Canticos del Viento y el Ocaso

Capítulo Vientos de Cambios 2

El cabello del hombre se hubiera sacudido si es que lo tuviera, aunque le quedaba algo a los costados y en la parte trasera de la cabeza solo que no llegaba a taparle las orejas. Aquel cabello rubio ya estaba en su mayoría blanco por la edad y tenía muchas arrugas en la frente, y eso significaba algo bueno. Ese hombre que sirvió toda su vida a la corona es uno de los mejores mensajeros y escribas, tendría la experiencia de sobra para tratar una situación como la de la ciudad de Gnisdelgaus.

Ese humano no se encontraba solo, estaba acompañado de un grupo de personas. Dos Ventiscas Doradas humanas y sus dos parejas sin Chispa también humanos, es el protocolo que al tratarse de una misión diplomática el representante vaya con escoltas (y no hay mejor que ellas) pero había otra gran razón de peso para que vinieran también. El viaje de Gavasta hasta Gnisdelgaus es bastante largo, se deben hacer varias paradas y puede llegar a ser muy peligroso.

Por eso es muy bueno traer a dos Ventiscas Doradas, son el mejor medio de transporte. Con sus artefactos capaces de transformar el hielo mágico en vapor y controlarlo pueden formar nubes para viajar por los aires, alejados de todo peligro, sin depender de animales que se cansan. Cuando una Ventisca Dorada se agota otra toma el mando y así se van turnando.

–Parece que se está divirtiendo mucho señor –comentó la mujer que lo observaba casualmente, ella tenía largas y bonitas pestañas. Los cinco se encontraban sentados sobre una gran plataforma de madera, esta tenia pequeñas palancas donde se ataba una cuerda y el otro extremo iba a la cintura de los pasajeros (solo por seguridad). Por debajo de la plataforma de madera se colocaban las nubes amarillas y la Snognis la levantaba con su magia para que volara con todos sentados arriba.

Sin importarle al hombre que la mayoría de sus dientes se hayan caído le mostró una sonrisa. –Últimamente no salía mucho, y como mis viajes son a lugares cercanos no hacía falta que viajara de esta manera. –El mensajero cerró sus ojos y levantó la mirada al despejado cielo celeste, parecía disfrutar el aire frio–. El viento se siente diferente a esta altura, más cerca de los Vindivus.

La mujer soltó una sonrisa y se llevó una mano a los labios para cubrirla. –Qué lindo eso, a la mayoría de pasajeros que llevo suelen estar aterrados o mareados por las alturas.

–Ay jovencita, cuando llegas a mi edad le pierdes más miedo a que tu Chispa se apague. Aceptas que en cualquier momento el luft abandonará tu cuerpo para unirse a las Corrientes del Mundo para que los Vindivus las guíen.

La Ventisca Dorada se limitó a entregarle una sonrisa y luego miró al frente <Muy religioso el hombre> pensó. El grupo de elite del rey también estaba acostumbrado a eso, algunos trabajos como este son tranquilos pero de normal se le asignan misiones muy peligrosas en las que pueden llegar a morir. Personalmente para ella su grupo estaba más acostumbrado a la muerte que el anciano, pero no iba a arruinarle su momento. Solo los vientos saben cuántos ciclos más le quedan a la Chispa de ese hombre.

Los pensamientos de la chica se quedaron perdidos hasta que sintió una mano ponerse sobre la suya, cuando las observó notó unas uñas de color blanco que llevaban hasta una persona. Las dos Ventiscas Doradas estaban en el frente, en el medio estaba el escriba y por detrás los dos Opacos estaban sentados, cada uno llevaba consigo una enorme maleta que eran los Sublimadores y donde guardaban más nieve mágica.

–¿Tienes hambre querida? ¿Quieres que saque algo para comer?

–Muchas gracias por la sugerencia amor, pero creo que ya deberíamos llegar en poco. Sería mejor que esperemos.

Su compañera, que ahora dirigía las nubes, habló. –Me parece que los cálculos fueron muy acertados, vamos a llegar a la ciudad poco antes de que inicie la brisa nocturna. Seguro nos hacen un recibimiento y nos dan un banquete, ya para mañana queda su reunión de negocios embajador.

El hombre se rascó encima de un ojo. –Esperaba que fuera así, cuando la luna se alce quería intentar averiguar algo de información.

La mujer de lindas pestañas observó a su compañera levantando un poco más las cejas, estaba algo preocupada. –Lo que dices solo tendría sentido si esos nobles fueran buenas personas. Ellos rompieron su parte del acuerdo, fuimos a ayudarlos y no nos retribuyeron por eso. Ellos saben en que se están metiendo y si lo hicieron es por algo, tenemos que tener cuidado.

–Mejor sería no sacar conclusiones anticipadas jovencitas –le sugirió el anciano–. Hay varias posibilidades, desde que asaltaron y asesinaron a la caravana con el pago, fueron atacados por licántropos u otros animales salvajes. Y así puedo seguir.

La conductora los interrumpió a ambos. –Bueno me parece que ya estamos cerca de averiguarlo. –Levantó su mano y a la distancia pudo apreciarse, el muro protector de la ciudad empezaba a aparecer y mientras más se acercaba más alto se hacía. Cuando mejor lo vieron más les quedó claro que algo andaba mal.

Las grandes murallas de piedra tienen como mínimo 10 metros de alto, son unos parámetros que comparten todas las ciudades de la región, también todas están hechas de piedra y algunas como estas tienen enormes estacas hechas con troncos para dificultar la subida de los Jotuns y que se pueda atacarlos con más facilidad mientras están distraídos.

Pero a pesar de todo ese tipo de medidas de seguridad, y de seguro otras más propias de la ciudad, ninguna parecía haber funcionado. Los muros que defienden la ciudad parecían desolados, estaban cubiertos de nieve que no fue limpiada en muchos soplos. Lo más grave de todo era que en varias partes de la muralla esta tenia agujeros, como si hubieran recibido enormes ataques circulares de los que no pudieron defenderse, la mayoría de las enormes estacas de madera estaban todas partidas o destruidas y en los alrededores exteriores se encontraban decenas de piedras más grandes que una casa.




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