Canticos del Viento y el Ocaso

Capítulo 20: Cazarecompensas

“… Hay que tener mucho cuidado porque estos seres habitan cerca de lagos, toman la forma de caballos negros y muertos que esperan a ser montados. Cuando un ingenuo lo hace estos lo llevan hasta las profundidades para devorarlos.”

Fragmento de:

Canticos del Viento y el Ocaso.

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Era ese momento de paso entre la brisa vespertina y la diurna, debido a eso es que muchas personas se encontraban en el mercado comprando lo necesario para cocinar. Los negocios y tiendas ubicados en filas paralelas con un gran camino de piedra en el centro, no se trataba solo de una fila sino de tres que convergían en una plaza circular.

Ese es el lugar donde el campesino y el noble se detuvieron. El primero cargaba consigo una mochila con una cesta dentro la cual contenía el pescado, a comparación el humano llevaba una bufanda violeta tejida por la anciana, con ella se cubría la mitad inferior de la cara para que no se notaran sus marcas de la nobleza.

Los dos caminaban y atravesaban al grupo de personas con algo de dificultad, cada tanto Hakon se llevaba una mano a la bufanda para agarrársela y levantarla, solo por las dudas. –Hay demasiada gente, incluso comparándola con las otras veces que vine –comentó el joven. Su otra mano estaba metida en el bolsillo donde tenía las dos joyas de la nobleza de sus padres.

Hakon estaba muy acostumbrado a no tener dificultades para caminar, cuando los ciudadanos o pueblerinos lo veían todos se corrían para los costados y lo dejaban pasar. Nadie se interponía en su camino, ahora era muy diferente.

A pesar de que el noble vino pocas veces y por lo tanto no tenía mucho material de comparación aun así se encontraba en lo cierto. –Es verdad, hay muchas más personas de lo común. Algo está pasando. –Los dos siguieron hasta la plaza en el centro del mercado, allí había un gran pilar de madera y piedra donde se colocaban noticias de todo el pueblo. En efecto muchas personas se detenían a presenciar las nuevas noticias que colocó la mano derecha del Barón del pueblo.

De repente Kari se percató de como el ambiente del mar de gente cambiaba, lo hacía mientras más se acercaban al pilar de noticias al centro de la plaza. Sumado a eso había susurros pesados y preocupados, algunas personas inhalaban un aire nervioso, otros se llevaban las manos a la boca del asombro y en general todos los que se iban de leer las noticias lo hacían más intranquilos.

Fue hasta que ambos pudieron atravesar a todos los presentes que llegaron más al centro y pudieron ver de qué se trataba. Había muchos papeles colgados con diferentes anuncios, algunos viejos y otros más recientes; pero de entre todos uno estaba hecho en una hoja mucho más grande que los demás y se repetía varias veces. Otra cosa más por la que resaltaba la noticia era el enorme dibujo de un yeti en su centro, desde el principio eso ya no significaba nada bueno. Kari pudo sentir como Hakon tomaba aire de más al notarlo mientras que él fue más controlado.

El campesino apenas sabía leer, como no era necesario en gran medida para su trabajo entonces nunca se lo enseñaron. Pero como todo el mundo lograba aunque sea entender lo más básico, y lo que las palabras revelaban no era algo bueno: “¡Peligro! Yeti avistado por la zona del bosque, tener mucho cuidado”. Era algo extraño que un animal así apareciera por la zona pero tampoco no muy descabellado <¿Acaso se movió por la tormenta?> fue lo único que se le ocurrió en ese momento.

El alvinter se concentró en el humano y este seguía leyendo todo, claro que la noticia era bastante larga pero él no llegaba a entender lo demás. Lo único que veía eran figuras hexagonales con líneas y puntos del lado interior y exterior, pero nunca le enseñaron o aprendió a interpretarlas así que solo se quedó con lo más básico. Algo que sí pudo notar fue que a diferencia de las demás personas el noble no se quedó inquieto, sus ojos grises brillaban como si pareciera ver una oportunidad allí.

Sin previo aviso Kari sintió como una gruesa mano se apoyaba en su hombro, el murmullo y movimientos de todas las personas hicieron que no se percatara de esta en especificó. Hubiera reaccionado violentamente para defenderse pero se concentró en que estaba en el pueblo, sería perjudicial reaccionar así por lo que se limitó a girar su cabeza molesto y serio para ver a quien lo molestaba.

Como era de esperarse se trataba de un humano, pero no cualquiera, era Henrik. Le dio la impresión de que tenía todavía menos pelo en la cabeza que la última vez que lo vio, aunque si se había cortado y arreglado más la barba. –¿Tienes miedo acaso? –soltó sin más. Su tono de burla parecía ocultar uno más de preocupación–. No sería para menos, los yetis son los depredadores naturales de los alvinters Ja.

–¿Qué quieres?

–Ahora que te cruzo quería preguntarte cuando vas a traerme más fruta.

–Estos últimos soplos me concentré más en pescado, tenía que dejar un poco que las pinebras maduraran.

–Está bien, pero no te olvides de mí gricecito. Soy tu mejor cliente.

Kari levantó una ceja. –¿Eso te hice pensar? Lo siento mucho.

–Ja, me agrada cuando te lo tomas con humor también ¿No es difícil ves? –El tonto y gran humano no parecía darse cuenta que para lo que él eran bromas, para Kari eran ligeros insultos. De todas formas no le dio mucha importancia porque el vendedor se marchó rápido, y Hakon le hizo una seña para que lo siguiera fuera de la multitud.

No fue solo salir de la multitud, sino que el noble fue hasta alejarse lo suficiente de la plaza para no quedar con nadie cerca, solo estaban el campesino y varios enormes montículos de tierra nevada con puertas que daban paso a las casas. –¿Qué te pasó? ¿Eres fan de los yetis o algo así?

Iba a decir algo pero escuchar eso lo hizo cambiar de tema. –¿Y eso a que viene?




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