“Los Ciclos avanzaron, hubo Soplos de Lamentos y la vida prosperó en las tierras nevadas. No obstante, en otra parte del vacío, en otro mundo creado. Unos seres grotescos consumieron la carne putrefacta del creador, habitantes de unas tierras heladas, Ulernia Jotnar maldecida y Jotuns conocidos. Cuando los gigantes de hielo acabaron con todo el cadáver quisieron más, y viajaron a las tierras nevadas para consumir lo último que quedaba de su creador”.
Fragmento de:
Vientos y Designios Divinos.
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De a poco pero constante los helados vientos solo presentes en la brisa nocturna comenzaban a colarse a todas las demás brisas, quizás no con la misma intensidad pero el descenso de temperatura empezaba a ser más evidente para los pueblerinos. Incluyendo ahora, en la brisa vespertina, el viento que recorría la casa era más frio que antes, y aunque casi diminuto el cambio seguía estando presente.
–Solo abrí la puerta un momento para que Magnus pudiera salir y el frio entró de golpe –comentaba el noble yendo desde la entrada de la casa hasta la hoguera–. ¿Quieres que te pase calor Kari?
El campesino se encontraba sentada en su cama, todavía vestía su ropa de pijama aunque tenía la manga de su brazo izquierdo arremangada hasta el codo. –No seas exagerado, todavía eso no hace falta –contestó y acto seguido el lado izquierdo de su rostro reflejó un dolor punzante, cerró su ojo y arrugó un poco la nariz.
Su abuela estaba sentada a un lado de él, con un bol en la mano le pasaba el ungüento Cristalira por su antebrazo herido aunque ya casi curado en su totalidad. –Lo siento –se disculpó ella al notar el dolor que le causó sin querer a su nieto. La zona a tratar era delicada y sus manos temblaban mucho, el noble le pidió hacerlo pero ella se había negado; Hakon no sabía cuál era su edad pero si era bastante mayor y eso cada vez empezaba a notarse más.
–No pasa nada.
–¿Cómo? –preguntó la abuela al no poder escucharlo bien a pesar de estar al lado.
El campesino negó con la cabeza. –Nada. –Podía notárselo un poco afligido, no por ese tonto dolor sino por el hecho de que la avanzada edad de su abuela ya era mucho mayor.
Una vez que la mujer de cabello gris casi blanco terminó de colocar el ungüento se esforzó en abrir sus ojos azules para mirar en dirección a la mesa, allí se encontraba un recipiente con elixir de Laka en su interior. Ella lo tomó para que Kari lo bebiera, no obstante, este lo detuvo y eso la sorprendió. –Abuela –habló en un volumen más fuerte para poder ser escuchado mejor–. Lo primero que me diste fue el elixir, ya lo tomé.
Los ojos de la mujer se abrieron todavía más. –¿Ah sí? Ay que distraída, lo siento Kari. –Por un segundo le costó recordar el nombre del alvinter aunque logró decirlo.
Percatarse de eso solo hizo que el rostro del campesino se pusiera más sombrío. –Creo que sería mejor que descanses un rato, Hakon y yo nos ocuparemos de la cocina hoy. –La anciana pareció querer reprochar esa situación aunque para cuando quiso hacerlo el brazo de Kari ya la rodeaba por atrás y la llevaba directo a su habitación.
Al salir de la habitación el campesino notó al noble guardando el frasco en una caja y lavando el bol donde había estado el ungüento medicinal hace poco. Notó cuando Kari atravesó la piel de yeti para salir y se percató del tenue calor de su cuerpo, algo no muy bueno. –¿Te sientes mejor? –preguntó, aunque no se refería a sus heridas ni al efecto de la medicina.
–Más o menos –respondió el otro entendiendo lo que quería decir el noble y volviendo a sentarse en su cama–. Ya hace un par de soplos ha estado poniéndose así ¿Deberíamos buscar a un médico para que la examine?
–No estoy seguro.
Kari se mordió el labio inferior, Hakon notaba que lo hacía con un poco más de fuerza de la que debería. Se apresuró en terminar de lavar para dejar las cosas secándose y se le acercó. –¿Quieres que sigamos practicando letras?
El campesino lo dudó por un momento, pero ambos sabían que necesitaban distraerse un poco, estar mal no serviría de nada así que el alvinter terminó por aceptar. Con un mayor calor por la emoción el noble se agachó y de debajo de la cama sacó sus cosas, había varias hojas escritas y algunos lápices.
Se concentró en el dibujo de un hexágono con un círculo en su centro. –Esta es la primera letra. Se pronuncia Vi.
–Ah sí, es la que aparece al principio de la palabra Vindivus.
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Los vientos hacían avanzar el tiempo, los platos de comida se secaban sobre un trapo en la mesa. Sentada allí estaba la anciana disfrutando de una taza caliente de infusión al lado del fuego que seguía ardiendo aun después de usarlo para cocinar. Ella parecía disfrutar de su propio espectáculo personal, se esforzaba para ver al campesino y al noble sentados en puntas opuestas de la cama.
Magnus había regresado también y estaba al lado del alvinter, recostando su cabeza en las piernas de este a la par que Kari le daba caricias y aprendía junto a Hakon. En la otra punta el noble tenía una tabla de madera sobre sus piernas, encima una hoja y un lápiz en la mano, iba dibujando letras para mostrárselas y que el campesino dijera de cual se trataba, si acertaba el nombre tenía que volver a dibujarla.
–Va –dijo. El noble asintió y le pasó los materiales para que Kari la dibujara, era un hexágono con una línea saliendo hacia el interior en sus tres lados superiores. Su caligrafía era mucho menos prolija y recta, a Hakon eso le pareció curioso porque casi todos los alvinter que conocía que sabían leer y escribir tenían una caligrafía similar.
Ellos no podían escribir de forma más recta y las letras le salían más onduladas, en especial cuando acababan una línea, hacían una pequeña U al final y parecían más pequeños ganchos que una línea recta. Era como si los alvinters dejaran más que el viento guiara sus manos.