Cantos de la Sangre Inmortal: La hija de la luna Oscura

Rompiendo el silencio

Con esfuerzo, Lucy y Emily lograron calmarme, pero sus miradas reflejaban más preocupación que alivio. Emily me observaba en silencio, con esa mezcla de miedo y compasión que tanto me avergonzaba. Sabía que tarde o temprano todo lo que había intentado ocultar saldría a la luz.

—Lucy, ¿por qué no nos cuentas lo que venías a decirnos? —intervino Emily, rompiendo el silencio. En mi interior, le agradecí ese gesto. Ya no soportaba ser el centro de sus miradas.

—¡Si les contara! —exclamó Lucy soltando un suspiro—. Ya no sé qué es más espeluznante, si lo que acabo de ver aquí… o lo que está ocurriendo con Margot.

—¿Margot? —pregunté.

—¿Qué pasa con ella? —interrumpió Emily.

—Chicas… yo no quiero dormir en el mismo pasillo que esa loca.

—Deja el suspenso y habla de una vez —dijo Emily, impaciente—. ¿Qué sabes que nosotras no?

—Hace varias noches, mi compañera Abby y yo hemos oído ruidos y murmullos raros en la habitación de Margot.

—¿Qué tipo de murmullos? —pregunté, sintiendo cómo un escalofrío me recorría la espalda.

—Voces extrañas… mezcladas con una voz masculina.

Los vellos se me erizaron al escucharla.

—No te detengas, continúa.

—Una vez oí a Jenny hablar con Rebeca —prosiguió—. Entre sollozos, le pedía que la cambiaran de habitación.

—Pero… si ellas todavía andan juntas —dije incrédula.

—También me parece extraño —admitió Lucy—. Al principio pensé que eran chicos que metían a escondidas.

—¿Y por qué no nos lo contaste antes? —la reprendió Emily.

—Porque le tengo miedo a esa mujer. A veces pienso que puede leer mi mente con solo mirarme.

Emily puso los ojos en blanco.

—¡Dios, dame paciencia! Ahora resulta que Margot es una bruja telépata —bromeó, lanzándole una almohada a Lucy.

Lucy la atrapó y se la devolvió, pero mi mirada severa bastó para que ambas se calmaran.

—Eso lo discutiremos después —dijo Emily—. Ahora dinos, ¿por qué crees que no son chicos los que entran a su dormitorio?

—Por lo que vi esta noche —respondió Lucy con un hilo de voz.

—Antes de seguir —interrumpí—, dime: ¿quién más sabe de esto aparte de Abby, Jenny y tú?

—No lo sé. Tal vez las chicas del cuarto contiguo. Si nosotras lo oímos, es probable que ellas también.

Nos quedamos en silencio. El aire pesaba.
Me levanté de la cama, aún temblando, con la sensación de que algo invisible nos observaba desde la oscuridad.

—¡Vicky, no te levantes, sigues pálida! —me sugirió Emily con preocupación.

—Estoy bien.

—¡Me van a dejar terminar! —rezongó Lucy.

—Sí, por favor, discúlpame… continúa.

—Lo que viene es peor.

—Habla, que luego será tarde —agregó Emily con impaciencia.

—Hace unos momentos oí una discusión… murmullos tan claros que me despertaron. Me concentré para oír mejor y me percaté de que Jenny forcejeaba con Margot en su habitación. Jenny le pedía que se controlara; su voz sonaba aterrada. Quise despertar a mi compañera, pero dormía como una piedra. Los gritos se hacían más fuertes… y la cruz de la pared cayó al suelo.

Lucy se persignó y quedó en silencio, como si algo se le hubiese atorado en la garganta.

El rostro de Emily tampoco mostraba buen semblante.

—¿Qué más pasó? —pregunté.

—Intenté ir hasta la habitación para ayudar a Jenny, pero cuando me proponía hacerlo, la puerta se abrió de golpe y Jenny salió corriendo… llorando como una loca. Entonces yo… —la voz de Lucy se quebró.

—¡¿Entonces qué?! —exclamamos al unísono Emily y yo.

—Miré hacia el interior del cuarto… y la vi… ¡Oh, por Dios! —Lucy volvió a santiguarse.

—Lucy, si dejas el cuento a medias te juro que voy a enloquecer —la amenazó Emily al borde del desespero—, y créeme, no querrás verme transformada.
Lucy comenzó a llorar. Le lancé una mirada de reproche a Emily por su falta de tacto, me acerqué y abracé a Lucy.

—No le hagas caso, ya sabes lo perturbada que puede ser nuestra querida amiga.

—Vicky, no lloro por lo que dijo Emily… lloro por lo que dijo Margot.

—¿Y qué fue lo que dijo? —pregunté, aunque en el fondo sentía que sus palabras me hundirían más en el miedo.

—Margot me miró con unos ojos que no eran suyos. Eran sus ojos, sí… pero no miraban como ella. Sentí que su cuerpo era solo una envoltura que albergaba a otro ser dentro. Sangraba por la nariz, y cuando se acercó, les juro por lo más sagrado que oí cómo con cada paso sus huesos crujían.

—¿No estarás inventando eso? Tú también eres medio extraña —replicó Emily con escepticismo.

—¡No! Ojalá lo estuviera inventando, pero es verdad. Imagínense cómo me sentí teniéndola de frente… ¡No sé cómo no morí del susto!

—Está bien, pero… ¿qué fue lo que te dijo?

—Dijo… —Lucy dudó, tragando saliva.
—¡Mujer, habla! —esta vez fui yo quien perdió la paciencia.

Lucy se puso de pie y, mirándome fijamente, soltó las palabras:

—Me dijo que te dijera… que él está siempre a tu lado. Que es una sombra negra que te persigue a todas partes… que entra en ti, así como ahora lo está haciendo con ella.

Sus palabras me dejaron inmóvil, petrificada.

—¡Eso no tiene sentido! —exclamó Emily a mis espaldas—. Está loca. Ethan no es tu sombra, ni ha entrado a nuestra habitación. Si eso es lo que quiere inventar, está montando este teatro para inculparnos a ti y a mí. ¡Seguro quiere hacer creer que metemos hombres en nuestro cuarto! Pero no se la voy a poner fácil… ¡maldita farsante! La golpiza que le voy a dar le va a sacar la demencia que finge.

Sabía que todo ese despliegue de rabia no era más que una forma de ocultar su miedo.

—Me temo que no hablaba de Ethan —intervino Lucy con dificultad.

—¿Ah, no? ¿Entonces de quién? —replicó Emily.

—Ethan no soporta a Margot… y ella dijo que la sombra también entra en ella —recordó Lucy—. Es más, ahora que lo pienso, cuando me contó lo de la sombra, parecía luchar consigo misma… como si algo dentro de ella intentara impedirle hablar. Emily, si hubieras visto lo que yo vi, no dudarías ni un segundo de que lo que ocurrió en ese cuarto no era ninguna actuación. Tenías que ver el rostro de Jenny… y el de Margot. ¡Dios! No sabría cómo explicarlo… Su mirada tenía un brillo antinatural, y el rostro tan tenso que se le marcaban las venas bajo la piel, estirada y casi traslúcida. ¡Es lo más horrible que he visto en toda mi vida!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.