Canticos del Viento y el Ocaso

Capítulo Vientos del Crepúsculo 1

“La cantidad de Lagrimas de Nedgaus que un Snognis puede llegar a controlar es directamente proporcional a su peso corporal. Controlar más requiere de una gran resistencia muscular y que hagan dos cosas distintas a la vez de una enorme capacidad mental.”

Fragmento de: Resplandor Dorado,

Arte de la Nieve y el Viento.

Por: Lene Ahmed.

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La brisa nocturna susurraba su canción a los vientos, eso sería algo normal si uno estuviera en un pueblo, en un bosque nevado, en un viaje. Pero esto no es nada de eso, se trata de una gran ciudad amurallada, la ciudad de Gausva. Se supone que la canción de un lugar así sea fuerte, ruidosa, que se haga notar; y ocurría todo lo contrario, cuando el sol se ocultaba las personas también lo hacían. Las calles quedaban vacías, sin nadie que acompañara a la luna y apreciara su brillo azul.

Aquellas personas que caminaran por el suelo empedrado cuando caía la luz natural debían ser muy estúpidas o muy peligrosas, y a Foran siempre la confundían con la primera. Ella dejó de caminar para detenerse cerca de un poste de madera, este tenía colgando varias lámparas que debían estar encendidas para alumbrar la oscuridad; ahora muchas menos de la mitad lo estaban. A sus dos costados se levantaban edificios de piedra y madera, llegaban a medir hasta tres pisos y de sus ventanas también podría salir luz; pero tampoco pasaba.

Presenciar este tipo de cosas la apenaban profundamente, se acomodó la bufanda que cubrían la mitad inferior de su cabeza y observó hacia adelante con decepción <Un desperdicio total> pensó algo indignada <¿Cómo el Imperio Stornelgang terminó reducido a esto?> pocos como ella conocían el por qué mejor que nadie, solo que al ahora haber tantas ciudades y no poder controlarlas todas se le escapaban algunas razones. Podría preguntarle a un colega al respecto, pero él solo le daría información del pasado, y eso no podía cambiarse, se limitaba a lidiar con lo que eso causaba.

Soltó un suspiro, volvió a saludar a la luna y siguió su camino. Sus pasos eran el único sonido que el viento llevaba ¿pero a quién? A simple vista a nadie aunque eso no debería ser asi <Se supone que esta es la zona> analizó a su alrededor otra vez <De por si pocos salen en la brisa nocturna pero aquí no hay rastro de nadie, debe ser una de las zonas con más influencia de ese molesto grupo ¿entonces porque no me los topé todavía?> una posibilidad llegó a su cabeza <¿Se habrán enterado de mi llegada? ¿La información se filtró?>.

Eso no podría ser, con una sola mano podía contar a las personas que sabían sobre esto. Se encargó de venir sola y sin compañía, nadie debería saber que estaba en esta ciudad en este momento ¿Y porque el grupo peligroso que dirige esta zona de la ciudad no la atacaron para robarle todavía? Lo más probable para ella es que sean tan estúpidos que no se hubieran dado cuenta, aunque dejó de pensar eso cuando escuchó el grupo de pasos a su espalda. No se volteó para mirar pero ya sabía que la seguían, eso le sacó una sonrisa.

Solo para asegurarse de que ella en verdad era el objetivo siguió caminando un poco más entre la oscuridad por la que se movía el viento, fingiendo ignorar el ruido de los pasos y los susurros que el viento le llevaba desde quienes la seguían. Cuando pensó que no podían ser otros más que los que ella buscaba se dio cuenta que era hora de actuar, dobló hacia el callejón que había entre dos edificios a su costado. A penas lo hizo pudo sentir como aquellos que la seguían apresuraron sus pasos, como yetis hambrientos que huelen el pescado cocido.

Antes de siquiera llegar a la mitad del callejón ya escuchó fuertes risas de donde había entrado. –¡Espera ahí querida! –le gritó un hombre con los brazos cruzados desde la entrada. Su gruesa voz resonó con fuerza por todo el vacío lugar.

Ella fingió temblar un poco del miedo y se volteó despacio. –Ouh, señoritos ¿Qué necesitan?

Los hombres y mujeres volvieron a reírse cuando la escucharon hablar. –Y eso depende de lo que tengas. –respondió una alvinter que solo llevaba una prenda de ropa que le cubría los pechos y unos pantalones largos.

–Solo fui a visitar a un pariente, si tuviera una moneda de plata se las daría pero no traje nada. Lo siento. –Foran volvió a darse la vuelta para aparentar que seguiría su camino.

Logró escuchar como los dientes de algunos rechinaron de la ira, un grupo de pasos corrieron apresurados hasta ella y la alvinter la agarró con fuerza del brazo. –Espera un segundo estúpida, no nos des la espalda mientras te hablamos ¿no sabes quiénes somos? –A su lado tenía dos hombres humanos miembros de su grupo y por detrás otra mujer y otro hombre esperaban–. Para estar por aquí tienes que pagar el derecho al paso.

–Si no traes dinero esa bufanda podría servir, se ve bonita –dijo un hombre humano a su lado.

Foran intentó actuar como alguien indefenso, quiso soltar unas palabras tartamudeando pero en su lugar se le escapó una carcajada. Eso solo hizo enfurecer más a la otra mujer y al grupo que la rodeaba. –Lo siento, lo siento. Me cuesta tomarme una amenaza en serio cuando ni siquiera sabes agarrar bien. –La alvinter se quedó confundida y antes de poder reaccionar de alguna forma Foran le enseñó sus falencias, con un movimiento rápido del otro brazo le dio un golpe en la unión de su axila y ante brazo. Esto provocó que la alvinter doblara su extremidad y Foran aprovechó para golpearla en el estómago de una patada y mandarla para atrás–. Eso pasa si no agarras bien.

La mujer soltó un líquido que no pudo verse con claridad por la oscuridad. Los otros dos hombres que tenía cerca se enfurecieron para lanzarse sobre ella, uno le lanzó un puño directo a la cara pero Foran lo esquivó haciendo su cabeza a un costado y pateó por la espalda al hombre para tirarlo al suelo. Un fuerte sonido seco se expandió por el impacto del cuerpo contra la piedra, ella le dio una fuerte patada en la cabeza para noquearlo.




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