Soñé contigo.
Atrapada en esta tumba donde hasta los sueños más puros se ennegrecen al nombrarte.
Mis lágrimas llenas de luz por verte de nuevo, se convirtieron en gritos desgarradores estremeciendo la habitación desierta.
Desperté.
Fue entonces que, con un dolor que me rasga por dentro, tuve la certeza cruel de que nunca volverás.
Y yo sigo aquí,
En esta espera que me pudre lentamente.
Habitándome como un fantasma sin cuerpo,
como un poema oscuro que nunca termina.
La lluvia golpea el techo con furia, y cada gota, como un eco maldito, susurra tu nombre.
Y ahí estás tú, incluso en la ausencia.
Como si pudieras verme, aun estando a kilómetros de mi.
Esto todavía parece un sueño.
Un delirio que duele más despierta.
Porque hay dolores que matan,
Y fuiste tu el único que me hizo sentir viva.
Tan viva que duele.
Tan irreal, que sangra.
Porque no sé amar a medias.
Porque no sé dejar de esperarte.
Porque todavía creo que el amor puede renacer de las cenizas, aunque tú hayas sido quien trajo el fuego, dejándome ardiendo sola.
Y si al final todo esto me destruye,
que así sea.
Que me rompa por completo.
Que mi alma quede vacía.
Quiero tener la esperanza de que un día vuelvas, quiero sentirme viva. Aunque sea solo a través de ti.
Editado: 07.08.2025