Canto fúnebre de un alma viva

Danse macabre.

Danzamos.

Cuelgan los candelabros llenos de cera derramada como lágrimas de velas que pronto morirán.

Una música sombría serpentea por las venas de los presentes, como un hechizo que corre desde dentro.

Mujeres vestidas en seda que acarician el mármol del suelo con elegancia espectral. Sostenidas por hombres que las toman de la cintura con tanta delicadeza cual vela frágil.

Y todos danzamos.

Ella, nos contempla con una sonrisa que no pertenece a este mundo, observando fascinada el espectáculo.

Los músicos están poseídos por su propio arte. Nos transmiten nostalgia, dolor, magia... magia oscura que nos arrastra más allá del suelo.

Entonces, las gárgolas despiertan.

Sus alas de piedra caen como lamentos al extenderse, rompiendo los ventanales y estallando en silencio.

Pero nadie escucha. Nadie ve.

Estamos atrapados en el abismo de nuestros corazones, donde la oscuridad danza con nosotros.

Ella,

Se acerca... nos extiende su mano...

Y entonces danzamos.




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