuerte agarre de su muñeca, cuando bajó la vista notó la mano del noble agarrándolo con fuerza. Las dos marcas de copos de nieve en cada mejilla estaban brillando de un color blanco y sus ojos grises se volvieron cristalinos otra vez. –Gracias, en serio gracias. –Al final sus ojos no pudieron contenerlo y cayeron unas lágrimas, su voz fue cada vez más delgada y temblorosa–. No sé cómo puedo agradecerte por esto. –Sin dudarlo se colocó ambos anillos.




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