Canticos del Viento y el Ocaso

Capítulo 23: De improvisto

“Los Vindivus, al enterarse del gran sacrificio de su creador se lamentaron y lloraron. Pero no era suficiente, todos los nuevos habitantes recién creados debían conocer tal acto de amor incondicional, y sufrirlo. Como resultado, los Vindivus instauraron el Kvallvig como época de luto, lamento y perdida”.

Fragmento de:

Vientos y Designios Divinos.

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A pesar de que la hora de dormir había llegado eso era algo con lo que el campesino no podía conciliar, le molestaba un poco que lo trataran como un inútil que no podía hacer nada. O sea, solo le dolía un brazo, sus piernas funcionaban perfectamente y podía utilizar el otro brazo. Ni siquiera le dejaban ponerse a sí mismo el ungüento medicinal o tomar el Elixir de Laka, aunque tampoco es como que pudiera negarle a su abuela que quería hacerlo por él.

Pero de entre todas las cosas había una que más confundido lo tenía, ya que estaba acostado en su cama boca arriba podía ver el techo. Kari bajó la mirada hasta los pies de su cama y, como si las sábanas no fueran suficientes, el gran lobo descansaba a sus pies con tranquilidad <¿En qué momento Magnus se hizo tan cercano a Hakon?> se cuestionaba para sus adentros, no se daba cuenta pero fruncía el ceño de solo pensar en eso.

<Sé que estuve inconsciente muchos soplos por mi golpe en la cabeza ¿Qué pasó en ese tiempo que empezaron a llevarse tan bien? No puede ser, eso tendría que ser algo imposible, es como pedirle al agua que no se evapore con el fuego> era algo que en resumen rompía toda ley natural establecida, afectaba a las propias Corrientes del Mundo.

Sus pensamientos respecto a ese tema se congelaron, más literal de lo que le gustaría, una fuerte ventisca heleada ingresó a la casa por algún lugar y acarició el rostro desprotegido del alvinter. No se trataba de un típico viento frio, no, este fue realmente helado. Se sentía como si alguien le tirara un chorro de agua heladísima pero sin terminar mojado, sus dientes castañearon y cerró sus parpados en un intento de concentrar su calor.

La biología de los habitantes del planeta evolucionó para poder soportar las bajas temperaturas, solo que esto ya llegaba a otro extremo <Este frio…> pensó Kari, solo recibió un soplo en la cara pero el frio ya se había transmitido hacia todo su cuerpo para dejarlo temblando <…es de la Luna Eterna, ya se aproxima esa estación>. Eso significaba muchas cosas, pero pocas eran buenas.

Sus ojos seguían observando a Magnus y cuando el gran cuerpo del lobo recibió la ventisca congelada pudo notarlo temblar a sus pies. No importaba que su pelaje fuera equivalente a todas las sábanas que el campesino tenía encima, igual lograban penetrarlo <Si Magnus siente tanto frio con solo un viento entonces…> como si se tratara de algo de vida o muerte el Elfo Invernal corrió su cabeza a un costado lo más rápido que pudo.

Lo primero con lo que se topó fueron los ladrillos de piedra que separaban y protegían las fogatas que se utilizan, pero podía ver un poco del otro lado. Aquel humano, aquel noble, dormía en el suelo: una manta lo separaba del piso alfombrado y después encima de su cuerpo tenía otras dos sabanas más cubriéndolo. Eran mucho más finas en comparación a las que el alvinter tenía.

Pudo notarlo con claridad, el preciso momento en que la ventisca helada saludó a Hakon y provocó que todo su cuerpo temblara. Se acurrucó en posición fetal intentando mantener su calor interno aunque fue inútil, aun durmiendo sus dientes castañeaban y sin importar como se moviera o qué posición tomara el frio seguía calándole hasta los huesos <Claro, él puede absorber el calor y sobreponerse al frio. Pero no puede hacerlo si está durmiendo aunque aún sienta el frio, para cuando se despierte ya estaría enfermo> se enfermaría, eso es algo que no podía permitirse por el bien de la casa.

Arrastrando sus piernas debajo de las sábanas Kari logró liberarlas del pesado cuerpo de Magnus que tenía encima, el lobo ni se percató de esto y siguió durmiendo. Intentando hacer el menor ruido posible el campesino corrió sus sabanas de piel mucho más gruesas y se puso de pie, le tomó un instante rodear los fuegos y llegar al otro lado donde el noble dormía y temblaba en el suelo.

–Hakon… Hakon… –susurraba a la par que usaba una mano para sacudir su cuerpo. Lo normal es que el noble tenga un sueño algo profundo y pesado, y ahora el frio era tal que al campesino casi no le tomó esfuerzo lograr hacer que abriera sus parpados.

Los ojos grises del noble se clavaron al instante en el rostro del alvinter, una conexión se formó entre ambos. Uno transmitiendo sus vientos, no fríos como ahora sino más agradables como los de la estación de Sol Eterno, y el otro su calor, parecido al que transmite el ocaso.

Las marcas en las mejillas del humano brillaron de blanco. –¿Qué? ¿Ocurre algo? ¿Te sientes bien?

–Tienes frio –las palabras se le escaparon a Kari más como una afirmación que una pregunta, aunque igual la respuesta era obvia.

Para su sorpresa el noble negó con la cabeza. –No pasa nada, no te preoc… –Otro helado viento le congeló todo el cuerpo de tal forma que se quedó callado y arrepentido.

Al campesino le sorprendió que le costara más de lo que esperaba soltar las palabras. –Bueno, entonces ehm, si, no. Digo, ven a dormir conmigo. Ya sabes, para que no haga frio y te enfermes. Eso sería muy malo. –El brillo de las mejillas de Hakon solo aumentó más, se quedó duro al escuchar la propuesta y no precisamente a causa del frio.

En un caso normal hubiera dado vueltas para negar, solo que el frio en verdad pegaba muy fuerte en ese momento. –Está bien, muchas gracias –dijo casi como resignado. Se sacó las sábanas que cubrían su cuerpo para ponerse de pie, Kari caminó de regreso a su cama y Hakon lo siguió obediente por atrás.




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