Cantos en las noches del pantano

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  Vivía en un pueblo bastante pequeño en donde todo el mundo se conocía. En donde siempre hay un chismoso queriendo saber de tu vida a cada instante algo que a mí me resulta insoportable. 
 Soy un simple leñador, mi único trabajo es ir al bosque a recoger madera. Bueno, lo que vengo a contar es algo que me pasó hace unos tres meses. 
 Hay quienes dicen que sólo fue una ilusión o un sueño, pero de algo estoy seguro es que era verdad…

 Estaba buscando madera en el bosque sin nombre o de muchos nombres. Lo cierto es que no tiene un verdadero nombre hay quienes lo nombran de tantas formas así que para mí es el bosque sin nombre. 
 Bien, volviendo a lo que ocurrió, yo me adentré al bosque como hacía todo el tiempo llevando mis implementos y lo más importante mi hacha porque si no ¿Cómo cortaría las ramas de los árboles? Yo estaba cortando unas gruesas ramas. Allí podrías encontrar los árboles más grandes. Para cortar un árbol completo haría falta una gran máquina. 
 Me disponía a regresar con mi cargamento de madera cuando lo escuché, un canto de una voz muy hermosa, me parecía muy raro porque en esos bosques oscuros a las personas le daban miedo entrar y no creo que otros leñadores vayan ahí a cantar. Y la voz definitivamente era de mujer, muy fino y suave. 
 Normalmente yo seguiría mi camino sin prestarle atención, pero algo me atrajo hacia el lugar donde se encontraba la mujer que cantaba así que me adentre más al bosque, en lo más profundo algo que jamás había hecho. 
 Se contaban cosas muy extrañas, desapariciones y otros cuentos que son muy típicos en los pueblos, aunque en ese momento se me olvidó todo eso sólo seguía caminando hasta que llegué al pantano. 
 Si el bosque no tenía nombre imagínense el pantano que casi nadie habrá podido ver. La voz se escuchaba más cerca como si estuviera allí mismo, pero no veía a nadie. 
 Vi hacía el cielo y ya estaba casi totalmente oscuro así que salí del bosque lo más rápido que pude, créanme que no van a querer estar ahí en plena oscuridad.

 Los días pasaron y yo quedé con la duda de quién sería la mujer que cantaba cerca de aquel pantano. Podría ser que viviera por ahí. 
 Le pregunté a otros leñadores si habían escuchado cantar a alguien en el bosque y todos me decían que no, que quien iba a cantar en ese lugar tan aterrador. De cierta manera tenían razón, pero no me sacaba de la cabeza aquella voz. 
 Incluso soñé varias veces con el pantano, me encontraba allí parado viendo y salió del propio pantano una mujer muy hermosa que me hacía señas para que me acercara y como muy estúpido iba, me agarraba por el cuello y me hundía con ella al fondo del pantano yo trataba de salir, pero esa mujer tenía una fuerza sobrehumana y yo me despertaba todo sudoroso y asustado, el sueño era tan real que fue como si lo hubiera vivido. 
 Empecé a soñar con el bendito pantano todos los días se me había vuelto una obsesión, desde aquella vez no había vuelto al bosque, me daba un escalofrío al verlo de lejos, pero al mismo tiempo sentía como si alguien o algo me llamará.

 Luego de unas semanas volví a buscar madera, me sentía estúpido, tenerle miedo a un bosque y que no me había sucedido nada, sólo escuché una voz ¿Cómo iba a tenerle miedo a eso? Bien, yo hice lo de siempre cortar unas ramas gruesas y subirlas a la carreta. De nuevo lo escuché, esa voz tan dulce, pero está vez sentía como me llamaba. 
 Al darme cuenta estaba frente al pantano, no sabía cómo había llegado ahí. Mi corazón latía muy fuertemente por un momento pensé que era un sueño, pero no, era la realidad. 
 Traté de darme la vuelta, pero mis piernas no me hacían caso, me sentía petrificado y aterrado. La voz la sentía tan cerca de mí que pensaba que ella estaba allí oculta en los árboles, observándome. 
 Pensé que me estaba volviendo loco, pero pasó, igual que en mis sueños una mujer salió del fondo del pantano y me miraba, giraba la cabeza de un lado al otro como detallándome bien y después me hacía señas para que me acercara, pero a diferencia de mis sueños yo no iba, ni me movía casi ni respiraba. 
 No sé de dónde saqué tantas fuerzas, pero me volteé y corrí lo más rápido que había corrido en toda mi vida, sentía como mi corazón palpitaba como si se fuera a salir, pero eso no me detuvo, tenía que salir del bosque era lo único que tenía en mente. 
 Cuando por fin pude salir y llegar a la entrada del pueblo caí al piso y me desmayé.

 No supe más nada hasta que me desperté en mi cama, todo mi cuerpo me pesaba y todavía conservaba el susto. 
 Decidí pensar que todo fue una pesadilla, salí de mi habitación y en la cocina-comedor-sala (Mi casa era pequeña, como la mayoría) estaba mi hermana con cara de preocupación que me terminó preocupando a mí cuando me dijo que me encontraron desmayado en pleno camino y los conocidos le avisaron. 
 No quería, pero lo conté lo que me había pasado en el pantano y con la expresión de su rostro podía saber que no me creía o que pensara que estuviera loco, pero no fue nada de eso, pensó que fue un mal sueño que tuve, dije que sí, podría haber sido eso para que ya no pensara que me estaba faltando un tornillo.

 Ella se fue y yo me quedé pensando. Me asomé por mi pequeña ventana y dirigí mi mirada hacia el bosque, podía sentirlo mucho más escalofriante y tenebroso que antes, parecía un niñito asustado, pero no conservaba ganas de hacerme el valiente y enfrentar mis miedos, me quedaría en mi casa, aunque sea por un tiempo. Quizás lo que hubiera sido ya se desaparecería y no volvería. 
 Yo me quedé meses encerrado, mi hermana venía de vez en cuando a ver si estaba bien, a pesar de ser la menor es ella la que siempre me anda cuidando. Nuestros padres murieron hace unos años, decidieron tener a sus dos hijos ya a una avanzada edad y mis padres parecían como mis abuelos, muchas veces mis amigos los confundían, las otras personas no, ya que sabía exactamente toda la vida de quien vivía en el pueblo.




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