“…Se dice que su luminosidad era tan intensa que podía iluminar las sombras más oscuras de la Luna Eterna, llevando consigo la esperanza y protección de los Vindivus…”
Fragmento de:
Canticos del Viento y el Ocaso.
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El frio permitía que el hielo se expandiera por toda la superficie donde tendría que haber agua, era grueso y resistente por lo que incluso un Jotun tendría problemas para romperlo fácilmente. Para el soplo de hoy el campesino había logrado sacar del agua a cinco pescados, dos con los colores del ocaso y otros tres blancos con manchas negras; ese era el objetivo que se había puesto para hoy antes de empezar con la estupidez que estaba por hacer.
Se encontraba sentado sobre el lago congelado, a un lado estaba Hakon sentado sobre sus rodillas y del otro el gran lobo apreciaba con entusiasmo el momento. El noble observaba conteniendo los vientos de emoción en su interior, pero eran demasiados y tenía que dejarlos salir de alguna forma. –¿Necesitas ayuda? –quiso saber al notar la dificultad del campesino para colocarse los patines, y antes de que este pudiera responder el otro ya tenía sus manos casi abalanzándose sobre él.
–No. –Frunció el ceño, rotundo y directo–. Yo puedo hacerlo solo, dame un segundo.
Hakon se resignó a tener que esperar y volvió a dejar sus brazos sobre las piernas, le fue un poco más complicado de lo que esperaba pero al final logró ponerse ambos patines y atárselos para que no se salieran. –Asegúrate que estén bien ajustados, sería un gran inconveniente que se salieran cuando levantes la pierna para una vuelta.
El alvinter arqueó una ceja plateada. –¿Una vuelta? Literal es mi primera clase, no voy a llegar a tanto.
–No con esa actitud –dijo con una risa al final, el campesino se limitó a blanquear sus ojos–. Bueno, comencemos con pararte. Agárrate de mí la primera vez así será más fácil. –Siguiendo esas palabras Hakon se puso de pie y firme como un mástil bien clavado al suelo, bueno, tan clavado como puede estarlo uno que tiene un costado flojo.
En un principio el Elfo Invernal quiso intentar hacerlo por su cuenta, estaba sentado con las piernas cruzadas así que las unió para sentarse de la misma forma que el noble. Luego tiró todo su cuerpo para adelante y apoyó el peso en las manos sobre el frio hielo, sus brazos estaban como pilares que levantaba el templo de un dios. Ahora vino la parte más difícil que era ponerse de pie como tal, concentró la fuerza en los brazos para levantar su cuerpo y movió la pierna derecha para adelante, la cuchilla del patín hizo contacto con el hielo pero cuando recibió la fuerza para mantenerse de pie se tambaleo y el alvinter se resbaló casi cayendo de espaldas, aunque logrando detenerse en el último momento.
El campesino volvió a quedarse sentado y al instante cerró sus ojos con fuerza, una mueca se formó en su rostro como si se estuviera adelantando a recibir algo trágico. Esperó la reprimenda por su fracaso inicial: una patada, un puñetazo, un latigazo o un golpe con algo contundente como una madera; pero los segundos pasaron y nada de eso llegó.
Confundido volvió a abrir los ojos y se encontró con el humano de cabello rubio ceniza de pie a su lado, solamente lo observaba un poco confundido pero no parecía tener intenciones violentas, todo lo contrario. Estiró su mano de uñas celestes para ofrecerla al alvinter. –¿Ahora si quieres que te ayude a levantarte? ¿O vas a volver a intentarlo?
A diferencia de él, Hakon tuvo maestros “no violentos”, eran del tipo que dejaban que sus alumnos cometieran errores para que supieran la mejor forma de hacer algo en base a ellos. Tenían la idea de que es más fácil recordar y aprender algo si uno lo descubre como solución a un error y fallo previo antes que simplemente entregar la solución en bandeja.
–Un intento más –contestó el campesino serio, no sonaba como un enojo sino como un intento de buscar su disciplina interna.
Volvió a intentarlo, repitió todo el proceso solo que esta vez más lento. No depositó todo el peso en su pie derecho de una, sino que fue gradual, y cuando sentía que al patín empezaba a fallarle el equilibrio se detenía para corregir eso antes de seguir. Al notar que estaba lográndolo Hakon pasó a darle el segundo consejo. –Para poder mantenerte parado coloca los pies como una V.
Al lograr conseguirlo el campesino quedó de pie, o más o menos ya que seguía con las piernas flexionadas, como si estuviera parado de puntillas en el suelo, su altura le llegaba a las rodillas al noble. Además de que con cada intento que daba para ponerse de pie como tal sus pies temblaban y amenazaban de nuevo con tirarlo al duro hielo frio.
El noble se quedó observando esos intentos por un momento <Que raro, me lo imaginaba más valiente. Tiene más miedo del que esperaba a intentarlo, si no lo intenta nunca va a avanzar, aunque falle> con los brazos cruzados Hakon llegó a una conclusión, de seguro sus maestros lo desaprobarían por eso pero no vio otra salida. –Escucha. –Llamó la atención del campesino, iba a regalarle solo la primera respuesta–. Flexiona un poco las rodillas y mantén la espalda recta.
Captando las órdenes el alvinter se esforzó en seguirlas a rajatabla, de seguro el noble no lo golpeó en su primer fallo porque ni siquiera habían comenzado como tal. Pero estaba casi seguro de que si se caía ahora sí que recibiría un fuerte golpe, y no solo del hielo. Para evitar eso puso la espalda lo más recta que podía y fue levantando las piernas de a poco pero manteniendo cierta flexión.
Sin darse cuenta llegó ahora hasta la altura del ombligo del humano, se mantuvo un rato así porque una fuerte ventisca pasó y sentía que lo haría caer. Sus pies temblaban mucho menos ahora que tenía la forma de V así que se terminó de levantar, Hakon se quedó viéndolo unos segundos así y ambos intercambiaron miradas.