– Lyraaaaaaa Estaba entre dormida y despierta cuando gritan mi nombre,haciéndome caer de mi cama del susto y al fijarme quién era, divisé a Katerina, mi prima, riendo.
– Joder Kate, por poco me matas de un infarto, creo que me rompí las pompis – comenté tirada en el piso sobándome las pompis y esta se echa a reír ante mi comentario.
– Perdón es que estoy emocionada por hoy – dice y ahí mi mente hace click, es hoy.
Hoy nos vamos de Durbuy a París, al recordar toda emocionada pegué un grito, parándome para correr hacia ella y tomarla de la mano para juntas saltar dando vueltas chillando como dos niñas pequeñas cuando le dan un regalo de cumpleaños y la verdad que esto me hace la chica más feliz, ya que iríamos a París a estudiar en la universidad de música Kratmitter Musical.
Es una de las universidades de música privadas más prestigiosas a nivel mundial; de esa escuela han salido algunos de los mejores cantantes de la época, desde latinos como europeos y asiáticos, e ir ahí era una gran oportunidad estupenda. Nosotras habíamos hace unos meses aplicado para una beca; afortunadamente nos las otorgaron a las dos. Ahora teníamos que ir a estudiar a París y solo de pensarlo me emociono.
Sentimos risas, cuando paramos de saltar y gritar vi a mis tíos parados en la puerta, así ambas corrimos hacia ellos, abrazarlos y darles besos emocionadas; ellos solo se reían de nuestro ataque de locura.
– Tía Mili, tío Harry los voy a extrañar – les digo a mis tíos cuando terminamos con nuestro arrebato de locura.
– Yo también mamá y papá – dice mi prima.
– Nosotros también mis niñas – responden ellos al unísono para luego abrazarnos los cuatro.
– Bueno mis chicas prepárense, empaquen y bajen a desayunar que luego partiremos – nos informa mi tío cuando nos separamos de ellos.
Nosotras nos paramos y luego empezamos a empacar nuestras cosas; al terminar de empacar nuestra ropa, Kate coge su bajo y lo guarda en la funda que le regalé el día de su cumpleaños. Yo por mi parte cojo mi guitarra guardándola en su funda y ya lista bajamos a la sala con nuestras cosas; mis tíos nos esperaban con un gran desayuno de despedida, así que nos sentamos para comenzar a desayunar.
– Muy bien mis chicas, ya terminaron de desayunar, así que es hora de irnos si no quieren que las deje el tren – nos dice mi tío parándose de la mesa.
Salimos de la casa; él nos lleva las maletas mientras nosotras nos despedimos de mi tía Mili, ya que ella no va a acompañarnos a la estación de tren de Bruselas.
– Cuídense mis niñas y llamen cuando lleguen, ¿sí? – nos dice mi tía aún sin soltarnos.
– Está bien mamá lo haremos, pero por favor suéltanos ahora no llegaremos a tiempo – le dice Kate a mi tía para que esta nos suelte y nos deje irnos.
– Sí, sí, perdón es que las voy a extrañar mucho – dice por fin soltándonos.
– Nosotras también tía – le digo para después de que nos diera un beso a cada una en la frente ir al auto.
Subimos todos al auto para dirigirnos a la estación de tren; por el camino me dediqué a mirar el paisaje. Durbuy es una ciudad y municipio (commune) francófona de la provincia belga de Luxemburgo, en la región; es una ciudad muy bonita con un aire de cuento de hadas, con sus calles empedradas y su arquitectura medieval que parece detenida en el tiempo. La belleza de Durbuy radica en su capacidad de hechizar a quienes lo visitan. Sus pintorescas calles son un verdadero deleite para los aficionados a la fotografía, que encontrarán en cada rincón una oportunidad para capturar su magia.
Además, su castillo de cuento y sus comidas tradicionales hacen de la pequeña ciudad un destino perfecto para quienes buscan disfrutar de una jornada agradable alejada del bullicio. A pesar de que el casco antiguo consta de cuatro calles, no deja de ser un lugar interesante para explorar y disfrutar. Su esencia medieval y el ambiente acogedor hacen de Durbuy un destino inolvidable y, a pesar de que en voz alta no lo admita, me cuesta mucho dejar la ciudad en la que crecí.
Después de una larga hora con cuarenta minutos de camino, llegamos a la estación de Bruselas; el tío Harry esperó a que fuera la hora de abordar el tren para así despedirse de nosotros e irse de regreso a Durbuy. Una hora y media de viaje hacia París nos quedaba por delante; eran las 10, así que llegaríamos a las 11:30 a la estación central de París. Ahí nos recogería Tahilin, la hija de la hermana del tío Harry, la cual nos había conseguido un departamento cerca de la universidad; Tahilin también vivirá con nosotras, por eso ella nos recoge.
Al llegar, nos bajamos del tren, cogimos nuestro equipaje y nos dispusimos a buscar a Tahilin por la estación hasta que la encontramos; venía corriendo hacia nosotras con sus rizos castaños algo alborotados; venía vestida con un vestido rojo con estampado de flores, una chaqueta azul y unos botines carmelitas.
– Chicas, disculpen la tardanza es que tuve un accidente en el camino – nos informa al llegar, hablando super acelerada.
– Tranquila, relájate, llegamos casi ahora mismo – le digo para que se relaje un poco.
– Pensé que llevaban tiempo esperando por mí y se enojarían – dice poniéndose una mano en el pecho.
– No, claro que no nos enojaríamos; ahora ven, danos un abrazo – le responde Kate abriendo los brazos y las tres nos damos un gran abrazo.
Cuando me separé de ellas, por accidente, tropecé con el pie de Kate, perdiendo el equilibrio y yo solo cerré los ojos, estaba a punto de caer pero afortunadamente alguien me atrapó a último momento y cuando abrí los ojos me encontré con unos iris verde-azulados que pertenecían a aquel chico que me había atrapado; sin despegar su mirada de la mía, me ayuda a reponerme.
– ¿Estás bien? – pregunta aquel chico aún con sus manos en mi cintura.
– Eh, sí, gracias por ayudarme – digo algo atontada por su mirada hacia mí.
– Me... – él iba a decir algo pero fue interrumpido por la voz de Kate.