Canticos del Viento y el Ocaso

Capítulo Vientos del Crepúsculo 7

La ventisca helada era mucho más fría en la cima de una casa de tres pisos que en la vereda del suelo, Foran lo sintió con mayor intensidad cuando levantó su mano para manipular una nube rosada y dorada y darle la señal al grupo que la acompañaba. Como habían acordado todas debían reunirse al ver esa señal y no tardaron en llegar, usaban poca nieve mágica, transformada en vapor por sus nuevos Sublimadores con forma de lámpara.

Todas se quedaron en silencio expectantes a las órdenes de su capitana. –Al final el participante que obtuvo el segundo lugar decidió marcharse junto a la noble y su primo –informaba.

Una de las Ventiscas Doradas levantó la mano y la atención cayó sobre ella, con un gesto de su rostro la capitana le dio permiso de hablar. –Es verdad, los he visto subirse al carruaje y marcharse por esa dirección. –Señaló un sendero de piedra no pintado de azul–. Luego giraron a la derecha y los perdí de vista.

–Gracias por esa información.

Otra miembro dio un paso al frente para hablarle. –Capitana se ve muy agitada ¿está todo bien? ¿Qué ocurrió dentro del bar?

Foran todavía seguía bajó los efectos de aquella fragancia y aunque podía controlar su mente todavía le faltaba tiempo para sacarse la excitación del cuerpo. –Algo así –contestó ella retrocediendo unos pasos, cruzándose de brazos para tapar sus pezones erectos–. Estoy muy segura de que algo va a pasarles en su viaje así que voy a seguirlas. De todas formas, por las dudas ustedes quédense para proteger a los demás concursantes.

Todas asintieron con la cabeza. Su capitana abrió una botella que colgaba de su cinturón, oculta detrás del abrigo, y una densa neblina rosada y brillante salió a la nocturnidad. Con unos movimientos de sus manos y una imagen mental clara ella la moldeó como una nube, se subió encima y se fue volando por la ciudad para alcanzar el carruaje. Las demás mujeres se organizaron y dividieron para seguir vigilando y protegiendo a los demás patinadores que seguían dentro del bar.

-----O-----

El carruaje de madera se movía rápido entre los edificios de la ciudad, algo que resaltaba la gran cualidad del cochero para manejar, conocía bien de memoria cada giro y bache. Dentro del vehículo la madera de las paredes fue revestida con terciopelo para darle una sensación mucho más cómoda y elegante, el rojo oscuro combinaba con la madera de roble; y las ventadas tenían bordes pintados de amarillo oscuro que engañaba a los sentidos con que era oro.

Aquel Elfo Invernal, ganador de la medalla de segundo lugar en el torneo de patinaje de la ciudad, se encontraba con las pupilas dilatadas y ya no intentaba esconder la erección en medio de sus piernas. Su cuerpo gris bajo un elegante traje estaba sudado y a pesar de eso buscaba más calor al pegarse al cuerpo del primo, no disimulaba nada en absoluto.

Similar a un animal que se deja llevar por sus instintos más básicos el alvinter tenía una oreja doblada porque el costado de su rostro estaba pegado al pecho del primo de la noble, frotándola como un lobo para marcar su aprecio y territorio.

En el asiento en frente la hija noble de los Ragnarsson apreciaba la situación tan claramente incomodo como alguien que busca blanco en la nieve.

–¿Vamos a llegar rápido a su casa? –preguntó el patinador profesional acurrucando su cabeza aún más en el pecho del primo, el tono de su voz era mucho más bajo y urgido de lo que fue antes en el bar, intentaba unir ambos cuerpos para volverlos uno solo. Seguido movió la cabeza más a la altura de su hombro y saco la lengua para intentar lamerle el cuello.

Pero el primo lo detuvo poniéndole la mano en toda la cara para empujarlo y crear distancia. –Así es, no falta mucho así que no te desesperes.

–¿Sabes qué? Ya no me importa esperar, no puedo más. Hagámoslo aquí mismo, por favor. –Sin siquiera esperar una respuesta el alvinter empezó a sacarse toda la ropa, primero el chaleco negro, se bajó la camisa y la noble se incomodó todavía más. Cuando estaba desabrochándose los pantalones el primo le dio un certero golpe en la boca, dejándolo inconsciente y provocando que algo de sangre azul saliera de sus labios.

La noble pegó un grito del sobresalto y perdió su posición erguida. –¡¿Por qué le hiciste eso?! Me asustaste.

–No es que no me lo quiera coger, solo cuidaba tu sensibilidad primita. –Su primó agarró con fuerza el mentón del patinador y se acercó el rostro al suyo. Al abrir su boca la lengua salió sin temerle a los colmillos que la rodeaba y lamió toda esa sangre azul–. Si es de un patinador experto sabe mejor –la degustó sin reparo.

La noble quedó hipnotizada ante eso. –Wow.

–¿Te sorprendes? Pensé que ya te había dejado clara mi naturaleza cuando asesinamos al otro.

–No, no es eso. Bueno si, aun lo estoy procesando. Me cuesta un poco.

El primo volvió a alejar la cabeza del patinador inconsciente, la dejó apoyada en la punta opuesta del asiento. –Te entiendo, me pasó lo mismo. Estuve como un ciclo entero hasta que me acostumbré.

–¿Un ciclo entero? Pero eso significa que tuviste que pasar por un Dagvig, y me dijiste que la luz del sol te es mortal.

–En efecto primita, solo que nunca aclaré que estuve en este planeta.

Su prima no entendió eso, se descolocó. Sabía que su primo se había ido de viaje, y por lo que le contó tuvo que hacerlo justamente porque se volvió un Neamh Mairbh. Pero cuando se refería a que no estuvo aquí ¿hacía referencia a que se fue a otra región más allá de las montañas? Ella hubiera preguntado sobre eso pero tenía otras dudas que quemaban con mayor fuerza en su interior.

–Tenías razón, tu magia logró hipnotizar al patinador para que accediera a venir. Aunque si se transmite por el aire no entiendo como no me afectó a mí.

–Cuando ya tienes decenas de ciclos como yo adquieres experiencia. Puedo direccionar mis fragancias para que afecte a quienes desee.

–¿Decenas de ciclos? Aun te vez muy joven primo, ya quiero que me transformes a mí también por favor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.